“Uno empieza a bordar, empieza a calmarse y surge la paciencia”
Deco & Diseño
La argentina Vicky Detry nos abre su mundo del bordado needlepainting
Por Dolores de Arteaga
“No puedo creer que haya encontrado mi pasión a esta edad”, comenta Vicky Detry (48), quien hace dos años creó La Negra y desde ese entonces no para de bordar. Ya el slogan de la marca nos habla de lo que le significa esta labor: “El trabajo manual alegra el alma.” Es que para ella el bordado empezó como una búsqueda personal de tratar de ser más feliz.
La mirada de Vicky transmite una ternura infinita. Mucha calidez. Y no la tuvo fácil. Su mamá murió hace cuatro años: “Digamos que mi madre tuvo una vida triste, sufrió depresión durante 30 años. Se la diagnosticaron cuando nosotros teníamos 20 años, pero con mis hermanos tenemos el registro de una madre que siempre se quedaba en la cama. Su parte más sana era cuando se ponía creativa y hacía cosas con las manos. Le decían ‘la Negra”, por eso elegí ese nombre en homenaje a ella. Y yo heredé esa habilidad manual…”, comenta Vicky.
Llegó un momento en que pudo liberarse de tanto dolor: “Aunque no lo creas, cuando mi madre murió sentí como una especie de liberación.” En ese momento Vicky se dio cuenta que quería y que necesitaba ser feliz, así empezó a hacer un montón de cosas para lograrlo. Entre otros disfrutes, empezó a correr: “Nunca había corrido en mi vida, ¡empecé con 44 años!” Y también empezó a bordar…
Tiene una gran familia. Son seis hermanos, tres del matrimonio de su papá con su mamá, y los otros tres de su segunda pareja. Vicky no tiene hijos todavía, pero está en la lista para adoptar: “Estoy segura que lo de mi vieja me afectó mucho, para mí tener una madre fue un tema re pesado. De hecho soy una persona maternal y muy familiera.” Vive rodeada del cariño de sus amigas, sus cinco hermanos y sus once sobrinos.
De profesión Psicopedagoga, ejerció durante 15 años. Y como no le daba para sustentarse económicamente, paralelamente se convirtió en una “mujer multitasking”, diría ella. Desde servicio de catering hasta trabajar en el área de negocios en un estudio de arquitectura, asesorando en marketing a pequeños emprendedores, e-commerce, tener un programa en la radio, escribir, etcétera. Igualmente el trabajo manual siempre la acompañó desde chiquita: “Pintaba, tejía, hacía bijouterie, bordaba.”
Ya hace tres años que el bordado pasó a ocupar todo su ser. “El bordado no era algo nuevo, yo antes bordaba mis cosas, los jeans, etcétera”, agrega Vicky. Pero ahora ella quería aprender a hacerlo desde otra perspectiva. No encontraba nada que le gustara, tampoco quería hacer algo que ya muchos hicieran. Finalmente encontró a Mercedes Güiraldes, una profesora que hacía needlepainting, un estilo de bordado que le fascinó, donde uno pinta con la aguja y el hilo, algo así como dibujar y pintar. “Cuando tenés un proyecto lo pensás desde un punto de vista más pictórico, más como un dibujo o una pintura que como un punto que debe salirte perfecto. Este movimiento se llama needlepainting”, dice Vicky. Parece que a veces tenés que acercarte bastante para poder discernir si lo que estás viendo es bordado o es pintado. Y fue tanto lo que le gustó esta técnica, que de la primera clase salió con un pájaro bordado: “Me salió algo de adentro. Me fui con una sensación de felicidad enorme. A partir de ahí empecé a bordar y nunca más paré. Quería hacerlo como mi medio de vida. Al mes la profesora me llevó como asistente a darle clase a 27 mujeres. A los seis meses me largué a dar clases sola. Yo nací con esto, lo tenía adentro, si no, no me hubiera sentido tranquila de ponerme a enseñar.”
Hoy día Vicky se dedica a full a su emprendimiento La Negra, con un showroom en Lomas de San Isidro, y donde también da clases. Disfruta mucho enseñando este oficio ancestral: “Algunas de mis alumnas dicen que no es un taller de bordado, sino un taller de ansiedad (risas). Yo insisto con esto, porque la gente me dice que ‘para bordar uno tiene que tener mucha paciencia’, y yo les digo que es al revés, a partir de que uno empieza a bordar, empieza a calmarse y surge la paciencia.”
Hoy no duda en definirse como artista textil: “Me siento así. De entrada sentí que esto era lo mío y que había nacido para bordar.” Hay una pregunta que reincide en los pensamientos de Vicky: “¿Uno tiene que abrir el corazón para bordar, o el corazón se abre cuando uno borda? Y para mí es lo segundo. Es esa sensación que sentís cuando ves algo que te maravilla, como un ballet, por ejemplo, donde el corazón se expande y te conectás con las emociones. Cuando uno hace una actividad manual creativa, la parte racional del cerebro está como adormecida.”
También se refiere al fenómeno que más de un artista alguna vez reconoció que le pasa: “Para bordar bien, hay que bordar todos los días, pero también hay una especie de magia que te viene de arriba. Me pasa algo por el cuerpo y lo plasmo en una tela, y tal es así que lo siento, que puedo llegar a verlo. De hecho yo lo siento como si fuera un puente hacia algún lado.”
Vicky también cuenta que lo bueno del bordado es que al poco tiempo de aprender, ya ves resultados. Y hace hincapié en que “parte del proceso del bordado es que uno puede hacer y deshacer cosas que en la vida real capaz no tanto. Hacés, deshacés, cambiás, buscás soluciones. Parte del proceso es el error, y eso se vive desde el principio. Ese proceso es un camino que te va a llevar a algo maravilloso. Siempre les digo a mis alumnos que no se queden con un bordado que no les guste.”
Su rutina se divide entre las mañanas de bordado y las clases que da tres veces a la semana al mediodía; los martes y los viernes los dedica enteramente a bordar, actividad que a veces se extiende hasta los fines de semanas. Las corridas por ahora están suspendidas, por una lesión en una rodilla. Este año se encuentra, además, haciendo un curso de ilustración. “Quiero hacer una mezcla de ilustración pintada a mano con bordado. Tengo una obsesión, escribí un cuento para niños y lo quiero hacer con las ilustraciones bordadas a mano. Hay algunas editoriales en el mundo que lo han hecho.”
Su producto estrella son las cruces bordadas, aunque reconoce que no quiere quedar circunspecta a ellas. “La verdad es que no hay cruces bordadas en ningún lugar del mundo, hay de otros estilos y de otras formas. ¡Fueron como un boom!”, comenta la artista. Confiesa que los pájaros es una de las cosas que más le gusta bordar. Ella es una convencida que el bordado es muy amplio: “Todos tienen en la mente el bordado de la abuela, y no es así. Es lanzarse y abrirse, porque se puede bordar en cualquier lado. Yo quería bordar sobre alambre tejido, me compré una ventana enorme, y sobre el mosquitero bordé bichitos de luz, una mariposa, etcétera.”
Para terminar, Vicky dice que “siempre que bordo estoy conectada con la emoción, me aquieta el alma, y mi única preocupación es el color, el punto, la forma o cómo le voy a dar volumen a algo. Tengo una conexión placentera con el bordado. Desde el principio mi conexión fue el placer y nunca el dolor, como le pasa a muchos artistas. Todo lo que tiene que ver con el arte me da placer, me da mucha paz, me conecta con la emoción. Me hace feliz bordar, las actividades manuales alegran el alma. Siempre está bueno porque uno no sabe dónde puede estar su pasión, como me pasó a mí.”
Contacto:
Vicky Detry
Mail vickydetry@gmail.com
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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