Bienvenidos al rojo corazón de la Quebrada
Cuerpo & Alma
Un pueblo abrazado por el Cerro de los Siete Colores. Purmamarca, en la provincia de Jujuy
Entre los siete colores
de la vieja Purmamarca
está el rojo de mi sangre
hecha flor enamorada.
Quiero inventarle algún nombre
a ese verde de esperanza;
quiero llamarle belleza,
y lo llamo Purmamarca.
José Saúl Sánchez
Por Dolores de Arteaga
Los destinos del viaje familiar eran Salta y Jujuy. Siempre escuchando sobre “Salta la linda” o “Salta, tan linda que enamora”, que lo que menos esperaba, era encontrarme con un Jujuy que me enamorara hasta las patas. “¿Qué será?”, pensaba. “Esta provincia tendrá menos plata?”; “Serán más quedados los jujeños?”. Elucubraciones mías, en fin.
Por fin llegamos a Purmamarca. Soñaba con conocer este lugar. Para ubicarnos: Purmamarca queda dentro de la provincia de Jujuy, a solo 65 kilómetros de la capital jujeña. A 2.200 metros sobre el nivel del mar y al pie del famoso Cerro de los Siete Colores. Es uno de los pueblos de la histórica Quebrada de Humahuaca, declarada en 2003 Sitio Patrimonio Cultural de la Humanidad de la UNESCO, por su gran valor cultural. La Quebrada es un cañón formado por altas montañas, que se extiende por más de 180 kilómetros en el noroeste argentino. ¡Imposible contenerme de tararear mientras escribo, la canción “La vaca estudiosa” de María Elena Walsh!
¡Que lugar! ¡Por Dios! “Me quiero bajar ya del auto”, le dije a mi marido. “Podés esperar a que hagamos el check-in en el hotel?”, me dijo. Es que lo quería caminar “ya”. Me quería abrir al espíritu de ese lugar, que se veía tan especial. Rojo. Empolvado. Con esas casas de adobe que aún conservaban sus puertas en ochava. Sus callecitas de tierra…
A primer golpe de vista me hizo acordar a Cuzco, en Perú. Quizás por las reminiscencias precolombinas de sus construcciones realizadas enteramente en adobe. Lo cierto, sí, es que al caminar Purmamarca uno va haciendo un hallazgo tras otro. Y ni hablar de algún jujeño, que por unas monedas te ofrece recitar alguna copla y, de paso, te roba una sonrisa. Es que las coplas son parte del modus operandi del purmamarqueño. Un lugar donde parece haber más cardones que personas. Las tulmas visten las fachadas de todos los locales. El locro, las humitas, los tamales, las milanesas de quínua o llama, así como las empanadas, forman parte de la idiosincrasia de la zona. Sobre las veredas circundantes a la plaza principal, se encuentran los puestos de artesanías. Por las noches, sus peñas folclóricas de música andina, se pueden escuchar en varios de los bares de la vuelta.
Tuve la oportunidad de charlar con Lucinda Cruz, purmamarqueña de pura cepa, bibliotecaria de 63 años, casada y mamá de seis hijos. Ella vio crecer al pueblo y el pueblo la vio crecer a ella. Un encanto de mujer. Como toda la gente que tuve la oportunidad de conocer ahí, sencilla de alma. Creo que ella es un fiel reflejo de Purmamarca: “Fue muy lindo criarme en este pueblo. Cuando en la Secundaria me fui a estudiar a la capital de Jujuy, lloraba todas las noches. Terminé volviendo y no terminé la Secundaria.” Lucinda trabaja hasta el mediodía en la Biblioteca del pueblo, después se dedica a los quehaceres domésticos y a algunas otras tareas: “Pastoreo los cabritos, porque amo los animales. No vivo de ellos, ellos viven de mi. Hago tejidos que le doy a los comercios y a gente de Buenos Aires que viene de vacaciones. También colecciono plantas, vendo tamales y humitas dulces. Soy muy inquieta.”
Coincido con Lucinda, que asegura que como el Cerro de los Siete Colores no hay. Esta maravilla aporta como una bambalina multicolor al pueblo. Genera la sensación de que Purmamarca está abrazada por el cerro. Una belleza, realmente. Una imagen que da ganas de retenerla en la retina para siempre.
En una de mis recorridas conversé con un cordobés, Javier Malvario, quien tiene un taller de artesanías desde hace cinco años en Purmamarca. Sus palabras me quedaron resonando en la cabeza: “Es que Purma es mágica. Veo europeos ya veteranos pasar por la puerta de mi local, gente que ya recorrió el mundo entero, y se los ve asombrados, con la ‘jeta’ abierta, emocionados. No solo por la belleza del lugar, sino por la energía que emana este sitio…”
Y, aunque no me gusta repetir lugares, porque hay tantos por conocer en el mundo, creo que a “Purma” le daría una repetida. Lo vale. Me sedujo demasiado. Y, casi que me adhiero al pensamiento de Lucinda: “A Purmamarca no la cambio por nada en el mundo.”
Info sobre Purmamarca: www.turismo.jujuy.gov.ar
Glosario del Norte argentino:
Tulmas: cordones con pompones, realizados en vellón de lana de llama, tejidos artesanalmente.
Cardón: planta cactácea de la que existen varias especies (RAE).
Humita: comida criolla hecha con pasta de maíz o granos de choclo triturados, a la que se agrega una fritura preparada generalmente con cebolla, tomate y ají colorado molido. Se sirve en pequeños envoltorios de chala – hoja que envuelve la mazorca del maíz – (RAE).
Locro: plato de carne, papas, maíz y otros ingredientes, usado en varios países de América del Sur (RAE).
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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