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“No reímos porque estamos contentos, sino que estamos contentos porque reímos”

Cuerpo & Alma
“No reímos porque estamos contentos, sino que estamos contentos porque reímos”

El psicólogo adleriano Andrés Buschiazzo nos explica qué es la terapia de la risa y los beneficios psicofísicos que trae su práctica

marzo 09, 2015

TERAPIA-DE-LA-RISA-foto

Por Dolores de Arteaga

Pocas cosas disfruto tanto en la vida como reírme. Reírme con ganas. Esa linda sensación de ahogarme de la tentación. Y es contagiosa hasta el paroxismo. Después de la risa uno se siente liviano. Como si se hubiera sacado una carga de encima. Ese peso de emociones y de vivencias que vamos acumulando a lo largo del día, a lo largo de la vida. Está estudiado científicamente que la risa, entre otros beneficios, libera endorfinas. No en vano son llamadas las “hormonas de la felicidad.”

Este es el quinto año que el psicólogo adleriano Andrés Buschiazzo (29) dirige grupos de Terapia de la Risa. Con 23 años, la carrera y un curso de psicología aplicada al deporte en sus espaldas, Andrés empezó a sentir que algo le faltaba. Esa inquietud coincidió con la visita del doctor alemán Michael Titze al Centro de Estudios Adlerianos de Montevideo.  Titze fue quien lo introdujo a los grupos de la risa y a la gelotofobia: “Algo que yo no conocía hasta ese momento”.

La gelotofobia es una fobia a la risa. Miedo a la risa o miedo a que se rían de uno. También está vinculado al sentimiento de inferioridad, tiene que ver con la risa auto referencial. Por ejemplo: en un grupo yo escucho reírse, y creo que se están riendo de mí. Es el no poder disfrutar de la risa. Y los grupos de la risa ayudan a apreciarla como algo positivo. “Nos gustó mucho todo esto y se nos ocurrió mostrarlo y llevar a la práctica el lema de Alfred Adler: ‘Alegría, paz y felicidad a la comunidad.’”

A partir de ahí, Andrés y los profesionales que integran el centro adleriano comenzaron a reunirse para trabajar la risa en ellos mismos: “Soy de los que piensa que todos los psicoterapeutas antes de aplicar algo deben probarlo ellos mismos para ver si funciona”, agrega Andrés. Así fue que estuvieron un año reuniéndose una vez a la semana para reírse durante 15 minutos.

El Centro de Estudios Adlerianos es una asociación científica continuadora de Alfred Adler (médico y psicoterapeuta austríaco; 1870-1937), que actualmente cuenta con 30 integrantes. El objetivo es formar psicólogos y psiquiatras en esta corriente. “La idea de la psicología adleriana es ser cada vez más responsables y más libres, porque cuánto más libre uno es, más responsable debe ser”, comenta Andrés, quien está formado en Psicoterapias Múltiples en el centro ya citado y es docente de la UDELAR. Actualmente, se encuentra cursando un doctorado en Buenos Aires. Seguramente su curiosidad irrefrenable lo va a seguir conduciendo por los caminos de la investigación, ya que este joven psicólogo aún tiene mucho camino por andar.

 

 

Dolores: ¿Cómo comenzaron a implementar la terapia de la risa?

Andrés Buschiazzo: Fue de a poco. Primero comenzamos con mi grupo de trabajo a  desarrollar algunas técnicas, y luego dijimos de llevarlo a la Embajada de Alemania, ya que había un vínculo con Michael Titze. Y el momento llegó en el 2011, con el primer grupo abierto al público en dicha embajada, con entrada gratuita; es la mística del Centro Adleriano, queremos acercar la cultura a la comunidad.

D: Un extracto de la psicología adleriana.

AB: En unas de las conferencias a las que asistí en Viena le preguntamos al Dr. Pier Luigi Pagani qué mensaje le enviaba a las nuevas generaciones de psicoterapeutas. A lo que él contestó: “Una de las condiciones que debe reunir todo terapeuta adleriano es el amor por el trabajo, por la humanidad y por el sentimiento de la comunidad.” Se refiere al amor desinteresado, asexuado, para el bien de la comunidad. Es decir, yo me realizo si ayudo a otro persona, es el ida y vuelta, que es donde está el sentido de la vida… La consigna adleriana es tener el coraje de ser imperfecto.

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“La clave de la psicoterapia es soplar la chispa de la voluntad y transformarla en fuego, y eso es lo que hacemos con el grupo de la risa”

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D: ¿Qué te hubiera gustado preguntarle a Adler?

AB: ¡Cómo hacía para mantener el sentido del humor! En general los grandes psicoterapeutas profundos se caracterizaron por tener un gran sentido del humor, por ejemplo: cuando los nazis quemaron los libros de Freud, éste dijo: “Qué progresos estamos haciendo, en la Edad Media me hubieron quemado a mí.” Humor negro es ver y es burlarse de la vida y la muerte, para seguir adelante.

D: ¿Adler hacía terapia de la risa?

AB: No, pero sí fue el primero en jugar con las bromas terapéuticas.

D: Una vez formado el grupo, ¿cuál es la cantidad de veces que se recomienda asistir?

AB: La prescripción son tres meses, veinte minutos una vez por semana.

D: ¿Como es una “sesión” tipo?

AB: Una vez reunida la gente, la idea fundamental es no presentarse por un tema de anonimato. Los grupos terapéuticos de risa (GTR) implican ejercicios psicofísicos. La sesión se divide en tres: primero, caldeamiento con los ejercicios psicofísicos para estimular la risa.

En segundo lugar, la «risa calurosa», se forma un círculo acostados en el suelo que dura entre 8 y 10 minutos. La consigna es reír sin motivo desde el comienzo de la sesión, para buscar el «efecto contagio.” Siguiendo el postulado de William James: «No lloramos porque estamos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos»; en el caso de los GTR sería: “No reímos porque estamos contentos, sino que estamos contentos porque reímos.” La clave de la psicoterapia es soplar la chispa de la voluntad y transformarla en fuego, y eso es lo que hacemos con el grupo de la risa. A través de la voluntad recurrimos a emociones positivas, y que esas emociones positivas tengan una permanencia mayor a las otras emociones que también son importantes.

En tercer lugar, ejercicios de elongación y respiración para terminar con los tres lemas de los GTR. El coordinador pregunta: «¿Estamos de buen ánimo?», y el grupo responde «Sí»; “¿Sabemos reír?”… “Sí”; y por último: “Entonces, ¡vayamos a contagiar la risa!”, “Sí”. Ahí termina la sesión que no dura más de 15 a 20 minutos.

D: ¿Y tú también te reís durante la actividad?

AB: Sí, claro. Tengo que reírme, soy el coordinador de la risa. Termino muy activado, es un antidepresivo natural.

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“Damos la posibilidad que tal día a tal hora la persona se esté riendo”

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D: Sin intención de sesgar, ¿viene gente de un perfil determinado?

AB: Sí, lo hay. Es gente que trabaja mucho tiempo, sobre todo en trabajo de oficina, administrativo. Economistas, contadores, que a veces están abrumados.

D: ¿Niños?

AB: Al último grupo fue una niña de 3 años que terminó riéndose también. Es interesante.

D: Alguna anécdota de algún integrante…

AB: Vino una persona con corbata y saco, directo de su trabajo, y cuando se estaba yendo me dijo que estaba muy bueno y me abrazó; o sea, pasó de la rigidez a la flexibilidad. Tiene que ver con lo vivencial de los grupos, y no siempre se puede describir con palabras.

D: ¿Alguna dificultad que presente este tipo de actividad?

AB: Es difícil de mantener los grupos cuando la gente no está en psicoterapia. Aunque puede venir gente que no esté en terapia. La idea es que se genere un compromiso, una responsabilidad. Damos la posibilidad que tal día a tal hora la persona se esté riendo. Este año estamos intentando que alguna institución educativa se interese por formar grupos.

D: Beneficios psicofísicos…

AB: Ambos. La risa por sí sola es buena. Hay estudios que muestran los cambios fisiológicos: se tomaron muestras de sangre antes y después del ejercicio de reírse, y se demostró que las hormonas causantes de estrés bajan y fortalecen el sistema inmunológico. Psicológicamente, el hecho de poder reírte es el medio que uno tiene para relativizar aquello que parece tan dramático. La idea es trastornar lo trágico y hacerlo comedia. Por eso la consigna es tener el coraje de ser imperfecto.

D: ¿En otros países hacen este tipo de terapia grupal?

AB: El término “grupos terapéuticos de la risa” es un nombre de acá, pero los “clubes de la risa” no, se hacen por todo el mundo desde hace 30 años; y viene por el lado del hinduismo, del yoga de la risa del Dr. Madan Kataria.

 

D: ¿Qué te moviliza como persona?

AB: Me conmueven las respuestas de las personas que no tienen títulos, y que por eso a veces las consideramos no capaces. También la respuesta de una persona feliz, de una persona agradecida. La gente que ha logrado reinsertarse, así como también aquellos que no han logrado insertarse en el mercado laboral, ambas me movilizan. Me gusta observar a la gente; antes viajaba con el auricular puesto, ahora presto más atención. Esto viene de cuando leí la biografía de Adler, la cual cuenta que él viajaba en transporte público porque así sabía cuáles eran las motivaciones del ser humano.

D: Algo que te haya marcado a fuego…

AB: En una producción para la CNN, con locación en Las Teresas, luego de la actividad del grupo de la risa me quedé hablando con un presbítero anciano, quien me miró y me dijo: “Con gente que se ríe, siéntete en confianza.” Y me quedó grabado a fuego. A raíz de esa oración estoy escribiendo algo en relación a la risa, el humor y la psicoterapia, que esperemos se edite este año.

 

 

Contacto:
Lic. Andrés Buschiazzo
Mail abuschiazzofigares@gmail.com

 

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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