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“No se reconoce un paisaje, sino una pura emoción plasmada”

Por amor al arte
“No se reconoce un paisaje, sino una pura emoción plasmada”

Una invitación a viajar por el mundo de la artista contemporánea francesa Aurélie Lethu. Descubrir la historia detrás de sus paisajes sensoriales, enigmáticos y fascinantes

febrero 24, 2017

 

 

Por Dolores de Arteaga

Como un decorado de mar, con luces que variaban constante y gradualmente, así recuerda Aurélie Lethu a su querida Bretagne de la niñez. Esa región francesa que la vio crecer y que la marcó para siempre. La rodeó con su vegetación abundante. Paisajes entre costeros y rurales. Y también la nutrió de ese verde tan verde que, a partir de los 9 años, empezó a verse reflejado en sus primeras creaciones, cuando espontáneamente tomó un pincel y ya no lo soltó más.

“Crecí cerca del mar. Al principio pintaba figurativo, pero luego fui dejándolo para introducirme más y más en la emoción que transmito en mis paisajes. Donde no se reconoce un paisaje, sino una pura emoción plasmada”, me comenta Aurélie, con sus 40 años muy bien llevados.

 

Izquierda: “Niebla plateada “ 2009 70×50 cm / Derecha: “Reflejos plateados” 2009 70×50 cm

 

Ella es arquitecta, y se desarrolló laboralmente por varias ciudades de Europa: “Mi formación académica y mi trabajo como arquitecta fueron muy enriquecedores. Ahí empezó mi fascinación por las texturas. Aprendí a integrar temas recurrentes como son la luz y la profundidad, que permiten añadir otras dimensiones.”

En Barcelona conoció a su marido francés, padre de sus dos hijas, y con quien hoy está instalada en San Pablo desde el 2013.

Como todo artista fue pasando por diferentes etapas de maduración creativa. Y también fue viviendo situaciones que la hicieron crecer como persona. Hace diez años, le descubrieron una pericarditis: “Todo esto creó una gran sensibilidad en mí. Necesitaba de esta dolencia para llegar a dedicarme al arte.”

A partir de ese hecho, como un abanico desplegado, Aurélie ha pasado por varias etapas, desde el grabado en metal hasta una aproximación al Land Art, corriente artística surgida a finales de la década del ’60: “Llegué a exponer en Barcelona. El primer paso fue integrar elementos naturales, muchas fibras, cortezas de árboles…”, cuenta.

Ni bien se instaló en Brasil, quedó extasiada con sus árboles frondosos, sus troncos anchos y raíces fuertes.

 

Izquierda: Cartel de exposición, 2009 Barcelona / Derecha: Grabado “Explosión de luz” 2009 38x38cm

 

Tríptico de fotografía “Relieve de colores” 2009 120x80cm

 

Su fascinación creciente por las texturas la llevó a integrar tejidos, papeles artesanales, cortezas de árboles y otros elementos naturales en sus obras. Elementos recogidos en su gran mayoría durante viajes que realizó. Muchas veces constituyeron un elemento base de inspiración para desarrollar una serie, tal como en “Entrada en materia”, expuesta en febrero de 2013 en Barcelona, creada a partir de placas de cortezas de abedul.

La inspiran, entre otros, artistas del Arte Povera, movimiento artístico que tuvo su origen en Italia a finales de los años ’60, en el que artistas utilizaban materiales de desecho y naturales, en reacción al mundo tecnológico y en desafío a la sociedad de consumo.

En San Pablo comenzó a trabajar con otra materia prima, la tierra roja, que integra el paisaje local y que la fascina desde siempre.

 

Derecha: Detalle del cuadro “ Memorias de una fluidez” 2015

 

Los cuadros de su exposición individual “ Paisajes sensoriales”, algunos que asocian esa tierra a microchips de computadoras, no solo son originales, sino que hablan mucho de una dualidad integrada. Arte-tecnología.

“Esta combinación salió de un pequeño ‘drama’, mi nuevo ordenador se rompió sin explicación y nunca pude recuperar el back up externo. Había empezado mi serie con tierra, que representa para mí la autenticidad, una realidad tangible que me inspiró para trabajar sobre la paradoja, con el mundo virtual de la tecnología.

 

D: ¿Cómo fue tu infancia en la Bretaña?

Aurélie Lethu: Lo que más me impactó de mi niñez fueron los veraneos en el Golfo de Morbihan. Nuestra casa de verano está ubicada en una pequeña isla de siete kilómetros de longitud, un lugar mágico que inspira a muchos artistas, con un paisaje auténtico y salvaje, que acompaña el ritmo de las mareas y luces en constante evolución. Sigo adorando esa autenticidad y ese ambiente de libertad, ya que allí no hay autos, solo bicis, y podemos hacer todo en una distancia pequeña.

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  “Nuestra casa de verano está ubicada en una pequeña isla, un lugar mágico que inspira a muchos artistas, con un paisaje auténtico y salvaje, que acompaña el ritmo de las mareas y luces en constante evolución. Sigo adorando esa autenticidad y ese ambiente de libertad”.

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D: Con respecto a la pintura, ¿sos autodidacta?

AL: Comencé a los 9 años clases en una escuela de arte extra escolar y seguí hasta obtener el Bachillerato a los 16, cuando salí de casa para estudiar Arquitectura. En esta escuela tenía tiempo reservado para pintar, y me gustó mucho iniciarme a diversas técnicas.

Seguía pintando durante las vacaciones, retratando con acuarelas el mar, los barcos, las vistas de la isla y alternando con unas cimas nevadas en invierno al viajar para esquiar. Dos tipos de paisajes de inmensidad que me inspiraban mucho.

Comencé mis estudios de Arquitectura en Rennes, Bretagne y el último año lo cursé en Montréal, me gustó tanto esa experiencia en el otro lado del mundo, fue tan enriquecedor, que quise repetirlo. Adoré descubrir una nueva cultura, un nuevo continente, una ciudad multicultural que atraía estudiantes de todo el mundo.

Al volver de Québec, preparé mi proyecto de fin de carrera desde París, trabajando al mismo tiempo en el despacho de Jean Nouvel. Al obtener mi diploma de arquitecta DPLG, me mudé a Londres, ciudad que me atraía mucho, además de querer perfeccionar mi inglés. Trabajé en otro gran despacho ahí, pero solo dos años, porque tenía otro proyecto: ¡mi meta era Barcelona! Adoré esta ciudad mediterránea donde permanecí durante 12 años y donde conocí a mi marido. En Barcelona tuve otras experiencias profesionales enriquecedoras, en arquitectura del paisaje, arquitectura sostenible e interiorismo.

 

«Fluidez marina», 2012, 100×100

 

D: ¿Y qué te llevó a dedicarte al arte?

AL: Tuve que pasar por un problema de salud para poder concentrarme en el arte. Tuve una pericarditis aguda, una inflamación de la piel que cubre al corazón y al pulmón, que demoró mucho en curarse. Como es viral, los médicos no sabían qué hacer. Llega un momento en que uno se da cuenta de las prioridades en la vida: lo importante era recuperarme. Dejé la arquitectura poco a poco para dedicarme plenamente a mi creatividad artística y comencé a realizar exposiciones en espacios de arte y galerías. Esta época coincidió también con la gran crisis de la construcción en España, y con mi primer embarazo, lo que dificultó mi vuelta a la arquitectura.

 

«Paisaje sensorial» 2014 120×80

 

D: Ahora Brasil… Un mundo tan diferente al europeo al que venías acostumbrada.

AL: En Barcelona hay mucha influencia de la cultura latinoamericana, tenía muchos amigos sudamericanos y el idioma es muy parecido, así que la transición con Brasil fue muy fluida. Al llegar me impactó esa naturaleza tropical desbordante. Brasil es un país enorme con una riqueza de paisajes increíbles. Por otro lado, me encantó la felicidad y el optimismo de los brasileños. Fuimos muy bien acogidos. Todos estos aspectos influenciaron mucho en mi creatividad. También, siempre me había fascinado la tierra roja, y sabía que haría un proyecto con ese elemento algún día. Como me vi rodeada por ella en Brasil, trabajándola como materia prima, salió naturalmente.

D: Contanos un poco de este proyecto…

AL: Es una técnica que desarrollé yo misma. Mezclo tierra roja que recojo con agua y con cola y, cuando se secan, según sus cantidades, el craquelado queda diferente. La primera obra de la serie la hice con perlas muy finas, azules, que inserté en las fisuras de un craquelado bien ligero para resaltarlas y para representar las últimas gotas de agua atrapadas, en memoria de los ríos que corrían.

La región de San Pablo vivía una sequía alarmante en ese período, entonces fue una manera de subrayar ese problema ecológico de pésima gestión de los recursos naturales. La segunda obra sensibiliza también sobre el mismo tema: puse tubos de agua con pigmentos en el centro, presos en la tierra seca craquelada, para demostrar que el agua ya no es algo natural que fluye libremente, sino más bien “embotellada”.

Yo quise también hacer un paralelismo con uno mismo: escribí en la obra un extracto del libro This is All – The Pillow Book of Cordelia Kenn (Aidan Chambers), que pregunta si fluimos como el agua del río, libres para expandirnos o nos dejamos secar por las condiciones, controlados por otros. Para mí, este texto es tan sensible, tan profundo, ilustraba perfectamente lo que quería transmitir…

 

 

Con mi obra Raíces emocionales hice un homenaje a la vegetación exuberante de Brasil. Me impactaron mucho los árboles tropicales con su tronco enorme (hasta 10 metros de circunferencia), integrando una multitud de enredaderas y raíces aparentes. Esta obra es también una invitación a reflexionar sobre nuestras propias raíces que muchas veces son mas complejas y profundas de lo que imaginamos.

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  “(Con este proyecto) yo quise también hacer un paralelismo con uno mismo: escribí en la obra un extracto del libro «This is All – The Pillow Book of Cordelia Kenn», que pregunta si fluimos como el agua del río, libres para expandirnos, o nos dejamos secar por las condiciones, controlados por otros”.

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D: Los microchips de la computadora que se te rompió iniciaron una nueva etapa.

AL: Es que de repente se me perdió todo… Y al estar en esa serie de tierra, me surge trabajar con esa dualidad. La tierra, elemento de autenticidad, que siempre estará aquí, y la tecnología que lleva a un mundo virtual. Llamé a mi primera obra con microchips justamente Realidad Virtual, donde creé un agujero representando el vacío tecnológico donde mi información se fue para siempre, subrayando la paradoja con palabras claves. Si bien fue un “drama”, estaba contenta porque fue un disparador de esa gran línea. Ese cuadro tuvo mucho éxito.

 

«Realidad virtual» 2016 120×80

 

D: Y te animó a seguir.

AL: Sí. Hice dos otras obras grandes asociando tierra y componentes electrónicos. Después me vino la idea de crear pequeños universos, solo a base de composiciones de microchips, integrando textos y miniaturas, montadas en cajas recicladas. Esas composiciones reflexionan de manera poética sobre la relación de nuestra sociedad actual con la tecnología.

La primera de la serie ilustra la paradoja de la comunicación, que está desarrollada virtualmente pero que está perdiendo el valor de la comunicación real y la calidad de la presencia física.

Hay un cuadro de la serie que dediqué al optimismo brasileño, que nos impresiona tanto a los que venimos de fuera, integrando algunas expresiones muy utilizadas “Tudo vai dar certo, tudo joia, tudo otimo/ Todo va a salir bien, todo es fenomenal”

 

«Optimismo brasileño» 2016 50×45

 

D: ¿Cómo te ves a futuro?

AL: En la segunda mitad de este mismo año me toca otro desafío: una nueva mudanza, ¡al otro extremo del globo! El trabajo de mi marido nos lleva a una inmersión de dos años en la cultura rusa, en Moscú. Intentaré infiltrar la red artística Moscovita, tal como conseguí realizar una exposición individual aquí en una galería de San Pablo y exponer en la Feria de Arte Contemporáneo Paulista PARTE!

Créditos fotográficos: Diego Rinaldi 

 

Contacto
www.aurelielethu.com

 

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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