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“Quiero una mesa de pasto”

Lo gourmet
“Quiero una mesa de pasto”

La Jardín, restorán en el corazón del barrio más bohemio de Santiago

junio 11, 2014

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Santiago. Para ser más precisa, Barrio Italia. Mi reloj marca las 15 horas. La barriga me hace ruido. Siempre almuerzo a las 12. Estoy un poco pasada del horario montevideano. Con mi marido no encontramos “La Jardín”. El único dato que tengo es que se come en mesas de pasto. Y que está decorado con un rejunte de cosas. ¿Se habrá ido de Santiago? ¿O se habrá mudado a otro barrio? Algo que tengo claro es que si sigue en Santiago, lo voy a encontrar.

Camino y camino por Barrio Italia. Lo siento como una linda mezcla de San Telmo y Palermo, dos distritos de Buenos Aires. Está en constante crecimiento. Recién después de 2010 se instalaron la mayoría de los locales. La movida empieza en la esquina avenida Italia y Bilbao. Anticuarios, tiendas de diseño y decoración, galerías de arte y restoranes, conviven armoniosamente con el almacén de la esquina, el taller mecánico y la carnicería. Es que este barrio santiaguino mantiene el cariz de barrio, motivo que lo hace único en Santiago. Y sólo queda a 15 minutos del Centro.

Por fin lo encuentro, preguntando se llega a Roma. Avenida Bilbao 497. Un gran portón de hierro oxidado, entreabierto, me da la bienvenida. Enseguida, una moza con una gran sonrisa blanca, Esperanza, me invita a adentrarme al lugar. “Quiero una mesa de pasto”, le digo. “Estás con suerte hoy, porque sólo queda una”, me contesta Esperanza. Menos mal…

Todo empezó en Londres, cuando un inglés, Tony Hornecker, artista y chef, se quedó sin trabajo. Recorrió mercados de pulgas en busca de objetos venidos a menos y transformó su casa en un espacio para comer: The Pale Blue Door. Reunió varias mesas y sillas, desparramó las adquisiciones del mercado de pulgas, armó un menú e invitó a la gente del mundo bohemio en que se movía. Parece que aquello era una verdadera obra de arte, donde la sala VIP era el mismísimo cuarto de su fundador. Este fue el principio de un gran camino por andar. Berlín, una mansión deshabitada de San Telmo, en Buenos Aires, y algunos trenes abandonados de Valparaíso, también supieron ser instalaciones inusuales para este nuevo concepto. Tiempo después, su amigo chileno y futuro socio, Cristóbal Muhr, le dijo: “Esto, en Santiago, ¡la rompe!”

En un terreno que por el año 1904 supo ser la fábrica de sombreros Girardi, La Jardín despliega todos su “arte vagabundo”, como le llaman sus dos creadores. No sólo mesas de pasto, postigones herrumbrados, aspas de ventiladores, ruedas de bicicletas, telas, juguetes de plástico, regaderas y jaulas, entre otros, le dan forma al lugar rodeado de una vegetación casi agreste, donde tampoco falta un cine al aire libre. Talleres de jardinería, reciclaje y cultivo vertical, son otras de las actividades que nos ofrece este original restorán. Se puede disfrutar un timbal de quinoa con camarones y palta, pero pasado mañana quizás no se podrá repetir ese plato. El menú se arma según lo que la huerta les brinda.

Como un jardín en miniatura, así es la mesa. Me siento como de picnic, con la variante de las sillas. Más disfrutable no puede ser esta tarde en este lugar. El sol brilla fuerte, pero no incomoda. Llega el pedido a la mesa, de pasto, claro. Ensalada mediterránea: jamón serrano, tomate deshidratado y queso parmesano, sobre mix de hojas verdes en dressing de albahaca. Hacía tiempo que no comía una ensalada tan rica.

¿Por qué “La Jardín” y no “El Jardín”?, le pregunté a Esperanza. “La palabra jardín es obvia. Pero como Tony es inglés le puso «la»  porque para él, el sustantivo «jardín» es femenino”. Largo una estruendosa risotada que resuena en cada rincón de este genial espacio, lleno de vida y espíritu errante.

A conocerlo antes que migre, vaya a saber uno a dónde…

Contacto:
La Jardín
www.lajardin.cl
Esta crónica data de cuando La Jardín se encontraba en la dirección mencionada. Actualmente, sus dueños buscan un nuevo destino dónde desplegar su arte vagabundo. Recomiendo que quienes viajen a Chile y quieran averiguar si volvieron a instalarse en algún rincón de Santiago se contacten con Cristobal Muhr: cristobal@lajardin.cl

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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