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Esos pequeños munditos verdes

Deco & Diseño
Esos pequeños munditos verdes

La argentina Carolina Onna, creadora de Pachamamita, nos presenta su mundo de kokedamas

abril 24, 2015

 

Por Dolores de Arteaga

Aquella kokedama (bola de musgo) le “voló la cabeza” a Carolina Onna (34), según sus propias palabras. Nunca imaginó que el regalo que le hizo su marido Fede en su primer Día de la Madre, le iba a cambiar su destino laboral. Su marido, comunicador, iba caminando por las calles del centro de Buenos Aires cuando se encontró frente a una tienda de productos orgánicos, donde quedó impactado con las kokedamas. Parece que no dudó un instante, ese era el regalo ideal para su mujer. “Cuando la vi me encantó, era algo que en Buenos Aires no se veía por ningún lado. Sentí una sensación de ‘¡Wow!’, de que tenía que aprender a hacer eso…”, dice Carolina.

Ahí empezó la pesquisa casi policíaca de esta mujer. Lo primero que hizo fue llamar al jardín japonés, ya que es una planta originaria de Japón: “Cuando llamé me dieron el teléfono de una japonesa que daba talleres dos veces al año; y cuando logré hablar con ella me dijo: ‘Llamáme en tres meses.’ La busqué otra vez y finalmente se concretó el encuentro.”

Aprender la técnica de primera mano, sin dudas hace la diferencia, y más aún cuando el lugar donde se aprende es un lugar relajado y simple: “No era un contexto verde, ni pituco, ni nada, y eso me encantó. No había marketing sino ganas de transmitir la enseñanza. ¡La japonesa fue una persona tan generosa al hacerlo! Desde el primer momento buscó los componentes que más se asemejaran a los originales japoneses en tierra argentina. De esa manera logró la técnica perfecta. Después, es práctica y es replicable. Siempre te encontrás con distintas situaciones que tenés que resolver. Una vez que logré la técnica, arranqué a hacer para mi familia, amigas…Todo el mundo como loco, todos me testeaban la kokedama. Trasnochaba haciendo pedidos”, cuenta Carolina entusiasmada.

“Para mi las kokedamas son pequeños munditos verdes, pequeños ecosistemas que a pesar de que hay un ser vivo como la planta, también se van dando otras cosas, otra dinámica de vida. Me pasa que los habitan las vaquitas de San Antonio, de repente te sale un trébol, se da ese pequeño ecosistema que para mi es algo muy lindo”, comenta su creadora.

Carolina es mamá de Dante (4) y Coral (5 meses). Estudió Vestuario escénico y Diseño de imagen y sonido. Desde chiquita amó las plantas, pasión heredada por toda su familia. Recuerda su niñez rodeada de verde, pero afirma que nunca se imaginó trabajando con plantas: “Trabajé durante doce años en una empresa en Puerto Madero, en el sector de procesos. Durante medio año llevé los dos trabajos en forma paralela, hasta que un día le puse punto final a lo empresarial y empecé a dedicar toda mi energía a esta propuesta. La respuesta fue proporcional a la energía que yo le estaba poniendo, y eso es como un motorcito. La etapa empresarial fue muy buena y también fue un pilar económico que me permitió después lanzarme a trabajar en forma independiente. El poder dedicarme a las plantas, hoy es un sueño hecho realidad, fue una historia re linda desde el comienzo con aquella kokedama.”

Hace cuatro años que Carolina tiene Pachamamita, su propio emprendimiento, que coincide con el nacimiento de Dante, su primer hijo. El nombre significa “Madre tierra”, a lo que Carolina agrega: “Lo eligió mi marido, él siempre tuvo presente el pachamamita como entidad. También tiene que ver con que las kokedamas son pachamamitas.” Y haciendo referencia a su marido, Carolina dice que “es un divino, me ayuda mucho en todo esto. Cuando necesito que las kokedamas queden bien redondas me las hace él (risas), es un gran escultor.”

Carolina trabaja en su casa: “Vivo en el último piso de un edificio y se forma como una especie de invernadero. En casa hago los showrooms, vendo las kokedamas y también doy talleres en el espacio en común del edificio. Lo de los talleres fue una demanda tremenda. Al principio no me animaba, pero arranqué y fueron divinos. Transmito lo que me enseñaron y brindo todo lo que sé. Tú después con esas herramientas podés hacer mucho.”

Todo demuestra que el armado de una kokedama requiere más de  amor y paciencia que de cualquier otra cosa. Componentes orgánicos, tierra con nutrientes especiales para que la planta viva feliz, arcilla que en Japón se llama akadama y que le da una sólida consistencia, y musgo a modo decorativo y de protección, son los elementos utilizados para armarla. Luego de finalizada la “bola”, se le incorpora una planta perenne, plantas que tienen ciclos de vida largos, de años; no son plantas de estación. “Los materiales orgánicos se van degradando a medida que va pasando el tiempo, pero la planta sigue viviendo divina adentro porque le encanta vivir en kokedama, y fue algo que me enseñaron, allí sucede algo entre la kokedama y la planta…”, agrega Carolina.

Para el que mira sin ver, la tierra es tierra nomás.” Esta frase de Atahualpa Yupanqui, es una de las favoritas de esta artesana: “A mucha gente le pasa que ve las plantas como objetos y no como seres vivos. Me ha pasado infinidad de veces que se empiezan a conectar con la vida de la planta a través de las kokedamas. Es como reparar en que es un ser vivo por el cuidado que vos le estás dando. Y ese pequeño vínculo hace un clic en las personas.”

Un poco de sol, mucha luz y sumergirla en agua durante diez minutos cada diez días, es lo que recomienda Carolina para mantener con vida plena a las esferas verdes.

Pero las kokedamas no son los únicos productos que se encuentran en Pachamamita. El Planeta del Principito es el producto estrella: “Es lo que más me piden porque no hay en otro lugar. Cuando conocí las kokedamas me vino a la cabeza un planeta de principitos, y siempre estuvo latente lo de desarrollarlo, pero no porque fuera fan de El Principito.” Me explica Carolina que es una kokedama, que en vez de una planta tiene cuatro, con un colgante y al principito hecho en arcilla por una escultora: “Son hermosos, y como no están hechos con molde cada uno tiene su carita distinta.” Además, la marca ahora cuenta con varios productos, entre ellos los cuencos de cerámica y una línea tejida, canastitas de hilo de algodón 100 % teñidas naturalmente con eucalipto, remolacha, cebollas y más, donde se colocan plantitas.

En un futuro Carolina se ve viviendo en las afueras de la ciudad, en Maschwitz quizás, y con su Pachamamita transformada en un domo geodésico (estructura con formas geométricas, donde se pueden desarrollar invernaderos). Su sueño es que sea un paseo ir a ese vivero, que sea un vivero boutique.

Y para terminar, esta persona que trabaja desde su amor total por la naturaleza, comenta: “Hago lo que me gusta, así que el trabajo para mi es felicidad plena. Lo más lindo que hay es la naturaleza y ver los procesos de la vida, trabajar con las plantas es sinónimo de felicidad.”

 

Contacto:
Pachamamita
hola@pachamamita.com.ar

 

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Carolina Onna y su kokedama

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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