Treinta años entre telares y tertulias
Cuerpo & Alma
Gianella Machado nos habla de su Taller Tapiz, que dirige hace más de treinta años en pleno barrio de Pocitos
Por Dolores de Arteaga
Desde su puerta de vidrio se vislumbra lo bien que están pasando. Telares. Mujeres urdiendo lanas de distintos colores. Tramas. Calidez. Cada vez que paso por ahí puedo adivinar alguna que otra conversación. Me las imagino. Mi cabeza vuela. Hace tres años que transito, mismo día a la misma hora, por ese tramo de Coronel Mora. No puedo evitar mirar hacia adentro…
Un día me dije: “Paro”. Tuve el gusto de hablar con Gianella Machado, quien dirige el Taller Tapiz desde hace 34 años. Está casada desde hace 31 años y tiene un hijo de 14.
Ya en el interior del Taller, me encontré con varias mujeres disfrutando del arte del tapiz. ¡Cuántas historias de vida quedarán entretejidas entre las lanas! ¡Cuánto de cada una de ellas dejarán en cada trama!
Los comienzos de Gianella fueron allá por el año ’82, apenas pasando sus 20. Su primer local estaba sobre la calle 21 de Setiembre. “Mientras estaba haciendo Preparatorios, empecé a hacer cursos que tuvieran que ver con lo manual. Encontré el telar. En esa época, el tapiz era furor y se exportaba mucho. Después todo se fue diversificando. Yo tomé clases con Laura Gómez”, me cuenta.
“En el exterior pedían muchos metros de un diseño repetido muchas veces, hecho artesanalmente; el encargado de exportar necesitaba de tejedores, ahí empecé a trabajar para mi profesora”, comenta Gianella.
Fortalecida tras esa gran experiencia, abrió su propio taller. Cuando Gianella finalizó Preparatorios, se dio cuenta de que definitivamente no quería seguir una carrera universitaria. Quería dedicar su vida al arte del tapiz.
En estos treinta años el mundo cambió. Pero hay algo muy lindo para rescatar. El espíritu del telar sigue intacto. No tiene edad. Al taller de Gianella sigue llegando gente muy diversa. Y las razones son múltiples. A una porque le interesa aprender la técnica del tapiz. Otra no quiere estar sola en su casa. O simplemente porque le gusta el ambiente del Taller. Me agrega Gianella: “El intercambio en el Taller es bárbaro, es un ida y vuelta. Se logra un ambiente fantástico.”
Lo que sí cambió en este lapso de tiempo es la forma de concebirlo. En palabras de Gianella: “En su momento el tapiz era algo importante. La gente ya no gasta tanto en tapices. Y como hay gente que le gusta vender lo que hace, empezamos a ver qué se podía hacer dentro del telar. Hace aproximadamente unos cuatro años que, de a poco, empezamos a hacer carteras y banquetas. En las carteras, el proceso es más creativo, varía según el material que tengas y el diseño que le vayas a hacer, los puntos; en las banquetas, es más estructurado. Este año empezamos a organizar ferias, ideadas por mi marido, donde vendemos parte de nuestras creaciones (risas).”
Entre los tapices que acompañaron a Gianella todos estos años, hay uno solo que no vendería. Uno que tiene un gran valor afectivo para ella. “Es la fachada de la casa donde estaba mi primer taller. Le saqué una foto y después le hice una creación. Fue una parte muy importante de mi vida, en esa casa debo de haber vivido veinte años.”
Café mediante, las dos nos explayamos sobre el estrecho lazo entre lo manual y la sanación del alma. Desde su experiencia, ella no tiene dudas: “Tejer es totalmente sanador. A mi me pasa que cuando estoy mal me pongo a tejer y me ayuda mucho. Tu mente está en otro lado. Ya sea haciendo un tejido, un tapiz…”.
Para Gianella su taller es una suerte de refugio. “Acá me siento en paz. Este es mi lugar”.
Contacto:
Taller Tapiz
Dir. Coronel Mora 612
Tel. 2 710 33 45
Cel. 099 697 257
Mail giamaf@adinet.com.uy
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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