Espíritu que contagia
Cuerpo & Alma
Rosario Rachetti nos cuenta sobre el Centro Educativo Providencia, que desde hace 20 años ininterrumpidos es un ejemplo a copiar
Rosario “Pata” Rachetti es realmente un espíritu que contagia. Todo surgió cuando nació su sexto hijo y se vio desbordada como para seguir trabajando como contadora. Empezó a ir al Hogar Divina Providencia a dar una mano ya que Huerto, su directora, le dijo que necesitaban ayuda.
“Había como 30 chicas huérfanas, me puse a trabajar con las monjas y formamos un grupo lindísimo. Me hice muy amiga de Huerto, era una persona divina…Más allá de lo que yo la ayudé, ella me marcó mucho a mi como persona.” Ese fue su primer contacto con lo social.
Años después fundó el Club de Niños, que fue el comienzo del Centro Educativo Providencia, el cual cuenta hoy con 20 años ininterrumpidos de atención a niños en situación de vulnerabilidad.
Dolores: ¿Cómo empezó el Centro Educativo Providencia?
Pata Rachetti: Empezamos con un contenedor y al poco tiempo ya fueron dos, formamos lo que se llamó el Club de Niños. La idea era ayudar a los chicos en sus necesidades más precarias. Los apoyábamos con los deberes, les dábamos la merienda y hacían manualidades. ¡No me olvido el estado en que llegaban esos chicos! Hay una anécdota de una familia que cuando terminaba el año borraba los cuadernos para volver a usarlos.
D: Vos con seis hijos…Y una dice que no tiene tiempo…
PR: No te olvides que yo había dejado mi profesión, y les hizo bien a todos en mi familia. Por suerte se fueron sumando personas que hicieron que esto creciera.
D: Y creció…
PR: Compramos un terreno en un barrio un poco mejor, Casabó, en el Cerro de Montevideo, con una importante donación, y mudamos los contenedores. Siempre tratamos de responder a lo que la gente del barrio nos iba pidiendo. Luego conseguimos hacer los tres salones.
D: ¿Y qué pasó cuando los chicos del Club de Niños crecieron?
PR: Claro, los chicos terminaban sexto y ¡no se querían ir! Ahí se hizo toda una lectura de por qué no se querían ir, y era porque los tratábamos bien, les dábamos de comer. Algo teníamos que hacer al respecto. Las familias de los chicos nos fueron apoyando, haciendo talleres e involucrándose cada vez más, fue impresionante… Y de esta forma el Liceo se fue gestando solo. Fue una idea que se fue madurando, como un aporte más al barrio, que mejorara las condiciones de vida; tenemos mucho respaldo de la educación pública de la zona.
D: 2014, Providencia inaugura Liceo. Contame un poco…
PR: El Liceo empezó en 1ro. de liceo con 60 alumnos. Si bien hay chicos que no pueden utilizar el Liceo porque ya están más adelantados, igualmente están contentos de haber sido parte de…En la inauguración fue un placer verlos, había padres que lloraban, no podían creerlo. El chico y su familia son los que cambian el barrio. La realidad es que los chicos fueron demandando cada vez más, sintiendo a Providencia como su casa.
D: ¿Qué criterio aplicaron para ver quiénes entraban al liceo?
PR: Los que venían del Club de Niños pasaban directamente, los demás son de las escuelas de la zona: invitamos a los chicos a que se vinieran a anotar y entre los inscriptos se hizo un sorteo con escribano público. Una vez sorteados los futuros alumnos, se fue a visitar a cada una de las familias y hacerles saber la importancia del compromiso.
D: Fundamental el compromiso parental.
PR: Sí, totalmente. Notamos muy buena recepción, las familias están apoyando mucho; ya el año pasado empezamos con talleres. Una vez al mes los padres tienen que hacer una actividad con los chicos en el Liceo, para que vean qué les pasa a sus hijos, cómo los pueden ayudar; son impresionantes los resultados.
D: Desde el punto de vista económico, ¿Quiénes hacen posible que el Club de Niños y ahora el Liceo sean una realidad?
PR: Todo esto no es sólo gracias a Providencia, es una comunidad: el INAU nos apoya fuertemente con el Club de Niños; donaciones; padrinos; embajadas. ¡Todo esto sale carísimo! Hay gente que apadrina a un chico, la beca anual es de 1500 dólares; no tiene que ser por el total, se puede poner menos, lo que se pueda. Por suerte hay bastantes padrinos y se van sumando cada vez más. La idea es que todos nos comprometamos con algo, porque es una obra para Uruguay, para estos chicos en particular, para este barrio. ¡Y se ven los cambios! El liceo Jubilar, que también está en el barrio Casavalle, nos ha ayudado mucho en todo esto; estamos re contentos.
D: En cuanto a Providencia, ¿Qué es lo que te deja más contenta?
PR: Que los chicos se sientan bien, que cada uno siga su proyecto de vida y que pueda desarrollarse a sí mismo, y por eso también es tan importante que la familia sea parte de este proceso. Uno está para ayudar al hijo de esta familia y darle herramientas.
D: ¿En qué te cambió tu vida Providencia?
PR: Yo creo que me ayudó en el crecimiento personal y en la manera de educar a mis hijos, contarles experiencias, mostrándoles cómo la gente se arregla con mucho menos y que valoren lo que tienen; también aprendí a mirarlos más, porque no sólo viven cosas los chicos carentes…
D: Palabras finales…
PR: Lo que quiero dejar claro es que Providencia es una obra que fue creciendo respondiendo al barrio. Tenemos una organización, planes estratégicos, personas con responsabilidades… ¡Creo que va a ser un gran año para Providencia! Hay tanto para hacer…
Contacto:
Rosario Rachetti
rosariorachetti@providencia.org.uy
Centro Educativo Providencia
2314 2426
www.providencia.org.uy
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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