“Para mi nada te va a lucir tanto como un anillo, tiene que ver con la gestualidad y el movimiento”
Deco & Diseño
Charla con la diseñadora de joyas Cindy Kleist, quien está detrás de cada detalle de la marca que lleva su nombre
Por Dolores de Arteaga
Siempre me intrigó saber qué es lo que lleva a las mujeres a ponerse collares y anillos. Me encanta observarlas “enjoyadas”, pero es algo que nunca pude hacer. Siempre sentí que los collares y los anillos no iban conmigo. Que estaban de más. Pero mi percepción de las joyas cambió cuando conocí las obras de arte de Cindy Kleist. Ni bien entré en su taller en Pocitos, quedé obnubilada con un anillo. Desde ese día mi anular izquierdo pasó a estar “vestido” con uno ancho en plata y bronce. Hasta hoy me río de mi misma mirándome la mano. Sus anillos tienen ese dejo artesanal que los hace distintos a los que venden en las joyerías. Y eso mismo es lo que los hace tan especiales.
Con 29 años y casada, Cindy Kleist estudió simultáneamente Diseño de Modas en la ORT y Orfebrería en el taller de Alvaro Martino: “Fui de sus primeras alumnas. Yo lo que quería era hacerme mis propias joyas. Hasta el día de hoy tengo guardado mi primer anillo, que tenía todos los caprichos. Quedó imperfecto, pero fue un éxito. Mis amigas querían que les hiciera uno. Al principio no cobraba, los regalaba. Me compré la mesa de orfebre, con la garrafa de gas, y la puse en mi cuarto.”
Su padre, fallecido hace unos años, fue un artista plástico de renombre, sus obras son réplicas de las costumbres judías. Fue una veta que empezó a cultivar después de la crisis del 2002. “Los padres de mi papá estuvieron en la guerra. A mis abuelos le mataron a toda la familia. Historia complicada. A mi padre la angustia le quedó para siempre. Su primera muestra la hizo en Punta del Este, la veías y salías llorando. Todo en colores ocres y en blanco y negro”, comenta Cindy emocionada, la cual siempre tuvo el apoyo de su padre en todo lo que tuviera que ver con lo artístico.
De niña siempre iba a talleres de expresión: cerámica, pintura, entre otros. A pesar de disfrutar mucho trabajando con las manos, haciéndose pulseras y collares con canutillos, en sus planes nunca estuvo el estudiar joyería. De adolescente supo ser líder de los llamados movimientos juveniles: “Es una de las mejores cosas que tiene la comunidad. Sos como un boy scout. Tenés a tu cargo niños de entre 3 y 8 años.” Cuando terminó el liceo se fue un año a vivir a Israel a través de un programa, teniendo en mente que a la vuelta iba a estudiar Hotelería y Gastronomía. Pero estando allá, la idea fue mutando: “Iba a ferias de regateo y siempre me gustaba la parte coqueta. Compraba anillos gigantes.” A esas experiencias le siguió un mail dirigido a su mamá, preguntando si en Uruguay se podía estudiar joyería. “Pero la exigencia del título universitario estaba, sí o sí tenía que traerlo a casa.” Otra vez con los pies en tierra uruguaya, estudió Diseño de Modas: “La sufrí, odiaba los moldes, pero me terminé recibiendo con diploma de excelencia”; también organizó eventos durante varios años, y empezó su viaje de ida, sin retorno, hacia su verdadera pasión, la orfebrería.
Dolores: ¿Cuándo y cómo empezaste a dedicarte de lleno a la joyería?
Cindy Kleist: Formalmente hace cinco años, en el 2009. Un año antes de que falleciera mi padre nos mudamos los dos para este apartamento donde tengo el taller actualmente; después que él falleció empecé a organizar eventos ahí: ponía mi stand con joyas, alquilaba espacio a compañeras de facultad, traía a una señora que tiraba las cartas, daba café, brownies, ¡y se llenaba de gente! Hasta quedaban personas esperando en el pasillo y las escaleras. Después mi madre me prestó el apartamento de al lado. Ibamos viendo que esto se hacía cada vez más grande, y junto con una amiga alquilamos varios lugares, cada vez más espaciosos, durante cuatro años; hicimos 18 ferias en total.
D: A pesar de estudiar Diseño de Modas para cumplir y llevar a tu casa un título universitario, ¿qué te aportó la carrera en tu emprendimiento de joyas?
CK: Disciplina. Y toda la parte de diseño de la carrera me dio la cabeza para luego diseñar joyas. Buscar el concepto de colección, de líneas, de unidad en el diseño. En la indumentaria está la necesidad de tener colecciones de invierno o verano, no así con las joyas.
D: ¿Y cómo son las colecciones en el tema joyería?
CK: Voy sacando líneas, colecciones, pero no por estaciones, y me gusta renovar. Hay una línea y cada una tiene sus piezas, sus anillos. La idea es que siempre en una línea haya un hilo conductor. Las líneas de este año fueron: Moonlight, Kios y Caelus; también agregué piezas a otras líneas ya existentes, hice como un revival.
D: ¿Cómo es la clienta de Cindy Kleist?
CK: Hay de todo. Gente que te dice “quiero este, pero con la piedra de tal color”; la que viene con una revista y te dice que quiere ese tal cual; y también está esa que viene con el anillo de la abuela o el prendedor y se quiere hacer algo diferente. Hay gente que me da entrada para que de mi opinión y hacemos algo desde cero. Está bueno dar una parte del diseño hecho y la otra que la termine la persona, de esta forma se siente reflejada en los diseños. Tengo clientas que quieren tener todo lo que yo hago.
D: Algo que distinga a tus anillos…
CK: A mí me importa que el anillo sea pesado. Que sea hecho a mano es algo único, te permite hacer lo que quieras.
D: Veo no solo anillos, sino medallas, caravanas. ¿Qué es lo que más vendés?
CK: Anillos, por el hecho de que es en lo que más hago hincapié. Para mi nada te va a lucir tanto como un anillo, tiene que ver con la gestualidad y el movimiento.
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“Tengo clientas que quieren tener todo lo que yo hago”
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D: Inspiración…
CK: Viajar. Me encanta, pero también te agota todo lo que ves (risas). Me inspira ver y mirar mucho; escuchar música, la arquitectura… Pero jamás me inspiro en otras joyas.
D: Contame de algunos anillos, sus fuentes de inspiración, y sus personalidades.
CK: En el modelo Ops, que significa abundancia, me inspiré tal cual en el jabón con las burbujitas. La línea que se llama Esfera tiene como hilo conductor las bolitas. En la línea Narcisa todos los anillos tienen carácter, no los usa cualquiera, son piezas más egocéntricas. En la línea Mandala me inspiré en los círculos en sí mismos, tuve una época de todo círculos; ahora hice un corte importante, porque empecé a hacer anillos geométricos, que nunca antes había hecho. Caelus, que es la última línea que saqué este año, son varios anillos que se usan juntos; es una combinación de lo que le gusta a la gente y lo que me gusta a mí.
D: ¿Relacionás los distintos modelos con hechos de tu vida?
CK: Sí, claro. Cuando falleció papá, mi madre se dio cuenta que todo lo que hacía era con piedras negras. Yo no era consciente.
D: Tu anillo preferido…
CK: Ops, siempre lo elijo. Hacía tiempo que no lo usaba, y hoy me volví a enamorar.
D: Materiales…
CK: Plata y oro; piedras; circonias Swarovski, que son sintéticas y su equivalente a algo natural son los brillantes; piedras semipreciosas, como la amatista, topacio azul, cuarzo, etcétera; y piedras preciosas, los brillantes, zafiros y rubíes. También trabajo con bronce con baño en oro, porque hay que adaptarse a la sociedad; hoy no podés salir con un collar de oro. La plata combinada con el oro es otra opción, así como el oro blanco. Trabajo con todos esos materiales y con lo que me traiga la clienta.
Una circonia puede costar unos 10 dólares, en cambio un brillante del mismo tamaño puede estar en mil dólares. Imaginate al hombre que viene a buscar un anillo de compromiso para su mujer y le tenés que explicar la diferencia entre circonias y brillantes (risas). Los anillos con brillantes los hago por encargo.
D: ¿Cómo ves a la mujer uruguaya con respecto al tema joyas?
CK: Ahora gasta más en joyas. Pero igual creo que en relación a otros lados del mundo, gasta mucho en ropa y menos en accesorios.
D: ¿Tú combinarías las alhajas con la ropa?
CK: Como me visto toda de negro para mi es fácil, cómodo, todo te queda bien; igualmente siempre busco un anillo que brille o un colgante colorido. Tengo clientas que me han traído los vestidos y en base a eso eligen el anillo. Algunas son señoras grandes que usan el conjunto: caravana, anillo y colgante; tienen que ser iguales. Les sugiero el composé, pero ellas no quieren, a ellas les gusta el conjunto.
D: ¿En Uruguay se puede vivir de la orfebrería?
CK: Y… Yo estoy viviendo. Hay que hacerlo bien y poner ganas. A mí me gusta mucho atender a las personas, siempre estoy yo, doy hora cada cuarenta minutos.
D: ¿Las manos es lo primero que mirás de una persona?
CK: Miro el conjunto; los zapatos me importan y los anillos también.
D: Una mano “vestida” con anillos, ¿qué te dice?
CK: Me habla de la persona, de su cuidado, de su carácter, de su personalidad.
D: ¿Y una persona que la tenga sin nada?
CK: Una cosa es que no tenga nada, y otra cosa es que los anillos que use estén en mal estado. Que no tenga nada está bien. Diferente es cuando tienen los anillos descuidados. Si tenés un buen anillo y cuidado, habla bien de vos…
Contacto:
Cindy Kleist
Cel 099 246 502
Mail info@cindykleist.com
www.cindykleist.com
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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