“Son personas que están cociditas por fuera y muditas por dentro”
Cuerpo & Alma
Entrevista a la psicóloga argentina Patricia Faur, autora de varios best sellers, y especialista en codependencia afectiva y vínculos adictivos
Por Dolores de Arteaga
Las conferencias y los libros de Patricia Faur tratan sobre el sentimiento más grandioso. Ni más ni menos que el amor. Motor del mundo. Inspirador de poetas, escritores y artistas del pincel, desde épocas inmemoriales. Esa emoción que desde su lado sano, despierta lo más puro del ser humano, pero que desde su costado enfermo, genera lo peor, la hilacha más monstruosa que puede mostrar un ser humano.
Patricia Faur, psicóloga desde hace 30 años, ha dedicado la mayor parte de su carrera a las dependencias afectivas. Empezó su fructuosa trayectoria trabajando con temáticas típicas de pareja, y de a poco se fue interesando en cuestiones que en los Estados Unidos de fines de los ’80 estaban en boga, pero que en la Argentina de ese momento ni siquiera se hablaban: la codependencia y los vínculos adictivos. “Era raro considerar que una relación podía ser tomada como una droga. O que había adicciones de comportamiento cuando solo se hablaba de adicciones a sustancias. Así que cuando empecé a hablar de vínculos adictivos, sonó un poco extraño”, comenta la psicóloga.
“Mujeres con relaciones conflictivas de pareja” fue el nombre que Patricia dio a su primer grupo abierto tanto para mujeres como para hombres que estuvieran pasando por situaciones difíciles con su pareja: “Al día de hoy es un grupo de entre 50 y 70 personas, en su mayoría mujeres, el cual considero como un gran semillero en el cual aprendí mucho y donde entre todos hemos armado un programa de recuperación.” Y ese fue solo el origen del trabajo proactivo que esta psicóloga ha venido realizando a lo largo de estas últimas tres décadas.
Desde hace 15 años Patricia también se dedica a las neurociencias en la Universidad Favaloro: “De esa manera empecé a tomar dos vertientes, empecé a unir las dos cosas, la psicología enfocada a las relaciones codependientes con las neurociencias. Porque hay vínculos que van dañando la salud tanto física como emocional; de qué manera los llamamos tóxicos o conflictivos, o que tienen un alto nivel de peligrosidad”, agrega Patricia, quien, como buena psicoanalista que es, sale por la tangente cuando le pregunto sobre su vida: “De mí puedo contar que estoy bien, soy una persona feliz y disfruto del buen amor, ese es mi estado (risas).” Hoy, tiene en su haber siete libros publicados, de los cuales varios son best sellers.
Dolores: ¿Por qué decidiste dedicarte a ayudar a personas con dependencias afectivas?
Patricia Faur: Los psicólogos nunca hablamos de nuestras propias vidas, por supuesto, pero siempre sabemos que ser psicólogo es una marca de algo que estamos buscando. Muchas veces esta búsqueda puede ser el propio dolor que a uno lo empujó y trata de encontrar respuestas, así como también es una marca del camino que yo he tenido en la vida que propongo siempre en los tratamientos. En realidad, lo que todavía hoy me desespera, es que estas relaciones son un gran desperdicio: de vida, de salud, de tiempo, de talento… Si vieras las mujeres de los grupos no lo podés creer, personas que toman decisiones todos los días y ante un llamado se derrumban.
D: Vínculos de dependencia afectiva, donde hay desamor, violencia emocional…
PF: Se dan en mujeres con una pobre autoestima, que se relacionan con vínculos de mucho dolor. Son personas que no se sienten merecedoras del amor y entonces se unen a otros hombres o mujeres muy conflictivos y dañados, a los que creen que van a rescatar a través del amor. Lo que siempre me llamó la atención es por qué la mujer con talento, con inteligencia y con mucho para dar, independiente económicamente, se queda abrochada a una relación que la lastima durante tantos años.
Si bien no trabajo específicamente con violencia o violencia de género, lo que sí veo es el germen de lo que algún día va a terminar en violencia.
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“Son personas que no se sienten merecedoras del amor y entonces se unen a otros hombres o mujeres muy conflictivos y dañados”
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D: ¿Qué pasado en común tiene este tipo de personas que generan vínculos dependientes?
PF: Lo que sabemos es que son personas que han naturalizado el dolor y probablemente desde muy pequeñas fueron pilotos de tormenta, vinieron de familias muy disfuncionales que criaron niñas adultas que asumieron responsabilidades inadecuadas para la edad, y que de alguna manera han sido madres de sus propios padres. En psicología los llamamos “hijos parentalizados”, es decir que alteran la jerarquía y que ocupan el lugar de sus padres; padres que no los pudieron cuidar porque son infantiles, narcisistas, depresivos o adictos. Y la cuestión es que estas niñas vienen con una carga aerostática, así lo llamamos en las neurociencias, una carga de depresión, con estrés crónico infantil, donde aprendieron a funcionar responsablemente desde pequeñas. Y esto no tiene que darse solamente en temas de violencia, sino que se puede dar en niños con padres separados, con un mal divorcio, quedando como rehén de los dos padres; tienen una mamá que le dice al niño que cuando vea a su papá el fin de semana le pida el dinero de la cuota alimentaria, y entonces el niño se lo dice a su papá y éste le contesta que ahora le diga a su mamá que no le va a dar más plata. Así como los casos en que la madre pone a su hijo en un conflicto de lealtades y trata de averiguar si el padre tiene otra pareja. Así, un niño con 6 años, empieza a ver que de él depende que la mamá reciba la plata para que pueda seguir yendo al colegio, que de él depende que su mamá llore o no, etcétera. Fueron niños que asumieron el rol del salvador, y que después lo llevan a la vida adulta.
D: ¿Y estas personas pueden llegar a vincularse sanamente con alguien en algún momento de su vida?
PF: Cuesta mucho, porque la química que genera una relación conflictiva no la genera una relación normal. En una relación conflictiva la química es pasional, es adictiva como una gran borrachera, están buscando un sacudón, como un vínculo fuerte que las distraiga de su propio dolor.
D: O sea, que las haga sentir vivas…
PF: Exacto, que las hagan sentir vivas, porque tienen como un costado depresivo. Entonces estas relaciones en el primer tiempo y durante los primeros meses son de altísimo voltaje, como si fuera una droga dura. Hoy sabemos lo que pasa en el cerebro con estos vínculos, y la verdad es que son absolutamente adictivos; y que a pesar de que la relación no funcione uno quiere seguir sintiendo ese nivel de dopamina que tenía al principio, y entonces se dan las peleas y las reconciliaciones. Y así reviven en cada reconciliación esa luna de miel y borrachera del principio.
D: ¿Y qué pasa cuando de verdad llega el final de ese vínculo?
PF: Hay un gran síndrome de abstinencia muy doloroso. Y puede pasar de que aunque la relación se haya cortado, la persona siga reverberando este vínculo por años, es decir que aunque siga con otras personas la relación queda en su cabeza, o bien sigue un patrón de relaciones inestables y parecidas en las que vuelve a sentir esta química.
D: ¿Ese patrón de relacionamiento se da solo con la pareja, o se traslada a todos sus vínculos?
PF: En general le pasa con la mayoría de sus vínculos, porque tiene un patrón vincular dañado. Como si la persona tuviera que hacer algo para ser querida todo el tiempo, entonces se sobreadapta a todo y no sabe decir que no, tolera cualquier cosa; recién puede hablar cuando se siente muy dañada y ya esos vínculos también están dañados, siendo muy difícil de volver atrás.
D: ¿Cómo serían las características de la pareja que buscan los codependientes afectivos?
PF: La moneda corriente de estas relaciones es enamorarse de una persona que no tiene nada para darle. En general se buscan a un/a complementario/a que tiene características muy narcisistas, alguien que quiere ser idolatrado; y los codependientes le ofrecen eso, lo idolatran y coinciden ambos, porque ella para ser querida le dice al otro lo magnífico que es, y que todo le parece bárbaro cuando en realidad no lo es. No le parece bárbaro que él no trabaje, y entonces para asegurarse esa relación además de decirle que es bárbaro, le dice que ella lo va a acompañar y también que lo va a mantener incluso hasta que él encuentre su camino. Y entonces cuando pasa el tiempo y ella le dice que ahora le gustaría modificar un poco eso, ella lo que siente es una amenaza porque le va a decir que eso no era el contrato y que la va a dejar.
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“Estas relaciones siempre están en el borde del riesgo, al borde del suicidio o con una escala de nivel de violencia que puede terminar lamentablemente en la estadística que vemos todos los días, los celos patológicos”
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D: Profundizame más en el tema de los grupos.
PF: Es un grupo abierto, gratuito y que funciona todos los martes. Viene gente de todas las clases sociales con un gran caudal de sabiduría, y lo que los une es el dolor, porque en realidad esto no tiene que ver con una dependencia económica sino con una dependencia afectiva. Tengo una colega que dice una frase que me encanta: “Son personas que están cociditas por fuera y muditas por dentro”, y es una excelente imagen, porque si tú los ves, son hombres y mujeres súper potentes en su vida, responsables, trabajadores, y sin embargo, en lo emocional siguen obstinados en un amor que no corresponde. Ver cómo te rechaza, cómo no te corresponde y tu seguís empecinada/o sabiendo que te está lastimando…Y todo esto hace difícil que abandones la tarea, es como si dijeran: “Si todo en la vida lo logré, ¿como no voy a lograr esto?” Entonces no se rinden fácilmente. Otra persona en su situación se hubiera ido a los dos meses y estas personas se quedan por años.
D: ¿Y se puede salir de todo eso?
PF: Por supuesto, pero hay que trabajar mucho en esto, cuesta mucho verlo como una patología y cuesta mucho cambiar este patrón de relación. Los grupos en este sentido son bárbaros, porque a esas personas les resulta tan fácil verlo en otras y no en uno. Yo les digo muchas veces que ellas no se ven así mismas y no se dan cuenta del tipo de mujer que son, y las otras de afuera sí lo ven, entonces esto de funcionar en espejo es maravilloso porque acelera mucho los tiempos.
De todos modos, cuando trabajamos en una manera más focalizada es mucho más rápido. Muchas pacientes me dicen si soy bruja y yo les digo que no, que escucho esto todos los días de mi vida y al ser tan focalizado vamos más rápido al grano. Hay muchas estrategias de recuperación que trabajamos en los grupos, hemos armado un programa de recuperación que apunta a modificar los patrones vinculares, no para separarse, porque uno se separa y la próxima relación puede ser igual o peor. El tema es apuntar al buen amor y a entender qué es el buen amor, ya que probablemente para ellas el buen amor es aburrido y deslucido, entonces van a tener que trabajar con el dolor que está por debajo para seguir avanzando.
D: Además de los grupos, ¿se necesita focalizar en una terapia individual, también?
PF: En general el grupo es complementario a un tratamiento que puede ser individual o en pareja, y a veces también puede ser psiquiátrico. También a veces trabajamos con farmacología porque hay depresiones severas, así como también puede haber trastornos bipolares o también trastornos límites de gran impulsividad que pueden ser peligrosas. Piensen que estas relaciones siempre están en el borde del riesgo, al borde del suicidio o con una escala de nivel de violencia que puede terminar lamentablemente en la estadística que vemos todos los días, los celos patológicos. ¿De qué están compuestas estas relaciones? De celos patológicos, de celos obsesivos, de celos de venganza, y todo ese material hace que sean relaciones peligrosas. Pero para llegar a esto hay señales antes, y es a lo que vamos, hay señales que empiezan en vínculos adolescentes, los celos patológicos ya se pueden ver en una relación de acoso. Hoy vemos el hostigamiento por Facebook, por Whatsapp, por las redes sociales en general. Ese tipo de control obsesivo ya es un dato de riesgo.
D: ¿Estas personas que generan vínculos dependientes, necesariamente generan otras dependencias?
PF: Es interesante lo que decís, se podría decir que lo que las une a todas es una gran vacío, un sentimiento de vacío insoportable que se puede llenar con una relación conflictiva o con una sustancia, por ejemplo, con pastillas que no son recetadas por un psiquiatra, o con cigarrillos, con comida, con algo que vaya anestesiando el dolor; en general, no vemos tanto cruce con el alcoholismo.
D: ¿Qué significado le das tú al amor hoy en día, al amor siglo XXI?
PF: El desamor, la obsesión, los tormentos, los celos, eso no es amor. El buen amor es desear el bien del otro, no es narcisista, es empático, donde el otro me importa. Me importan sus necesidades y soy capaz de renunciar a ciertas cosas en función de que el otro esté bien, porque eso me hace feliz, porque en el mal amor yo renuncio a cosas, pero no porque me haga feliz sino porque no quiero que el otro me deje.
D: ¿Qué tiene que haber vivido una persona para ser capaz de dar buen amor?
PF: No es solamente lo que la persona vivió porque hay personas que por más que lo hayan vivido, no aprenden. No tienen nada para dar y solo quieren recibir. No se hacen responsables de nada y se ubican en lugares de víctimas. Esas personas probablemente nunca vayan a tener un buen amor, no van a poder amar a alguien.
D: Entonces, ¿quién puede dar y recibir un buen amor?
PF: Aquél que es empático, aquél que le importa el dolor del otro, aquél que es feliz dando, incluso haciendo un servicio. Esas personas en general pueden dar buen amor y seguramente recibirlo. Cuando alguien tiene esas características de empatía lo disfruta en todas las áreas de la vida, en la amistad, se compromete socialmente, es gente que está contenta con su propia vida y que también está feliz incluso con su soledad. También hay otra cosa que a mí me indica que hay un buen amor en la pareja, y es el nivel de libertad que esa pareja tiene en el vínculo, esa libertad en que cada uno de ellos sigue siendo el mismo dentro y fuera de la pareja.
D: ¿Para tí el amor tiene tiempo de caducidad?
PF: El buen amor no, pero el amor de enamoramiento y el amor de la pasión sí. Creo que tenemos que transitar nuestra vida al lado de alguien mientras esta persona nos hace bien y construir un buen amor; y si un día no pasa, entonces nos podemos separar bien, con amor, lo que llamamos “los divorcios exitosos”. Porque si tuvimos 25 años del buen amor y de una buena historia, no tenemos por qué terminar desgarrándonos.
D: Contáme de los libros que sacaste hasta ahora.
PF: Amores que matan en el 2007, que se refiere a cuándo una relación inadecuada puede funcionar como una droga. También saqué Sospechas Verdaderas, un libro que habla sobre los celos y la envidia; Amores fugaces, que es más un ensayo que habla del vínculo en la posmodernidad; Estrés Conyugal, en donde no necesariamente se habla de una pareja casada sino sobre relaciones largas y de qué manera nos vamos enfermando; No soy nada sin tu amor, que es un libro donde trabajo más sobre la codependencia infantil y cómo se gesta esto en la infancia; Amores posibles, que fue el único libro en el que hablo del buen amor, porque me pregunté: “Y las parejas que funcionan bien, ¿qué hacen?” El del año pasado fue Historias de amores que matan, en donde cuento 10 historias distintas. Y este año se viene otro, pero tiene más que ver con la manipulación.
D: ¿Qué te deja el haber trabajado todos estos años en esta temática de los vínculos dependientes?
PF: Me deja mucho, me emociona llevar un mensaje de esperanza porque básicamente soy una persona muy positiva y muy esperanzadora que cree en el buen amor, es decir no solo en el vínculo de la pareja sino en el buen amor en la vida. Todos los días abro los ojos y agradezco a la vida todo lo que tengo…
Contacto:
Patricia Faur
Mail patriciafaur@yahoo.com
www.patriciafaur.com.ar
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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