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La penitencia no es el único camino

Cuerpo & Alma
La penitencia no es el único camino

Nuestra columnista Belén Settembri desmitifica el clásico concepto de penitencia

abril 09, 2014

Penitencia-BELEN-SETTEMBRI-ilustración

Por qué no creo en la penitencia como herramienta para educar nuestros hijos

Parte 1

Por Belén Settembri *

“Una de las herramientas mas usadas por nosotros, los padres, a la hora de educar a nuestros hijos es la famosa penitencia, time-out en inglés, incluso naughty corner en algunos contextos como colegios o guarderías de habla inglesa. Existen miles de libros y estudios que avalan su eficacia (como me dijo claramente una experta en Positive Parenting a la que fui a escuchar esta semana en una mini conferencia para madres que, como yo, buscamos hacer cada vez mejor nuestra tarea). No quise seguir la discusión con la experta… Pero sí, hasta los perros aprenden ciertos comportamientos en base a penitencia y premios. En cuanto a los libros y estudios, ya sabemos que para cada teoría, hay miles de páginas destinadas a corroborarla, sin embargo esto no quiere decir que lo tengamos que tomar como verdad absoluta.

Las penitencias pueden llegar a cambiar comportamientos y también pueden servir para dejar  límites claros, que hay cosas que en nuestra casa no se aceptan. En tanto, también es una forma “corto placista” que deja la mayoría de las veces un sabor amargo y poco aprendizaje real a la hora de crear vínculos, relaciones de confianza, armonía y amor entre padres e hijos.

Yo no sé si existen penitencias en paz, de las que los niños se sientan, reflexionan, vuelven contentos y agradecidos por la oportunidad de aprender ciertos límites y dispuestos a no sobrepasarlos otra vez. Si ustedes conocen algunas, bienvenidas las penitencias o como ustedes las  llamen en su casa. Las que conozco yo, y a las que me refiero en este artículo, vienen con portazos, caras de taco o llantos, mucho enojo y el inevitable y obligado perdón lleno de miedo, culpas y arrepentimiento.

Alternativas: Escuchar, entender, relaciones de poder equilibradas

“¿Pero entonces qué hago?” , me pregunta mi amiga que tiene un chico de 3 años que es muy físico y que pareciese no entender los límites. Como he escrito en otras columnas, no creo en las varitas mágicas pero sí en que cada familia use y adapte las herramientas que le funcionen mejor en su sistema de relaciones. Este tema da para varios ángulos y, de a poco, en futuras columnas, los voy a ir cubriendo.

Un primer abordaje incorpora elementos del yoga y de la filosofía Zen que considero muy útiles a la hora de criar hijos. Los niños chicos buscan límites de diversas maneras (la mayoría de las veces descontrolados), quieren que los padres los paren porque ellos solitos no saben cómo parar. Una de las herramientas que considero de las mas eficientes son los abrazos fuertes, esos que son capaces de parar patadas, llantos y berrinches. Un fuerte abrazo que les ofrezca seguridad, incluso tratando de cruzarle a los niños los brazos, una mano en cada hombro. Nosotros somos energía y los niños son muy, pero muy permeables. “Absorben” energía del entorno, de lo que comen, de situaciones como falta de sueño, de la televisión, de la pantalla de la tablet, de otras personas, nervios o estados de ánimo, por nombrar algunos ejemplos.

Cuando son mas grandes, se les puede enseñar a respirar, a desarrollar  mecanismos de defensa y de poder tomarse un momento en el medio del enojo y la rabia para reconocer sus emociones y elegir cómo continuar.

Existen varios ejercicios en yoga como pintar un mandala (en Internet hay versiones para colorear), mirarlo y buscar la tranquilidad con la visualización, entendiendo que todo y todos estamos interconectados. Otro ejercicio muy simple y útil es inhalar en cuatro tiempos y exhalar en seis u ocho tiempos. Ejercicios que pueden ser practicados cuando todo está bien y no hay conflicto, y que después puedan ser usados en otros momentos. Por último, practicar el Omm como sonido alinea a los niños mediante la vibración y les parece divertidísimo practicarlo; sirve desde que son chiquititos.

En la próxima columna vamos a seguir incorporando alternativas y ojalá, de a poco, esos momentos de angustia para ambas partes, padres e hijos, se vayan disipando y creando espacio para relaciones de aprendizaje, armonía y disfrute… Es que de eso se trata ser padres, ¡es un viaje destinado a disfrutarse y no a padecerlo!”

 

Contactos:
María Belén Settembri
*Coach Co-Activa (Coaching Training Institute)
especializada en personas en transición
bsettemb@hotmail.com
Skype: belen.settembri
Mobile: +97 (1) 55 774 5829

Ilustración: Lucía Franco

 

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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