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Laguna Garzón Lodge, “la furia y la calma, en un mismo lugar”

Cuerpo & Alma
Laguna Garzón Lodge, “la furia y la calma, en un mismo lugar”

Así lo describe Andrea Fava, directora del hotel flotante sobre la laguna Garzón, construido sobre un cuarzo gigantesco y broche de una historia de vida apasionante

marzo 24, 2017

 

 

Por Dolores de Arteaga. 

Hay proyectos que nacen en reuniones ceremoniales. Para mí los mejores, los más creativos, surgen de estados de risas, de carcajadas, “de tirar cualquiera”, por descabellada o surrealista que suene la idea para el que esté fuera de escena. Un caso semejante fue el de los hermanos Sosa, Fernando y Pablo. Y sin faltar las copas entre manos.

“Fue un conversación en un asado, entre mi marido y su hermano. Dijeron que había que innovar en este país. Y cuando el vino corrió por su sangre, tiraron el ‘bolazo’ de hacer un hotel flotante. No fue una idea pensada previamente. Después de ese día lo siguieron conversando”. Estas palabras fluyeron de la boca de Andrea Fava, directora del Laguna Garzón Lodge, en mi visita al hotel. La historia del emprendimiento me fascinó. Y su historia de vida me cautivó.

Pablo, ingeniero agrónomo y marido de Andrea, su hermano Fernando, arquitecto encargado de la infraestructura de los lodges, y Pablo Armand Ugon, son los socios y responsables del hotel flotante, situado en el cruce entre los departamentos de Rocha y Maldonado, a pocos metros del océano Atlántico. Un hotel mimetizado con la naturaleza. Como si hubiese formado parte de esa estampa marina siempre.

“En la temporada del 2011-2012 fue el primer verano que empezamos a trabajar.  Ver esto construido después de haberlo visto dibujado, para mí fue un impacto muy fuerte y una sensación muy linda. Y más cuando lo hacés en tu país”, acota Andrea, quien se encarga, personalmente, de absolutamente todos los temas del Hotel. “Es como no trabajar. La gente no te molesta por nada. Cuando la persona llega al Hotel, ya sabe cómo se llama la mascota, que mi marido navega, etcétera. Nunca dejé que alguien manejara los mails con las reservas. La gente que se acerca aquí tiene otra forma de ver la vida.”

 

Tinto, la mascota del Hotel


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“Nuestro desafío era crear un destino turístico que fuera la laguna Garzón, pero sabíamos que iba a llevar tiempo, de hecho la gente no sabía dónde estaba”

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Dolores: ¿Cómo te tomaste la noticia del hotel flotante? Porque vos no estabas presente cuando se gestó la idea…

Andrea Fava: Nosotros no estábamos viviendo en Uruguay en aquél momento. En el 2005 me fui a ver a mi familia a España y mi marido Pablo se vino a ver a su familia a Uruguay. Cuando nos reencontramos, apareció con una carpeta ya armada, con todo el proyecto, y me dijo que la iba a presentar a la Dirección de Medio Ambiente. A mí me parecía algo tan absurdo que nunca le di mucha atención. Hasta que me dijo que habían salido los permisos y que nos mudábamos a Uruguay.

 

 

D: El diseño lo hizo el mismo arquitecto del hotel Alma Histórica, Fernando Sosa.

AF: Sí. El diseño arquitectónico del lugar es súper fantástico y lo hizo mi cuñado Fernando. Y mi marido Pablo, que trabajó para Naciones Unidas en Manejo Sustentable, en Recursos Naturales, fue el que hizo los proyectos para conseguir los permisos. Porque la construcción per se no iba a ser sustentable, así que había que mover el proyecto de otras formas para que fuese aprobado por la Dirección Nacional de Medio Ambiente. Era un riesgo bastante alto y fue una apuesta para que algún día se convirtiese en realidad. Y, la verdad, el que desde el primer momento tuvo fe ciega en que esto iba a salir, fue mi marido Pablo. Demoramos cinco años en conseguir los permisos…Empezamos con los papeles en el 2005.

D: En la Polinesia hay hoteles de esta onda, ¿no?

AF: Sí, pero en general las habitaciones están construidas sobre palafitos, palos enterrados en la arena, que no quiere decir que sean flotantes. Nuestra construcción es como un puerto con un Club House muy grande, y en las marinas del puerto lo que hicimos fue amarrar balsas construidas en madera. Por debajo tienen tanques cerrados de 200 litros (reciclados, de industria alimentaria), que es lo que mantiene la flotabilidad de la balsa, y sobre esa balsa construimos las habitaciones de un hotel. Cada balsa tiene una habitación de hotel. La construcción fue extremadamente rigurosa. No puede haber color en el hotel, porque tiene que tener cero impacto visual. Nosotros nos camuflamos con el pueblo de pescadores, y ese poblado de pescadores también es una de las causas por la cual elegimos este lugar.

 

 

D: ¿Por qué este lugar dentro de Uruguay?

AF: Nuestro desafío era crear un destino turístico que fuera la laguna Garzón, pero sabíamos que iba a llevar un tiempo; de hecho la gente no sabía dónde estaba. Entonces decíamos que quedaba a 7 km de José Ignacio. En José Ignacio la gente vive una realidad que no es el Uruguay real. La gente no puede creer que haya tanto espacio vacío. Para nosotros el pueblo de pescadores es la representación máxima de lo que es Rocha. Y si nosotros consiguiéramos que la gente tome a la Laguna como destino turístico, entonces nosotros querríamos ser Rocha, no Maldonado. El pueblo de pescadores nos identifica más con el Uruguay y tenemos al paisaje como parte de la genética, de la costera de nuestro país. De hecho, muchos de los hijos de los pescadores trabajaron en la obra del Hotel. El sereno de nuestra obra fue el pescador más antiguo que hay en la colonia y tenemos una relación fantástica. Antes de empezar a realizar la obra les pedimos permiso para utilizar ese espacio, ya que consideramos que era de ellos. Los turistas van al pueblo, conversan y salen a pescar con los pescadores; una experiencia maravillosa. La magia del lugar es vivir lo que hay alrededor.

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“El pueblo de pescadores nos identifica más con el Uruguay (…). Antes de empezar a realizar la obra les pedimos permiso para utilizar ese espacio, ya que consideramos que era de ellos. Los turistas van al pueblo, conversan y salen a pescar con los pescadores; una experiencia maravillosa. La magia del lugar es vivir lo que hay alrededor”.

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D: ¿Cómo es una habitación del hotel?

AF: Son muy simples. Tienen una habitación de 35 metros cuadrados, y su cabecera tiene un espejo para que, cuando entres, te reflejes y veas detrás tuyo a la laguna. Da esa sensación óptica de estar dentro del agua. Tiene un baño completo. Un “livincito”, un armario y valijero, frigo bar, aire acondicionado. Un deck con opciones distintas, hamacas paraguayas, puffs, etcétera. Es divino, porque los pies te quedan en el agua y la calidad de esta última es impresionante. Siempre les planteo el desafío de poner un vaso de agua mineral y otro con agua de la laguna… ¡No sabés cuál es cuál!

 

 

D: ¿Dónde se pueden hacer las comidas del día ?

AF: En el Club House hay un restorán que en alta estación, de diciembre a mediados de febrero, es manejado por los chicos de Café Misterio (Roberto Behrens y Juan Pablo Clerici). Y en la baja nosotros sólo trabajamos para los clientes del hotel, en una zona de livings, con el desayuno, y en cuanto a la cena la preparamos nosotros con un menú que tiene sabor a la comida que estás comiendo. Son carnes, verduras y ensaladas que se hacen a la plancha. Sin condimentos ni salsas. La única preocupación extrema es encontrar los productos de alta calidad, y que si te comés un tomate, que tenga sabor a tomate con un rico aceite de oliva. Una comida auténtica con el sabor auténtico, tal cual es el lugar. Desde las terrazas, tenés una visión de la inmensidad de la laguna… ¡Qué es brutal!

D: ¿Cierran en la temporada de invierno?

AF: Este año, en invierno, y mientras el clima sea agradable, tenemos pensada una nueva propuesta. Que se junten grupos y que usen un mínimo de cuatro habitaciones. La idea es que el Club House esté abierto para que lo usen como un lugar común. Se les puede cotizar con todas las comidas incluidas o, si no, hacer una especie de Master Chef; que cada uno tenga el reto de pensar una comida (trayendo todos los ingredientes), entonces la comida la hace alguien diferente cada día.

D: ¿Por qué en invierno no siguen con el mismo sistema de verano?

AF: El único problema, que no nos deja funcionar libremente, es la cantidad de agua que haya en la laguna. Cuando la laguna crece mucho, toda las marinas fijas quedan bajo el agua, entonces nosotros forzosamente tenemos que desenchufar la electricidad, la entrada de agua y la salida en cada parte de sanitaria. Tenemos que dejar las habitaciones con lo que se llama el borneo, como los barcos. Dejás que las habitaciones se golpeen unas con otras, que se vayan rotando, así que debemos de desarmar todas esas pasarelas cuando sube el agua. Entonces, al terminar la temporada, tenemos que levantar todos los paneles de las marinas y llevarlos a tierra. Es complicado en invierno operar, porque tenemos que estar armando y desarmando según el crecimiento de la laguna. Por eso la idea era dejar una de la marinas que está en la parte más baja, la que tiene menos profundidad, y armar y desarmar solo una (por marinas entendemos el camino que te lleva a la habitación).

D: Imagino que más de una vez les habrá tocado alguna tormenta de verano. 

AF: Sí. En situaciones extremas, con temporal, hemos estado con gente a bordo y la verdad es que es una experiencia distinta pero espectacular. Las tormentas eléctricas son una expresión fantástica sin igual. Es como ver un espectáculo de ciencia ficción, y sus efectos especiales parecen de mentira.

D: ¿Qué es lo que uno no se puede perder acá?

AF: Dormir con las ventanas abiertas. No importa que te levantes con el primer rayo de sol. La primera noche hay que mirar las estrellas, hay un mundo arriba que uno desconoce cuando vive en la ciudad. Es mágico, te sorprendés. Cuando abrís los ojos por la mañana te genera un efecto como que la cama está en el agua. No ves el resto de la habitación, sino que ves directamente el agua. Hay unos atardeceres increíbles. Las lunas llenas son una locura. Somos la calma y la furia en el mismo lugar; tenés un mar de océano abierto, súper agresivo, con olas enormes que golpean y que se escuchan por la noche, con la espuma más blanca que te puedas imaginar…

 

 

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“La primera noche hay que mirar las estrellas, hay un mundo arriba que uno desconoce cuando vive en la ciudad. Cuando abrís los ojos por la mañana te genera un efecto como que la cama está en el agua. No ves el resto de la habitación, sino que ves directamente el agua (…).  Tenés un mar de océano abierto, súper agresivo, con olas enormes que golpean y que se escuchan por la noche, con la espuma más blanca que te puedas imaginar”

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D: “No es para cualquiera”, me dijiste en un momento de la charla…

AF: Es que no es para cualquiera, porque las personas que te eligen ya vienen predispuestas a pasarla bien. La gente se adapta a los tiempos. Esto funciona a un ritmo totalmente distinto, más despacio que en el mundo real. Es una burbuja. Me ha pasado de matrimonios que han venido a festejar los 50 años y me han dicho que este lugar les hizo redescubrir sus matrimonios. Hay dos señoras venezolanas que ya es la tercera vez que vienen, que trabajan en la Embajada de Venezuela, y traen a su madre que usa silla de ruedas; pero cuentan que cuando llega acá, sube y baja los escalones como si nada. La mujer dice que venir a este lugar la rejuvenece. También tuvimos una renovación de votos de unos americanos, que fue increíble, con unos sentimientos muy fuertes.

 

 

D: ¿Los visitan más extranjeros que uruguayos?

AF: Un 60% extranjeros y un 40% uruguayos. Depende de la época. Los europeos quedan fascinados, no lo pueden creer; además, son personas que han viajado por todas partes del mundo. Este año tuvimos por primera vez huéspedes japoneses y chinos, no sé cómo llegan a Uruguay (risas). Cuando viene un extranjero siempre le pregunto qué es lo que les gusta del Uruguay, y todos me contestan “la gente”; es que el uruguayo es una personaje especial. Otra cosa que les encanta es la cantidad de espacios libres que tiene nuestro país, que no se ve en casi ningún lugar. Con los uruguayos tengo una debilidad particular y también les hago un city tour personal. Si hay una persona que tiene muchas ganas de venir a este lugar, nosotros lo hacemos posible.

D: ¿Hace cuánto que están juntos con Pablo, tu marido?

AF: 17 años. Pablo era divorciado y yo soltera. Viví con mis padres hasta los 30 años, una vida normal y cotidiana. Mi marido me despertó a la vida con una fuerza increíble, me mostró el mundo y me demostró que soy una persona fuerte, más de lo que yo creía. La verdad, me cambió la vida. Siempre fui “cuadradita”, soy hija de mamá y de papá total, mis hermanos se fueron a vivir a España siendo muy chicos, y yo, extremadamente protegida por mis padres. Salí a trabajar por primera vez a los 26 años. Tengo un familia increíble. Y, esas vueltas de la vida me llevaron a conocer a quien ahora es mi marido. Nuestra vida fue como una caja de sorpresas, como abrir una caja de Pandora. La vida nos sorprendió con cosas fantásticas e hicimos cosas que nunca habíamos imaginado. Tuvimos experiencias intransferibles, fueron diez años de vida que fueron pura aventura.

 

Andrea Fava y Pablo Sosa

 

D: ¿Por qué “diez años de vida”?

AF: Porque toda su vida él navegó, pero en un momento se le dio que quería ser capitán de un barco que tuviera determinadas características. Y durante diez años navegamos. Nos fuimos a Palma de Mallorca a trabajar en barcos, a buscar uno que necesitara tripulación. Una temporada navegamos con unos españoles y otra con unos portugueses. Yo no tenía idea cómo se navegaba, no sé nadar, no me gusta, le tengo pánico al agua. En un momento nos ofrecieron que para llegar al barco que soñábamos teníamos que tener más cantidad de millas navegadas, entonces la opción era conseguir cruzar el Atlántico. Nos contactamos con un astillero de Sudáfrica que hacía catamaranes, y empezamos con el delivery de los catamaranes al Caribe o a Europa, navegando; hicimos tres cruces del océano. Yo soy una persona extremadamente femenina, adoro los accesorios, la ropa, etcétera. Siempre le digo a mi marido que la renuncia más grande que hice por él no fue navegar, sino renunciar a mi femineidad, ya que la vida en los puertos y en los barcos es de hombres. Tenés que volverte asexuada.

 

 

D: ¿Y cómo sobreviviste?

AF: Es que te terminás dando cuenta lo tonto que es acumular tantas cosas. Yo era coleccioncita obsesiva de zapatos, y terminé viviendo casi diez años con un bolso que pesaba casi 25 k, porque era lo único que podía llevar de un aeropuerto a otro. Hoy día quedé en el medio, me gusta mucho estar bien pero no me importa la moda, me gusta sentirme bien conmigo, encontré un estilo que me encanta y me siento cómoda, tengo mi estilo personal. Ya no voy más a la peluquería y me corto el pelo con máquina de varón. Mi marido es fanático de los sombreros, es coleccionista, y tiene una onda muy personal.

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“Es que te terminás dando cuenta lo tonto que es acumular tantas cosas. Yo era coleccioncita obsesiva de zapatos, y terminé viviendo casi diez años con un bolso que pesaba casi 25 k, porque era lo único que podía llevar de un aeropuerto a otro”.

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D: Contame alguna anécdota en los barcos…

AF: El último barco en el que trabajamos era del primo del Rey de España, con un velero muy de lujo y los invitados también. Querían que nos pusiéramos uniforme y era algo que nos negábamos, mi marido andaba con sus camisas de lino y yo con mi ropa; nunca nadie logró que nos pusiéramos uniforme. Él tenía una escudería de Fórmula 2, que corre el mismo circuito que la Fórmula 1, por eso Pablo conoció todos los circuitos a los que se podía llegar por barco en España, Mónaco, Francia, etcétera; y también a todos los corredores de Fórmula 1, porque el dueño del barco se los presentó personalmente. Tenían una relación muy particular.

D: ¿Invitaron al Lodge al primo del Rey?

AF: No, porque no es muy sociable. Pero es muy linda gente.

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“Me llevó a conocer Los Andes. El haber visto en Jujuy la cadena de montañas toda verde con los Andes atrás, fue la primera vez que un paisaje me hizo llorar. Y a partir de ahí, fueron miles de experiencias. Los cruces de océanos fueron en costas excepcionales, con terror, pánico, pero por otro lado viví experiencias que si las tuviera que vivir de nuevo, lo haría. Hay cosas que te van marcando”

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D: Antes de los años en el mar, ¿qué fue lo primero que hizo tu marido para que descubrieras el mundo?

AF: Me llevó a conocer Los Andes. El haber visto en Jujuy la cadena de montañas toda verde con los Andes atrás, fue la primera vez que un paisaje me hizo llorar. Y a partir de ahí, fueron miles de experiencias. Los cruces de océanos fueron en costas excepcionales, con terror, pánico, pero por otro lado viví experiencias que si las tuviera que vivir de nuevo, lo haría. Hay cosas que te van marcando. Para mí Jujuy fue increíble, después Porto de Galinhas en Brasil; hace diez años no había nada, y fue la primera vez que pude mostrar mi cuerpo sin vergüenza.

Ahí, en Porto Galinhas, donde fuimos de vacaciones y nos terminamos quedando dos años, nos largamos como empresarios. El emprendimiento se llamaba “Paseos en Barco”, y me dio un lugar que nunca había ocupado. Empecé a manejar personal, salir a vender, hacer contactos con las agencias de viaje, con hoteles. Y descubrí que lo mejor que tiene una mujer es la conquista, los mayores logros los conseguí con la sonrisa. Hoy tengo 48 años y me siento mucho más feliz que cuando tenía 20. Me encanta la persona en la cual me convertí.

D: ¿Cómo llegaron al mundo hotelero?

AF: De casualidad. En los barcos trabajás mucho con la excelencia en la atención. Por ejemplo, si alguien ha tenido tripulaciones durante todos los veranos, ¿por qué a ti te consideraban diferente? Tal vez era por brindarle más tiempo a cada detalle, a cada persona, a decorar las habitaciones, etcétera. Nos dimos cuenta que la atención personalizada no se usaba, que nadie la aplicaba, y si tu lo hacías, la gente consideraba que eras la mejor persona del mundo. Eso lo aprendimos en los barcos. Y nos convertimos en hoteleros de la misma forma en que yo me convertí en marinera profesional de la marina inglesa con diploma y todo, simplemente porque la vida nos llevó a eso de la navegación.

Con mi marido decimos que somos como monos, no perdemos una liana antes de que aparezca otra. Y ahí recién nos lanzamos. Hasta este año tuvimos Miradores de la Laguna Garzón, un hotel fantástico donde vivimos una experiencia increíble. Lo cerramos porque, como tuve unos problemas de salud, decidimos que de los dos hoteles no nos podíamos ocupar. Además, porque para nosotros todo esto es una forma de vida que se terminó convirtiendo en un trabajo, nos estaba ocupando demasiado tiempo y ya no disfrutábamos lo que hacíamos. Así que decidimos quedarnos, con total alegría, solo con el hotel flotante.

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“(En la venta) descubrí que lo mejor que tiene una mujer es la conquista, los mayores logros los conseguí con la sonrisa. Hoy tengo 48 años y me siento mucho más feliz que cuando tenía 20. Me encanta la persona en la cual me convertí”

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D: Para terminar…

AF: Cuando recién llegamos el camino era todo de tierra, y descubrimos que toda la parte que está debajo de la laguna es un cuarzo gigantesco. Eso explica que este lugar esté lleno de energía. Venir a nuestro hotel es una experiencia intransferible, y no es algo que digo yo, sino que lo dice cada una de las personas que han estado. Puedo asegurar que la experiencia no defrauda nunca, se vive de una forma distinta y te la llevás contigo para siempre.

 

 

Fotos: Gentileza Laguna Garzón Lodge (fotógrafo: Ignacio Guani)

 

 

Info útil

Precio hasta el domingo de Pascuas: 2 noches por U$ 300 (pago contado). Incluye desayuno, bicis, kayaks, cañas de pescar y calderines.

Niños: Admiten mayores de 12 años.

 

Contacto

Laguna Garzón Lodge

Tel. (+00598) 9386 1000

Mail info@lagunagarzon.com.uy

Dir. Ruta 10, Km 190.5, Laguna Garzón, Rocha, Uruguay

 

 

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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