Miradas y palabras que acercan
Cuerpo & Alma
Entrevista a Fabiana Werba, abocada a la Comunicación No Violenta en nuestro país
Por Dolores de Arteaga
Mirada serena. Rasgos relajados. Sonrisa franca. Esa fue la impresión que me generó Fabiana Werba durante el rato que compartimos en un café de Pocitos. Divorciada del padre de sus tres hijos ya adultos, hoy vive en pareja. Formada en Recursos Humanos por la Universidad ORT, nunca paró de estudiar e investigar. Análisis Transaccional en el CIANCC (Centro de Integración y Aplicación de las Nuevas Ciencias de la Conducta) con la psiquiatra Lilián Lafón; Counsil y profesora de Danza Primal por la Escuela de Psicología Transpersonal; Negociación con el doctor Julio Decaro, forman parte de una interminable lista. En 2013 se instaló dos meses en España donde estudió Comunicación No Violenta con Pilar de la Torre: “Marshall Rosenberg es quien crea la Comunicación No Violenta, y descubre que todos los seres humanos tenemos naturalmente el don de dar. El tema de la generosidad, el dar al otro, es lo que hay que trabajar en el humano.” Sus títulos acumulados solo reflejan una búsqueda interior. Para ser cada vez mejor persona. Para poder brindarse a los demás.
¨De niña tenía como una madre interna”, comenta Fabiana. Era líder entre sus amigas: “Con 5 años cruzaba la calle a mis amigas.” Proviene de una familia de cinco hermanos, donde la unión es el hilo que los mueve: “Sabemos que contamos el uno con el otro, y eso es lo que tratamos de contagiar a nuestros hijos. Si yo estoy peleada con mis hermanos, ¿cómo puedo pretender que mis hijos no estén peleados? Enseñamos lo que sabemos, pero contagiamos lo que vivimos. No podemos dar sermones a nuestros hijos, sino vivencias.” De su papá atesora una frase, proveniente de Rabindranath Tagore, que les repetía constantemente «Yo dormía y soñé que la vida era alegría. Me desperté y vi que la vida era servicio. Serví y comprendí que el servicio era alegría.” Su padre les inculcó, a sus hermanos y a ella, que hay una parte de uno que debe brindarse a los otros.
De sus siete años como empresaria, dirigiendo un bowling en un centro comercial de Montevideo, comenta: “Me gustaba decirle al equipo que nosotros estábamos ahí creando un espacio para que los chicos vengan a disfrutar con sus amigos y sus padres; nosotros no estábamos vendiendo bowling, sino alegría.” Una vez más Fabiana deja en limpio que el área de servicios para ella siempre fue lo más importante.
Dolores: ¿Qué es la Comunicación No Violenta?
Fabiana Werba: Todo lo que aleja es comunicación violenta, y no violenta es todo aquello que acerca. Hay palabras que alejan y otras que acercan, hay miradas que acercan y otras que alejan. Si en una comunicación con tus hijos o pareja sentís que los alejás, ya sea con la palabra, el gesto o los silencios, entonces hay que aprender a conectarnos. Hay que estar conectados con la gente que amamos, porque eso es lo que vale. Siempre el amor entendido comienza por casa. La comunicación no violenta habla de conexión y de dos puntos muy importantes, uno es la escucha y el otro es el habla. Entender la violencia que significa que te esté hablando y que tú no me estés escuchando. Si yo en este momento no te estuviera escuchando, no te podrías conectar nunca conmigo.
D: La comunicación no violenta está íntimamente ligada al servicio.
FW: Es que el servicio no tiene nada que ver con hacer un voluntariado y trabajar gratis para alguien; no, el servicio es una actitud en la vida, es el que a vos te interese lo que me está pasando a mí, el que vos te quieras conectar.
D: ¿Cuál es tu papel como comunicadora no violenta?
FW: Siento que soy una comunicadora de cómo vivir en la Tierra. Yo hoy soy un ser humano que puedo acompañar a otros cuando tienen la inquietud de buscar algo más, de encontrarse, de buscar una meta, de resolver un nudo. Hay que reconocer que el sufrimiento es parte de la socialización del ser humano, y no le pasa solo a algunos sino a todos y de todas las razas.
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“Lo primero es conocernos, saber qué instrumentos usamos, después afinarnos, y finalmente vivir en orquesta”
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D: ¿Y cómo procedés con esas personas?
FW: Es una terapia, ya que terapia se llama a cualquier acompañamiento que trae como consecuencia una transformación, desde un lugar ético, acompañar sabiendo que no somos dioses. Cuando una persona viene a mi consulta, una de las cosas que hago es utilizar una herramienta de autoconocimiento, porque todos tenemos un don, lo más importante es conocerlo, empezar a desarrollarlo, trabajar con tu mayor sueño. Y no podemos saber cuál es nuestra misión, si no sabemos quiénes somos. Entonces lo primero es conocernos, saber qué instrumentos usamos, después afinarnos, y finalmente vivir en orquesta. Y ese es el motivo por el cual hay tantas separaciones, porque queremos estar bien con la pareja pero estamos desafinados. La búsqueda empieza por mí, cual es mi mejor versión y cómo puedo hacerlo, y desde ahí el universo se acomoda, hay una sincronicidad de cosas. Siempre se trata de recordar al corazón cuáles son nuestras necesidades básicas.
D: ¿Y cuáles son las necesidades básicas de un ser humano?
FW: La libertad, el dar y la conexión. La libertad es una necesidad básica de todos los seres humanos, y nosotros, ¿cuánta libertad damos? Marshall dice que nacemos con la cualidad de dar y de servir, el tema es que nos disociamos, empezamos a separarnos de nosotros mismos, y eso hace que perdamos las más bellas características. Conectar consigo mismo es esencial, conectar con sus necesidades y sentimientos. Hay que volver a los instintos básicos, a la intuición, a poder estar en silencio un ratito al día. Y eso para mí es redescubrir que no hay nada afuera, que todo está dentro. Hay un relato que cuenta siempre el psicólogo Alejandro Spangenberg, que dice que Dios está harto de oír quejarse a la gente, y entonces se le sugiere esconderse en un solo lugar adonde la gente no va, y ese lugar es el corazón. Desde el corazón se gesta, y todo lo de afuera se derrite.
D: Aproximadamente, ¿cuánto tiempo trabajás con la persona que atendés?
FW: Trabajo con la persona, en forma particular, durante tres o cuatro meses. Le doy mucha libertad, empezamos con un proceso y después la acompaño. Los cambios nos toman o los tomamos, la ficha va a caer siempre tarde o temprano. Hay gente que no tiene un gran problema, pero de repente necesita más contenido en su vida, hacemos un coach terapéutico y recorremos el espacio y el tiempo en forma tridimensional, no hay nada lineal.
D: Una reflexión final…
FW: Yo rezo por la luz, uno tiene un trabajo para hacer con uno mismo…
Contacto:
Comunicación No Violenta
Fabiana Werba
Cel.: 094 446 755
Mail: fabiwerba@gmail.com
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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