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“La visión y la libertad del pájaro nos alientan todos los días”

Por amor al arte
“La visión y la libertad del pájaro nos alientan todos los días”

La historia familiar detrás de los diseños de Ave Estudio, creadores de objetos papeleros con estilo, en la calma de Paysandú

noviembre 04, 2016

 

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Por María José Borges 

Es un verdadero talento concebir lo bello. Tener incorporado ese filtro (no en Instagram, sino en la vida real) que te hace percibir la belleza de los objetos y las acciones, para luego plasmarlo en diseños, servicios, en la decoración de tu casa o tu taller, o, mucho mejor, en tus vínculos. El matrimonio de Carolina Leoni y Pablo Dutour es un ejemplo de esa mirada. Desde Paysandú fundaron Ave Estudio en 2011, ella ilustraba y él se encargaba de la gestión de la empresa. La idea era realizar productos de papelería como libretas, cuadernos, calendarios, estampitas, tarjetas de boda y cuadros, aunque con el tiempo fueron ampliando las ofertas y las ideas, personalizando su servicio hasta espacios impensados. Ganaron clientes y admiradores, hoy tienen 2.600 seguidores en Instagram y un currículum que acumula trabajos para empresas como La Huella, Manos del Uruguay o Grupo Disco.

Un día volvieron a su esencia con una idea cálida llamada Carta Postal, que parece de otro tiempo: te suscribís y cada mes te llegan a tu casa dos tarjetas ilustradas a mano y una carta, que inspira al destinatario a hacer aquello que le de felicidad. Pero además de buenas ideas, se necesita materia prima y ellos creen que la mayor revelación al respecto la tuvieron cuando fueron a exponer sus trabajos a la feria Stationery de Nueva York, comprobando su intuición de que la calidad lo es todo.

Carolina y Pablo nacieron en Paysandú, vivieron ahí su niñez y adolescencia, luego estudiaron en Montevideo y, años después, decidieron volver a la vida campestre. Se casaron, tuvieron a Bernardita y hoy esperan a su segunda hija, Trinidad, que nacerá en diciembre. La vida de ambos se convirtió en una verdadera empresa, en el sentido más amplio. La creación alimentó a la familia y la familia potenció la creación.

 

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María José Borges: ¿Cómo surgió el proyecto de Ave Estudio?

CL: En 2010 vivíamos en Montevideo y comenzamos a pensarlo, en 2011 lo concretamos cuando nos vinimos a vivir a Paysandú, porque los dos somos de acá. Empezamos con lo que teníamos y como pudimos; al principio Ave era sólo un taller donde se enseñaba estampado y luego fuimos agregando más áreas. En 2011 también nos casamos, desde ahí quedamos mezclados, ¡en la vida y en los negocios!

MJB: ¿Los dos están dedicados por completo a Ave Estudio?

CL: Sí, trabajamos todo el tiempo en Ave Estudio, y hablamos todo el día de eso…

MJB: ¿Cuántos años hace que están juntos? ¿Cómo es para ustedes trabajar en pareja?

CL: Estamos juntos desde 2009, nos conocimos a través de una amiga en común. Creo que nos complementamos muy bien, cada uno sabe en lo que es bueno y nos respetamos, nos consultamos casi todo y prácticamente todas las decisiones las tomamos juntos: cuánto papel comprar, cuánto cobrar, cómo llevar a cabo tal trabajo. Creo que para que una dupla funcione es necesario complementarse y tener bien definidas las tareas; no digo que sea fácil, pero no me imagino Ave Estudio sin él.

MJB: ¿Reconocés el origen de tu sensibilidad estética, la ilustración siempre estuvo en tu vida?

CL: Sí, la ilustración siempre estuvo presente. Desde niña me sentía atraída por el dibujo. Quizás hoy lo hago de forma un poco más decorativa pero en todos estos años siempre ha habido dibujo. Mi madre me ha motivado mucho, se entusiasma con cada nuevo proyecto que llega al taller, siempre para adelante, llevándome a muestras, haciéndome conocer tal cuadro en tal museo, y mi papá también… Recuerdo cuando nos recorrimos el Rijksmuseum en Amsterdam, buscando “La noche estrellada” de Van Gogh, sin encontrarla, y años más tarde en el Museo De Orsay en París lo mismo, aunque sin suerte. En 2014 estaba en el MOMA y por trabajo y cansancio me la perdí…

MJB: ¿Qué te inspira para dibujar?

CL: En este momento de mi vida me inspiran la buena cocina, la buena música y los ramos de flores grandes, frondosos y frescos. También las flores de los jardines cultivados por personas con mano verde, esos que nacen de gajo en latitas, producto de algún esqueje que hicieron del vecino. Lo cotidiano me inspira, pero también algunas extravagancias y virtuosismos como los del ballet. Me inspiran mucho todos los viajes que hemos hecho y los que nos quedan por hacer.

 

 

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MJB: ¿El embarazo influyó de alguna manera en tu creación?

CL: Este es mi segundo embarazo. Tenemos una hija, Bernardita, y ahora en diciembre nace Trinidad. Siento que sí, que mis hijas me inspiran, que estoy como más enchufada. Me divierte lo que habla y cómo juega Bernardita. Siento que trabajamos mucho más y tenemos menos tiempo pero al trabajar desde casa, siempre estoy. Me trae florcitas que saca del jardín y me las deja en la mesa, a veces piedras o tierra. Lo que encuentra me lo deja como regalo sobre la mesa. Un hijo te inspira, ¡dos ni te digo! Seguramente los colores en Ave son más vivos desde su llegada. Gracias a ella, le metemos muchas más ganas a lo que hacemos. Los hijos tienen ese poder increíble de “hacerte ver”, te enfocás en lo importante, que por lo general tiene que ver con disfrutar de las cosas básicas: la flor, la lombriz y la tacuarita…

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“Un hijo te inspira, ¡dos ni te digo! Seguramente los colores en Ave son más vivos desde su llegada (…). Los hijos tienen ese poder increíble de hacerte ver, te enfocás en lo importante, que por lo general tiene que ver con disfrutar de las cosas básicas: la flor, la lombriz y la tacuarita…”

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MJB: ¿Cuándo es tu mejor momento para dibujar?

CL: No tengo un momento especial del día, pero sí condiciones: que haya calma alrededor, buena música y flores. Aunque por lo general me gusta la mañana bien temprano y la tardecita. Estamos organizados de tal manera que Pablo hace la mayoría de las cosas de la casa y mientras él se encarga de eso, yo puedo dibujar. Cuando yo estoy con Bernardita, él va al taller, y así. Nos turnamos y aunque la mayor parte del tiempo estoy yo sola en el taller, él siempre está alerta a lo que necesitamos. Hemos aprendido que más allá de las estructuras impuestas hay un montón de maneras que también funcionan y que no necesariamente están en los libros.

MJB: ¿Por qué decidieron volver a vivir a Paysandú?

CL: Creo que volví porque en el fondo sentía que era mi lugar y además porque veía que Paysandú tenía, y tiene, mucho potencial, que no había casi proyectos de este tipo en los que se apostara a la papelería y al proceso creativo como principal motivación de aprendizaje. Y también, claro, volví porque estaba mi familia que me «tiraba» y porque con Pablo teníamos planeado armar una familia acá. Nos gustaba la idea de criar a nuestros hijos en el interior del país, ambos tenemos muy buenos recuerdos de nuestras infancias y creímos que ésta era una buena oportunidad para volver. Vivimos un poquito alejados del centro, en una cuadra de casas con jardines adelante y muchas flores, con vecinos que cortan el pasto los domingos y niños que van al kiosco de la esquina, señoras que hacen las compras con bolsita de tela y señores mayores de boina. Nos gusta pensar que nuestra casa es como una cabaña y, si bien estamos a pocas cuadras del centro, a veces siento que estoy en el campo. No te voy a negar que por momentos cuesta, sobre todo haber dejado amigos en Montevideo. Si bien la distancia no debería separar, a veces enlentece un poco todo… Pablo extraña mucho a sus amigos. En mi caso, algunas amigas mías viven en Paysandú, aunque no las veo tanto como quisiera. En Montevideo vivimos como estudiantes, entonces no tengo claro cómo hubiera sido formar una familia allá, me imagino que uno se las ingenia y hace que todo eso que soñó se haga real en donde sea que estés. Mañana si me tengo que ir a vivir a Nueva York, quizás me vaya. No quiero hablar como si tuviera un ancla en la pierna ni mucho menos, me gusta vivir acá hoy pero no tengo idea de lo que puede pasar mañana. Y creo que está bueno que así sea, ¿no? También se nos hace difícil a veces estar lejos de los proveedores, el no poder verles la cara, charlar…

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“Vivimos un poquito alejados del centro, en una cuadra de casas con jardines adelante y muchas flores, con vecinos que cortan el pasto los domingos y niños que van al kiosco de la esquina, señoras que hacen las compras con bolsita de tela y señores mayores de boina”

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MJB: ¿Por qué se llama Ave Estudio?

CL: El nombre surgió en los eternos viajes camino al trabajo o de vuelta a casa en Montevideo en 2010. Una vez iba leyendo Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach, y me vino la palabra Ave a la cabeza.  Era un momento en que estaba muy cansada porque no lograba identificar del todo qué era lo que quería a nivel laboral, no me entusiasmaba ningún trabajo. Y entonces encontré ese libro que me había regalado mi madre hacía un montón y lo empecé a leer. Yo quería volar, no me importaba qué tan alto pero intentarlo, aunque eso costara terminar reventada en el piso. De chica tenía un sueño recurrente en el que me encontraba caminando a unos centímetros de la vereda, no caminaba, volaba. Y para mí eso era lo normal y además me causaba placer. Juan Salvador Gaviota me conectó con una parte inicial de mí, era como esas señales que uno está esperando y que en realidad, si no aparecen las inventamos. Richard Bach me estaba diciendo «dale, animáte» y me animé. Por eso Ave. Y también se conectaba con María, la Virgen. Entonces todo encajó. Con los años veo que estuvo bueno haber elegido ese nombre. Creo que el vuelo es algo que emociona y nos supera. La visión y la libertad del pájaro nos seducen y nos alientan todos los días. Si con Ave podemos transmitir esa sensación a otros, listo, ya está, somos felices.

MJB: ¿En qué consistió la experiencia en Nueva York?

CL: Fuimos al National Stationery Show en el año 2014, una feria dedicada exclusivamente a la papelería. Para nosotros Nueva York fue lo máximo por varias razones. La principal es que creemos que a partir de ahí, entendimos que sin calidad no hay nada. Hacer las cosas bien de entrada, buscar buena materia prima y saber que hay gente que también está haciendo las cosas con mucha dedicación y ganas: eso nos inspiró un montón. Hay que acostumbrarse a decir: “Sí, esto lo puedo hacer”. Confiar más, creer en tu producto.

MJB: ¿Qué productos venden hoy?

CL: Hoy tenemos un área de papelería en la que producimos blocks, cuadernos, calendarios, estampitas, cuadros, tarjetas personales, invitaciones para cumpleaños infantiles… También tenemos un área de papelería para bodas en la que desarrollamos junto a los novios las invitaciones, el menú, los números de las mesas… La idea es trabajar a la medida de lo que necesitan, respetando su estilo y sus gustos. Y además tenemos un servicio de suscripción mensual, que se llama Carta Postal, mediante el cual las personas reciben todos los meses en su casa dos tarjetas ilustradas a mano y una carta, con un tema en particular, cuyo objetivo es inspirar a cada uno a hacer cosas que lo hagan feliz. Cada mes elegimos una temática diferente. Te suscribís por correo o por teléfono. Y por último, trabajamos con empresas que tienen inquietudes y necesidades específicas, para las que desarrollamos productos e ilustraciones exclusivas. También lo hacemos con clientes particulares.

MJB: ¿Cuál es el trabajo personalizado que más les gustó hacer?

CL: Por lo general disfrutamos mucho de lo que hacemos y cada trabajo, por mínimo que parezca, nos da gran satisfacción una vez que vemos la cara del cliente. Intentamos siempre que nuestros clientes se sientan felices y creo que más que en la ilustración en sí y su resultado, nos enfocamos en ellos, en que estén copados con lo que hacemos. Yo disfruté mucho trabajar para los ciclos de cenas de La Huella, me sentí muy bien porque conocía a la pastelera desde niña y disfruté de esa conexión. Hace poquito hicimos los cuadros para un nuevo restaurante de Paysandú, Apolonio, y también lo disfruté un montón. Y Pablo,  por ejemplo, disfrutó mucho trabajar en el armado de una vidriera que hicimos hace unos años para una casa de telas. También el armado del stand de Hello Makers, una feria que organizamos junto a Jimena Spínola en Paysandú, que nuclea a hacedores de todo el país. Y uno de nuestros trabajos más recientes: la pintura de una chapa de contenedor para una oficina que se inaugura en estos días. A él le gustan los proyectos a gran escala.

MJB: ¿Cómo es el sistema de venta de sus creaciones?

CL: La venta es online, por teléfono o por correo electrónico. También aquellos que se encuentran en Paysandú, pueden comprar nuestros productos directamente en nuestro estudio.

MJB: ¿Cómo evalúan estos años de trabajo en Ave Estudio?

CL: Me parece que crecimos un montón. Empezamos con un taller de estampado en una habitación de mi casa y luego fuimos incorporando otras áreas. Yo creía en Ave mucho al principio y a veces un poco menos después. Pero ahí estaba Pablo siempre diciendo que se podía. Todavía tiene esa difícil tarea de hacer que yo crea cuando por momentos quiero largar todo… Porque la realidad es que a veces me pregunto qué estoy haciendo. Después vuelvo a la maquinita, pero hay momentos en los que quiero ir a una silla de oficinista… Pero creo en lo que hago y eso me hace seguir. ¿Viste que uno no sabe cómo ser papá o mamá cuando nace tu primer hijo? Bueno, esto es lo mismo. Creo que una de las principales razones por las que creímos que Ave Estudio podía funcionar era que no éramos del todo conscientes de dónde nos estábamos metiendo. Hay cierta cuota de inconsciencia y mucho de amor. Uno se anima porque ama lo que hace y eso es lo que te hace bancar todo lo que viene después. Porque podés pasarte la vida preguntándote si va a funcionar. Para mí está bueno hacerse una pregunta que me hizo una amiga una vez: «¿A qué le tenés miedo, a que te vaya bien?». Y es así, a veces el miedo no es a fracasar sino a que te vaya bien. Parece una bobada pero ahora que lo pienso, mi amiga me hizo una pregunta muy lúcida.

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“Hay cierta cuota de inconsciencia y mucho de amor (…). Porque podés pasarte la vida preguntándote si va a funcionar. Para mí está bueno hacerse una pregunta que me hizo una amiga una vez: ‘¿A qué le tenés miedo, a que te vaya bien?’»

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Fotos: Gentileza de Ave Estudio

 

Contacto:

Instagram @avestudiopdu
Facebook @Aveestudio
Tel. 098 666 120
www.aveestudio.com

 

 

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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