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Esas pequeñas damitas de compañía

Deco & Diseño
Esas pequeñas damitas de compañía

La artista textil Ana Feria nos cuenta la historia de sus adoradas damitas de compañía

mayo 27, 2015

 

 

Por Dolores de Arteaga

Enternecedora. Una pequeña gran historia de amor. De ese amor que solo una madre sabe lo que es, y lo que es capaz de hacer por él. Un relato tan afectuoso que parece tomado de un cuento para niños. Así es la pequeña gran historia de Ana Feria (51) y su hija Martina.

Como algunas mamás, Ana trabajaba lejos de su casa. Vivía en un campo en San José de Mayo y todos los miércoles se iba a Montevideo por el día. Corría el año ’97. Martina, la chiquita de la casa, que en ese momento tenía 7 años, extrañaba mucho a su mamá. Pero Ana encontró la mejor forma de transmutar el dolor en arte. Su dolor y el de su pequeña hija. Y así surgieron las damitas de compañía: “Se me ocurrió hacerle una mamá chiquitita para que la acompañara en todos sus momentos, que la llevara a la escuela y que la tuviera siempre consigo. En realidad era yo que la estaba acompañando a Martina, hasta le puse mi perfume. Ella la llevaba todos los miércoles a la escuela, contra su cuerpo, debajo de la túnica. Era divina esa muñequita. Ella se sintió muy bien y de hecho le decía a sus compañeras que era su mamá”, comenta Ana.

Hoy Martina tiene 24 años y atesora ese recuerdo con mucho amor. Ana, además, es mamá de Julieta, que tiene 29 años: “Martina es diseñadora de moda y se está por ir a vivir a Méjico. Julieta es violinista y trabaja dando clases a niños.” Ambas hijas son nacidas de un matrimonio anterior de Ana, quien desde hace un tiempo está en pareja con un uruguayo radicado desde hace 25 años en Ouro Preto, en el estado de Minas Gerais, Brasil. Ana, con sus hijas ya crecidas, hace un año y medio se mudó a vivir con él y está tratando de encontrar su lugar en los pagos brasileños: “Mi pareja actual es joyero. Ouro Preto es un centro de circulación de piedras, una belleza de lugar. Teníamos una relación de mucho viaje, así que me vine a probar un poco por acá. Las vueltas de la vida afectivas y amorosas. Extraño muchas cosas, mi familia más que nada, mis amigos. La idiosincrasia brasilera tiene muchas diferencias con Uruguay”, agrega.

Artista textil y docente de Expresión Plástica, desde adolescente está vinculada al arte en telas: “Siempre me gustó hacer cosas tipo tapices, soy una artista autodidacta. Lo mío siempre fueron las telas. Toda la vida me colgaron mucho los diseños de las corbatas. Los dibujitos. Las texturas. Antes iba a las casas secondhand a comprarlas y con eso hacía tapices. Y como yo hago todo en miniatura, hasta para los tapices uso poca tela. Empecé pegando las telas, y como no me gustaba como quedaba el pegado, comencé a coserlas. Es divino. ¡En Brasil las casas de telas me vuelven loca!”, agrega Ana.

Lo cierto es que a partir de aquella primera damita de compañía, de no más de cinco centímetros, mucho agua pasó bajo el puente. Pero fue el principio de varias historias de vida: “Empecé a hacerlas para gente que estaba pasando por situaciones difíciles, como si fuera una especie de amuleto para estar acompañado.” Así, fueron surgiendo excusas para entregarlas. Un amigo enfermo. Una sobrina que se iba de viaje. Un hermano que se fue a vivir al extranjero.

También tuvieron su momento de fama, formaron parte de una exposición en la Escuela de Cine Dodecá, en Montevideo, lugar al que Ana estaba vinculada. Y allí se lucieron como nunca. Parece que aquello era una belleza, eran muchas muñequitas juntas y ocupaban toda una pared. Lo que nunca le resultó fácil a Ana fue comercializarlas: “Porque tienen esa cosa de regalo, de dárselo a una persona. Y nunca quise que pierdan su historia. Cuando me vine a vivir a Brasil, muchísimas muñequitas quedaron en Uruguay…”

Al día de hoy Ana se encuentra abocada a su persona y habituándose a su relativamente nueva vida en Brasil. Hace tapices, grabados en metal y trata de hacer impresiones en tela también: “Los tapices míos son hechos con una técnica similar a las molas que realizan las indias Kuna, una artesanía textil de Colombia y Panamá”, agrega Ana. También brinda talleres puntuales en lugares donde la invitan, sumado a proyectos para el Festival de Invierno de Ouro Preto: “Ahora me gustaría mostrar mi trabajo en Brasil, conectarme más al lugar.” Y sus damitas, siempre presentes, están totalmente integradas a su vida; a veces las regala y otras veces las vende, aunque este sea un aspecto que no le guste tanto: “Me gusta mucho que la gente las tenga. Es como si fuera yo acompañando de alguna forma a las personas.”

Y para terminar, Ana nos deja una reflexión final: “Cada uno con lo suyo. Lo que está bueno es que las personas se desarrollen y busquen su camino.”

 

Contacto:
Ana Feria
Mail anaferia01@gmail.com

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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