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“Las Flores de Bach no son milagrosas, lo milagroso es la vida”

Cuerpo & Alma
“Las Flores de Bach no son milagrosas, lo milagroso es la vida”

Entrevista a Celia Boné, primera instructora de Uruguay nombrada por el Centro Bach

marzo 17, 2017

 

 

Por Martina Pérez


A sus 52 años, Celia Ana Boné Artigas se siente una afortunada. Miramos juntas hacia atrás y constato que su vida no fue color de rosa. Profundos deseos truncados, corazones rotos, desencuentros, frustraciones. Claro que también muchas alegrías, giros inesperados, gratas sorpresas, afectos y fuertes lazos. Como quien dice, la vida misma. La de Celia y la de la mayoría de los seres humanos. ¿Pero, cuántos de nosotros nos detenemos y podemos afirmar que lo verdaderamente milagroso es la vida? Ni Celia misma lo creyó en todo momento.

Quizás la figura de su abuela materna ayudó mucho en este “despertar”. “Era genial inventando historias de brujas, de hadas y de duendes”, cuenta Celia, que ya de niña se reconocía inquieta y curiosa. “Mi abuela me permitía explorar el enorme fondo de su casa, jugar con los animales, perros, gatos, gallinas, y treparme a los árboles, cosa que mamá no me dejaba por temor a que me lastimara”. O, quizás, el sentir dentro suyo una gran pasión a temprana edad le enseñó a no conformarse con menos, en siempre volver a empezar. “Mi primera vocación fue ser bailarina, estudié ballet por años, pero en esa época esta formación en el Interior estaba muy limitada y no pude avanzar más, aunque es un amor que siempre llevo en el corazón”, reconoce.

A mediana edad, con una hija pisando la adolescencia, dejó un buen trabajo en Recursos Humanos y en el área comercial para volver a sentir aquello en su corazón. Así fue como decidió dedicarse de lleno a la terapia floral y a los cursos oficiales del Centro Bach. Hoy, por primera vez, Uruguay tiene su propia instructora. “Mi vocación de grande son las Flores, a través de ellas descubrí mi pasión y mi inspiración”, se explaya Celia, quien pasa sus días cocinando, leyendo, caminando por la playa… Feliz y serena de poder dedicar su vida a algo que la apasiona.

MP: ¿Cómo fue tu acercamiento a las Flores de Bach? 

CB: Alrededor de los 25 años, como consultante (paciente) para resolver una situación puntual. Luego, cuando llegué a los 40, empecé a notar que la vida que estaba llevando había estado bien pero ya no me motivaba. Me costaba todos los días la misma rutina, el mismo trabajo. Pensé que aún me quedaba la “segunda mitad” y que quería vivirla plenamente y empecé a analizar qué tenía pendiente y también qué tenía para dar. Y un día me acordé de lo que me habían ayudado las Flores y la respuesta llegó por ahí: era algo que me gustaba, me hacía bien y con lo que podía ayudar a alguien. Empecé a estudiar nuevamente, después del trabajo, iba a mi casa, hacía los quehaceres y cuando los demás se iban a dormir, me quedaba estudiando hasta las 2, 3 de la madrugada, ¡y no me pesaba! Los primeros consultantes los atendía después del trabajo o los fines de semana, hasta que me planteé el cambio definitivo: me dedicaría a lo que me hacía feliz. Como decía Bach: “Seguir los dictados del alma”. Un día me llamó una señora de la ciudad de Libertad, alguien le había hablado de mi trabajo, y quería atenderse. Me ofreció su casa, para que también atendiera a las vecinas. Y así llegaron las amigas y las vecinas, en esa y en otras ciudades: Colonia, Carmelo, Salto, Montevideo, etcétera. Luego llegaron otros lugares: centros de yoga, establecimientos de productos naturales, consultorios de otros profesionales… Todo se fue dando así.

MP: ¿Tenías prejuicios? 

CB: Siempre he recibido muy a gusto lo que nos da la naturaleza, y la necesidad de estar en contacto con ella. Ella me da alimento fresco, me encantan las frutas, verduras y semillas. Me da medicinas, soy de las personas que toma su tecito de yuyos, por supuesto tomo Flores cada vez que lo necesito. Me da un spa especializado en bajar el estrés cuando camino por la costa y siento el agua y la arena en los pies; o cuando necesito bajar vueltas y camino descalza por el pasto, cuando necesito tranquilidad para pensar y camino a la noche y miro las estrellas, que en el Interior lucen más brillantes que en la ciudad; me da diversión y alegría cuando juego con Clemente el gato o con Pepe un perro que apareció en el barrio hace un mes y estamos en proceso de adoptarnos mutuamente. Así que me acerqué a las Flores como me acerco a la naturaleza, con agradecimiento y respeto.

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“Bach decía que enfermábamos cuando nuestra alma y nuestra personalidad estaban desencontradas, por lo que encontrar nuestra misión y nuestra visión en la vida es parte importante de nuestra sanación”

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MP: ¿Qué opinión tenés de la medicina tradicional? ¿Te parece hay un avance hacia una visión más integral? 

CB: Yo sueño con un tiempo en que vayamos a un hospital o a una clínica, donde el ambiente sea amigable y el cuidado del paciente sea amoroso. A menudo hablando con amigos y con colegas, uno se acuerda del médico de familia y ¡lo extraña!  El médico de mi familia en Nueva Palmira, mi ciudad de origen, el doctor Madina, llegaba a mi casa, se sentaba en la cocina, a veces se quedaba a comer, se interesaba por la salud de todos y, si había alguien enfermo, lo primero que le preguntaba era cómo se sentía… O sea, preguntaba por su estado anímico. Luego pasaba a lo otro. Creo que actualmente hay una tendencia a integrar disciplinas y herramientas para mejorar la calidad de vida. De hecho a los cursos del Centro Bach cada vez más asisten profesionales de la salud: médicos, odontólogos, veterinarios, psicólogos, nutricionistas….

MP: ¿Las Flores requieren algo de parte del paciente más allá de la toma ordenada de las gotas? 

CB: Las Flores no son mágicas, no ponen ni sacan nada que ya no esté en el consultante. En cualquier tratamiento creo que lo necesario es el compromiso y asumir el cuidado y la responsabilidad de nuestra salud. Si tomo Flores para ayudarme a dejar un mal hábito, el cambio lo tengo que hacer yo, aunque las Flores me ayuden… Pero aún las personas que sólo toman ordenadamente las gotas, notan cambios.

MP: ¿A tus pacientes aconsejás acompañar las flores con otras herramientas alternativas? 

CB: No doy consejos, no soy buena para eso. Si estoy buscando por ejemplo, adoptar buenos hábitos alimenticios porque quiero tener un peso más saludable, va a colaborar mucho que haga una dieta sana y ayude con ejercicio, además de tomar las Flores. Lo que sí sugiero es que le den tiempo al tratamiento que hagan… A veces, por impaciencia o ansiedad, la persona busca resultados mágicos, inmediatos, y puede ser que algunas situaciones se puedan tratar e incluso mejorar rápidamente, aunque también hay otras situaciones, en las que es preciso trabajar un tiempo, incorporar hábitos saludables….

MP: ¿Cómo es una consulta con un terapeuta floral? 

CB: En la consulta básicamente se explica cómo funciona el sistema de Bach, se pregunta cuál es la expectativa del consultante, se trabaja con la situación, se pelan las capas de la cebolla, como decimos en el Centro Bach, esas capas son las emociones que vamos sintiendo, de las más exteriores a las más profundas, se trabaja sobre ellas, por qué están ahí, desde cuándo, para qué. Lo importante es centrarse en la emoción y en qué hago con ella. Finalmente, se sugieren las flores y se explica por qué se seleccionaron.  La duración depende de cada persona y lo que quiera trabajar. A veces es algo puntual, ejemplo, tengo una entrevista laboral y estoy nerviosa por eso. Otras puede ser que ese nerviosismo que siento por la entrevista lo tenga en cada situación nueva de mi vida y empiezo a descubrir que hay situaciones que me producen temor, ya tengo algo más que trabajar, y así con cada situación que se presente. Cada terapeuta tiene su modo de trabajo, su técnica.

MP: ¿Hace cuánto ejercés?

CB: Hace siete años que estoy registrada como Practitioner en el Centro Bach de Inglaterra. Llevo unos diez años estudiándolas. Soy Instructora para el Nivel 1 y 2 del Programa Internacional de Educación Dr. Edward Bach.

MP: Durante todo este tiempo, ¿encontrás algún denominador común entre quienes van a atenderse contigo? 

CB: Creo que la gente necesita sentirse escuchada y necesita imperiosamente comunicarse. Necesita contar en voz alta cómo se siente, sus miedos, sus pasiones, sus sueños, sin ser juzgada, sin que alguien presuponga nada. Es una época en que todos corremos… ¿En pos de qué? Hace un par de años vino una mamá con un niño porque el chico tenía dificultad para concentrarse en la escuela. Trabajamos un par de meses y salió el tema del bullying, hubo acompañamiento psicológico, por supuesto. Trabajamos el tema del profundo enojo de ese niño. Fue una experiencia de mucho aprendizaje para todos, la maestra del chico también se involucró muy positivamente. Y la familia, el papá y la mamá. Uno de los padres trabajaba mucho tiempo fuera de la casa y eso estaba repercutiendo negativamente. Conversamos con cada parte, pensamos cambios, los evaluamos y de todo ese trabajo, surgió la posibilidad que ese padre manejara la posibilidad de un cambio laboral, que finalmente se hizo. Pero antes del gran cambio, ya en el proceso, el chico había empezado a encontrarse mejor en la escuela y con el entorno. Y toda la familia había hecho un cambio muy, muy positivo: se comunicaban mucho más que antes, se dedicaban tiempo, se escuchaban, compartían actividades, descubrieron que había algo más que podían regalarse en sus vidas. Todo el grupo tomó flores, ¡hasta la maestra! (risas). Ver la tristeza en los ojos de ese chico al comienzo y ver su mirada ahora, alegre, confiado, poderoso en su seguridad hoy, es una de las personas que más me ha conmovido, un niño con tantas ganas de cambiar su vida por algo mejor. La gente sale de la primera consulta diciendo: “Ya me siento mejor”, cuando aún no ha empezado a tomar las flores, entonces, lo que hay es una necesidad de ser escuchado.

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«Ver la tristeza en los ojos de ese chico al comienzo y ver su mirada ahora, alegre, confiado (…). Es una de las personas que más me ha conmovido, un niño con tantas ganas de cambiar su vida por algo mejor»

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MP: ¿Recordás algún caso que te haya llamado la atención? 

CB: ¡Todos me llaman la atención! Cuando comencé no me daba cuenta… Luego empecé a observar que cada consultante me trae algo que yo también necesito trabajar y sanar, o que he necesitado sanar en algún momento de mi vida.

También me parece hermoso cuando la persona se decide a hacer cambios en su vida, cuando no es feliz, cuando tiene un trabajo que no le hace bien, cuando vive enojada, y un día, hay un momento en que decide cambiar… Ese cambio puede o no llevar tiempo, ser alegre o duro… Pero cuando me decido a cambiar y empiezo a accionar para lograr mis metas… ¡El ser humano es maravilloso y tiene tantos recursos! Sólo tiene que descubrirlos.

MP: ¿Son milagrosas las flores? 

CB: No, las Flores no son milagrosas. Lo milagroso es la vida.

MP: ¿Te ha pasado de gente que hayas llegado a la conclusión que no quiere curarse? 

CB: Sería muy irrespetuoso de mi parte llegar a esa conclusión… Podría pensar que aún no ha llegado su momento para descubrir cosas que su cuerpo o su alma le dicen. Y movernos, salir de nuestra zona de confort, del lugar al que estamos acostumbrados, aunque sea un lugar de enfermedad, suele provocarnos incomodidad y miedos. Una querida profesora me decía que cuando uno hace consciente la situación o el problema, ya no tiene más excusas…

MP: ¿Qué considerás fundamental para que una persona se sane? 

CB: Dicen que la voluntad, el querer sanarse, es fundamental pero al mismo tiempo quizás la persona justamente consulta porque carece de eso o no es consciente de su “defecto”… Creo que el hacernos conscientes es parte fundamental, como lo dije antes. Bach decía que enfermábamos cuando nuestra alma y nuestra personalidad estaban desencontradas, por lo que encontrar nuestra misión y nuestra visión en la vida es parte importante de nuestra sanación. Es muy hermoso trabajar con el por qué y para qué estoy acá. También nos enseñó que si teníamos el “defecto” también teníamos la “virtud”, y que trabajábamos con la persona enseñándole, no a insistir en el defecto, sino a desarrollar la virtud, porque de esta forma el defecto pierde fuerza y se diluye, y se potencia la virtud.

Contacto:
Celia Boné
Tel. 098 926 647
Email cboneartigas@hotmail.com
http://www.floresbach.com/index.php
Fotos: Eugenia Ladra

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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