Les presento al ganador del Planeta Navideño
Cuerpo & Alma
Carlos «Cholo» Gómez es el autor del relato elegido..
Antes que nada, agradecer a todos los que de una u otra forma participaron del Planeta Navideño. No fue fácil la elección. Nos llegaron muchos cuentos, frases, fotos e imágenes asociados a este momento del año que tanto nos sensibiliza y nos hace más buenos. Ojalá podamos trasladar estos sentimientos que nos provoca la Navidad al resto del año.
Les deseamos una Navidad en paz, y con mucho amor.
La Navidad de Cholo
Llego a casa y me invade el olor a jazmines. Reposan silenciosos y blancos en potes de cerámica llenos de agua. Perfuman la navidad y el año viejo que se apresta a morir. Se venden en todas las esquinas de Montevideo, a tres por diez pesos si están bien frescos, y hasta seis por diez pesos cuando los liquidan a la tardecita. El olor a jazmín, es el olor de la navidad y el fin del año. Un perfume que me invade con recuerdos de otras navidades, cuando mi abuela vivía, y pasábamos la nochebuena en el apartamento de la calle Constituyente. Si había algo lindo era eso, el olor de los jazmines que llenaban el centro de mesa del comedor de la abuela. Un olor que en mi casa de la infancia no existía, porque a mi padre siempre le traía recuerdos del velatorio de mi abuelo, que según cuenta él, estaba cargado de jazmines. Un perfume que llega todos los años de la mano de María Noel, que se encarga de traernos una bolsa llena del jazminero de su casa, junto con los infaltables limones. Es de noche. El arbolito enciende y apaga las luces con un ritmo extraño, desacompasado. Las luces de colores iluminan el árbol, el living, la cortina del ventanal hacia la calle. La gente pasa con un andar lento. A esta altura del año, estamos todos cansados. Me siento a contemplar el árbol que se descubre en los breves instantes de luz de colores. Siento el misterio de las ramas y los chirimbolos. Es un mundo mágico. En eso sigo siendo un niño. Las luces y las sombras me trasladan al mundo interior, el único verdadero. Allí también aparecen las sombras y las luces de un año que se cierra. Trato de aceptar que las cosas son como son, que siempre habrá sombras y luces, que no existen las unas sin las otras. En la penumbra del living se cuela una brisa cargada de jazmines, y parece corporizarse contra mis piernas. Es la gata que busca mis mimos. La miro con tristeza. Hace unos días parió sus crías muertas. Las descubrí una mañana que se llenó de dolor. Ella me las mostró. Me miraba con ojos de no entender nada. Ninguno de nosotros pudo entender nada. Me digo que la comprensión llegará con el tiempo, con alguna nueva sabiduría. Ahora la acaricio con ternura y trato de darle consuelo. Sé que la gata acepta la vida y la muerte con más naturalidad de lo que lo hago yo, que quería una navidad llena de gatitos. Soy yo el que quiere encontrar consuelo. Las cosas son como son, a pesar de nuestros deseos más legítimos, profundos y bondadosos. Siento que si no acepto la sombra, se desdibujan las luces de colores, el olor de los jazmines, la caricia en el lomo suave de Penélope, el abrazo de Adriana que se sienta en mis piernas. Ser feliz, es ante todo, una decisión. Una decisión dura, que implica mucha humildad. Quiero que en mi casa se quede para siempre el olor de los jazmines y las luces de colores, las caricias para Penélope, el abrazo de Adriana y las chiquis. Tener miedo de la muerte, es lo mismo que temer la vida. Por eso envuelvo la ausencia de gatitos en un manto de amor. Para aceptar que la vida es un arbolito misterioso y en sombras, que por momentos se ilumina para regalarnos toda la magia y la dicha de las luces de colores. Por eso decido aceptar y disfrutar lo que me regala el arbolito, más allá de mis deseos. Porque lo que más deseo para mí y para todos, es una feliz navidad.
Algo sobre el autor del relato:
Se llama Carlos Alfredo Gómez Guerrero, aunque es más conocido como Cholo Gómez. Uruguayo del ’66, es escritor, coordinador de talleres literarios, comunicador, editor, marido, padre, lector, entre una interminable lista. En sus palabras: «Dependiendo del momento soy capaz de ser más de una misma cosa al mismo tiempo. Aunque nada de eso me importa mucho, porque todas esas cosas que termino siendo, son producto de mi principal labor: ser yo mismo.»
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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