“A la gente que viene a Mesabrava, queremos darle más de lo que viene a buscar”
Lo gourmet
Ciclos gastronómicos itinerantes. Una experiencia donde se conjuga el disfrute de los sentidos con una puesta en escena casi teatral
Por Dolores de Arteaga.
El lujo cambió de rumbo. Yo lo denominaría “el nuevo lujo”, que sería el disfrutar de las experiencias, valorando todos y cada uno de sus momentos, como si fuese el último día de nuestras vidas. Y creo que estas generaciones de jóvenes, a los que llaman “Millennials”, tienen mucho que ver en estos cambios.
Catalina López Hounie es proactiva, contagia energía, es comprometida y muestra seguridad en cada paso que da. Es una buena bandera de la tan nombrada generación. Ella es la cara y el alma de Mesabrava, un ciclo gastronómico que tiene lugar desde el verano del 2015.
Además de Catalina, participan del emprendimiento su novio Gustavo Zerbino (29), Sofía Hughes (25) y Martina Capó (33). Francisco Baldomir, novio de Sofía, fue socio fundador, aunque hoy en día se encuentra abocado a proyectos de arquitectura. Ellos cuatro, además, tienen sus carreras y trabajos paralelos. Catalina está por recibirse de diseñadora industrial y gráfica. Gustavo es Director de Sinergia World Trade Center y estudia Administración de Empresas. Sofía estudia Diseño de Interiores y trabaja en la revista Arte y Diseño. Y Martina es gestora cultural y la creadora de El Bajo de la Ciudad Vieja, un proyecto cuyo cometido es revitalizar la zona, tomando al arte y a la cultura como hilo conductor.
“Cuando empezamos, en las primeras cuatro ediciones, con cuatro mesas, cocinaban nuestros novios, Gustavo y Francisco. ¡Se volvían locos! Por algo hay gente de profesión cocineros, ya que los chicos se daban maña y punto”, comenta Catu, como la llaman sus amigos.
Con un mínimo de 80 y un máximo de 180 personas por edición, una vez por mes, Mesabrava te invita a celebrar. A homenajear la vida en cada uno de los cinco pasos que tiene pensados para sus comensales. Porque todos queremos vivir “el nuevo lujo”.
Dolores: ¿Cómo surgió Mesabrava?
Catalina López: Estábamos veraneando en Cabo Polonio con una amiga y nuestros novios y, como a ellos les gusta mucho la gastronomía, hablábamos de su sueño que era arrancar con un restorán. Empezamos a divagar, pero todos coincidíamos en que, cuando uno va a un lugar, lo más importante es llevarte una experiencia, que el menú sea siempre diferente. Después, los chicos empezaron a bajar a tierra el proyecto y se dieron cuenta, haciendo los números, que por el momento un restorán no era viable, y ahí surgió la idea de hacer comidas en lugares diferentes. Una de las cosas que más nos interesó en el Proyecto fue reivindicar lugares de nuestra ciudad, rincones en los cuales pasaran cosas. Así arrancó una vez al mes una cocina itinerante, con una estética y gastronomía diferente. Surgió como un hobby y no por la plata, después fue tomando otra dimensión y nos impactó cómo la gente pedía más.
D: ¿Por qué “Mesabrava”?
CL: Costó el nombre. Queríamos algo que remitiera a lo ambulante, a algo que se moviera, porque así somos nosotros. La palabra “mesa” no podía faltar, y queríamos que fuese solo una palabra.
D: En las primeras ediciones de Mesabrava no contrataron cocineros, se arreglaron entre ustedes.
CL: Sí, pero después se complicó (risas). Fue cuando tuvimos que hacer un corte y contratar gente especializada. Este año vamos a hacer un ciclo de chefs emergentes, no reconocidos. Creemos en ellos porque somos todos jóvenes y siempre hay alguien que tiene que confiar en uno por primera vez. A nosotros nos pasó con Lucía Soria, una chef con la que tenemos mucha relación, que sin ser nadie nosotros, nos apoyó desde el principio. Es un placer trabajar con ella, es totalmente profesional en lo que hace. Y con los antecedentes de que ella trabajó con Mesabrava, todos los cocineros quieren hacerlo con nosotros.
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“Este año vamos a hacer un ciclo de chefs emergentes, no reconocidos. Creemos en ellos porque somos todos jóvenes y siempre hay alguien que tiene que confiar en uno por primera vez”
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D: ¿Hay muchos cocineros emergentes?
CL: Sí, hay un montón. Y estamos muy agradecidos con los que se subieron al proyecto, porque es difícil cocinar tantos platos al mismo tiempo. Además, Mesabrava implica más que venir y cocinar. Hay mucha previa. Es una semana entera que hay que dedicarse a la producción, las compras, etcétera.
D: Para ellos es una vidriera.
CL: Sí, claro, pero además es una oportunidad de cocinar literalmente lo que quieren, lo que más les guste.
D: ¿En alguna edición participó más de un chef?
CL: Sí, lo hemos hecho muchas veces. A veces cocinan juntos, otras veces hablan entre ellos y se arreglan, por ejemplo, “yo plato y tú postre”.
D: ¿Cuántos platos ofrecen?
CL: Depende de la edición. A veces hacemos un tapeo, otras veces hay dos aperitivos, entrada, principal y postre; en general son entre cuatro y cinco platos. También depende del lugar.
D: ¿Qué opinás de los chefs uruguayos?
CL: Estoy orgullosa de lo que se hace acá en Montevideo, gastronómicamente hablando. Me parece impresionante la calidad que tiene la alta gastronomía uruguaya. Muchos chefs que cocinan acá no son uruguayos, y se consideran uruguayos, por ejemplo “Luchi” (Lucía) Soria, que es argentina. De los chefs, mi preferido es Martin Lavecchia; también me gustan Alejandro Morales, Santiago Garat, Florencia Curcio, Tato Bonilla. Hay muchos cocineros sin restorán, porque es difícil tener uno en Uruguay.
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“Estoy orgullosa de lo que se hace acá en Montevideo, gastronómicamente hablando. Me parece impresionante la calidad que tiene la alta gastronomía uruguaya”
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D: ¿Es fácil encontrar lugares diferentes para las ediciones, y que estén buenos?
CL: ¡No! Los lugares son lo más difícil de encontrar, tienen que ser de gran capacidad porque tenemos comidas grandes. Muchos lugares son abiertos y acá en Uruguay la mayor parte del tiempo tenés que estar adentro, por el clima. Tenemos una persona que se dedica exclusivamente a buscar locaciones, es nuestra location hunter, está todo el día trabajando para conseguir buenos lugares. También nos pasa que los mejores lugares son públicos, de la Intendencia o del Estado, y no es tarea fácil. Tratamos de encontrar lugares donde la gente nunca haya ido a comer allí. Solo una vez lo hicimos en un restorán, Celebra, en Zona América, porque acababa de inaugurar y todavía nadie lo conocía; así que nos pareció interesante hacerlo allí, tiene el jardín vertical más grande del Uruguay y es romántico, ya que tratamos de que cada lugar tenga una magia especial.
D: Además de magia, ¿qué más tiene que tener un lugar para ser elegido por ustedes?
CL: Historia, que tenga algo para contar. Que sea innovador, canchero pero de calidad. Siempre tratamos de que el lugar tenga que ver con el estilo de vida que promovemos en Mesabrava.
D: Mesabrava interviene los lugares.
CL: Sí. Depende del lugar. Jugamos mucho con la iluminación. Aunque a veces no ponemos nada, otras veces muchas flores. A mí lo que más me gusta es todo lo orientado al diseño, pero en gastronomía.
D: ¿Cuántas personas trabajan con ustedes cuatro?
CL: Para cada edición se arma un equipo especial particular, según lo que se necesite. Hoy somos siete personas fijas que trabajamos en el emprendimiento, los cuatro socios más la gente de logística, administración.
D: Quiero ir a una Mesabrava. ¿Cómo hago?
CL: Al principio largábamos tres fechas, y estando en marzo enseguida ya estaba llena hasta la de julio. Lo que hacemos ahora es largar por mail la fecha, a nuestra base de datos, dos semanas antes de cada edición. Creemos que el “boca a boca” es el mejor o el peor marketing, así que apuntamos a hacer las cosas bien desde el vamos, para que la gente siga hablando y tener un público real. Eso es lo que más nos interesa hoy en día. Nosotros queremos exclusividad, no buscamos ser masivos.
D: Me imagino que a partir de Mesabrava se les abrieron muchas puertas…
CL: Sí, nos surgieron mil propuestas, porque justo arrancamos en un momento en el que la gastronomía en el Uruguay estaba despegando y, además, de moda. También somos limitados (risas), no nos podemos sobrepasar a pesar de tener muchos proyectos. El año pasado, en diciembre, organizamos un casamiento de cero, hasta hicimos el ramo de la novia (risas). Ahora tenemos el proyecto de llevarlo a Chile y a Argentina, si bien hay cosas similares que se llaman pop-up dinners, el diferencial que tenemos en Uruguay es que cada vez es con un chef y en un lugar diferente.
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«Ahora tenemos el proyecto de llevarla (Mesabrava) a Chile y a Argentina, si bien hay cosas similares que se llaman pop-up dinners, el diferencial que tenemos en Uruguay es que cada vez es con un chef y en un lugar diferente”
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D: Entonces, hoy día, ¿se presentan como algo más que un “ciclo gastronómico”?
CL: Nosotros somos una productora gastronómica, y dentro de ella tenemos los ciclos de Mesabrava.
D: ¿Qué los caracteriza?
CL: Nuestro lema máximo es: “Darle a la gente que viene a Mesabrava más de lo que viene a buscar.” Es que el lujo hoy en día dejó de ser el súper hotel, la súper comida. El lujo hoy día es llevarte algo vivido.
D: ¿Qué es lo que más disfruta la gente?
CL: Es una conjugación de todo, pero generalmente es el lugar, es lo que más se lleva; la puesta en escena, el montaje. Es que es como un teatro.
D: ¿Y lo que más disfrutás vos?
CL: Lo mejor, la previa de cada edición.
D: ¿Cuál fue el lugar que tuvo más repercusión?
CL: Bavastro siempre da que hablar. Fue el único lugar que hemos repetido. Y si bien no nos gusta repetir, en Bavastro, Musacco, el Bosque de la Juanita y el Pueblo Garzón, que fueron las cuatro ediciones más impactantes o mágicas, lo volveríamos a hacer, ya que la propuesta gastronómica y artística serían diferentes.
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“Amo Montevideo y todo lo que está pasando. Lo único que me tiene preocupada es la inseguridad. Por otro lado, está muy caro para vivir. Pero la ciudad es muy linda y súper explotable. Su vida cultural es riquísima y crece día a día. Y la gente pide ese crecimiento”
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D: ¿Qué significa Montevideo para ti?
CL: Amo Montevideo y todo lo que está pasando. Lo único que me tiene preocupada es la inseguridad, ya que me gustaría andar en bici de noche. Por otro lado, está muy caro para vivir, tendría que ser más accesible. Muchos de los jóvenes, que son el futuro de este país, quieren irse. Pero la ciudad es muy linda y súper explotable. Su vida cultural es riquísima y crece día a día. Y la gente pide ese crecimiento.
D ¿Cómo se ven a futuro?
CL: Nos encanta el proyecto y donde estamos parados ahora. Este año me voy a dedicar exclusivamente a Mesabrava y a seguir todos los proyectos paralelos que vayan surgiendo.
D: Alguna reflexión…
CL: Lo más interesante de este proyecto es que se concretó. Que las cosas pueden pasar. Empezamos queriendo hacer algo lindo para nosotros, y después las cosas se fueron dando desde el amor que teníamos, desde nuestras pasiones. Si querés hacer algo con amor y con dedicación, las cosas salen solas y salen bien.
D: Para terminar, ¿cómo definirías a Mesabrava?
CL: Es como un estilo de vida. Es un producto canchero, moderno, auténtico. Es lo que es. Tenemos una vara de calidad que nunca intentamos bajar, siempre estamos empujando la varilla hacia arriba y seguiremos apuntando a más y mejor.
Fotos
Gentileza Archivo Mesabrava y Olivia Pérez (Catalina López)
Info útil
Precio: $1.900 el ticket.
Grupos de 10 personas máximo. Las reservas son de 4, 6 u 8.
Horario: Desde las 21 hasta las 24 hs.
Contacto
reservas@mesabrava.com
Instagram@mesabrava
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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