Andar livianos
Vestir: una pasión
El lino es verano. Maniáticos de la perfección, obsesivos compulsivos, abstenerse… O relajarse y volverse fans de este tejido
Banda sonora Flor de Lino por Mery Murua
Texto: Martina Pérez
Fotos: Olivia Pérez
“I want to believe that the imperfections are nothing—that the light is everything—that it is more than the sum of each flawed blossom rising and fading.” Mary Oliver
Si tuviera que describir el verano a través de los sentidos, al momento del tacto sin duda elegiría el lino. Es que el lino es verano.
Veo lino, así sea en un transeúnte en medio del paisaje más urbano, y mi cabeza se traslada inmediatamente a una tarde soleada de verano, bajo la sombra de un árbol, a orillas del mar.
Una primera y básica mirada alcanza para elegirla entre las fibras más primitivas y genuinas. Su resistencia a la rotura es casi el doble que la del algodón. Y fue el lino, junto con la lana, el tejido más importante en Europa en tiempos remotos, mucho antes que el algodón reinara.
El lino es lino. Y no sólo inspira frescura, comodidad, descanso, andar liviano. Una segunda mirada, valora al lino como un tejido noble, que nos acerca a la Madre Tierra. El lino es tierra ya en su abanico de tonos: blanquecino, rubio, tostado o gris claro. Y es naturaleza, rebelde, indomable, bella. No es una prenda para maniáticos de la plancha: se entiende que el lino se arruga y que la arruga ¡es bella!
Repaso las imágenes de hombres y mujeres ataviados en lino. Los veo relajados, lánguidos, despojados. Quizás verdaderamente lo sean, o quizás haya mucho trabajo detrás de esa apariencia tan simple. Quizás la obsesión detrás de “la moda de la arruga” borre de un plumazo la cualidad intrínseca de tan noble textura. Quizás muchas de estas damas, tan cool y actualizadas, lleguen a sus hogares y chequeen (o manden chequear) varias veces si la puerta está efectivamente trancada y las hornallas apagadas.
Da igual. La vestimenta es una forma de expresión que nos delata y nos revela. Celebremos el lino. Elijámoslo. Estemos a la altura o no lo estemos. Seamos dignos portadores de sus cualidades. Quizás, poco a poco, vayamos dejando atrás obsesiones y manías, y vayamos entendiendo y aceptando su invitación a soltar, su viaje a lo primitivo, el encanto de sus arrugas, la belleza de lo imperfecto.
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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