“Si uno ama la música y quiere expresarla, no importa el cuerpo, (…) te llena el alma”
Cuerpo & Alma
Ana Claudia Villamil y Florencia Ferrari, profesoras de ballet, nos animan a dejar atrás los miedos y entregarse. No importa la edad. Para ellas, es una cuestión de actitud.
Desde el año pasado revolotea en mi cabeza la siguiente interrogante: “¿Se podrá empezar ballet a los 40?”. De chica había hecho sólo un año, en la época que las profesoras de ballet eran súper estrictas, y, la verdad, lo único que disfruté fue el primer día de clase al estrenar la malla negra y las zapatillas rosadas.
Así fue que entrevisté a Ana Claudia Villamil y Florencia Ferrari, ambas profesoras de ballet, para evacuar mi duda y la que puedo haber generado en ustedes.
Ana Claudia (AC) tiene 46 años, ex bailarina del Sodre, con 15 años de experiencia dando clases. Bailó hasta los 42.
Florencia (F) tiene 43 y desde los 8 años formó parte de cuerpos de baile con la maestra Olga Bérgolo y el maestro Eduardo Ramírez. Hoy en día es profesora de ballet en Old Girls.
La Citadina: ¿Se puede empezar ballet de grande?
Ana Claudia: Sí, por supuesto, se puede. Se arranca de cero. Desde hace ocho años aproximadamente empezó todo una movida de mujeres jóvenes y adultas que tenían interés por empezar. Mi clase es un espacio de expresión, es una hora y media en la cual cada una puede expresarse con la música. En lo que tiene que ver con el entrenamiento, obviamente la finalidad no es salir ante el público, ni tampoco ser bailarina. Es por un tema personal.
Hacemos barra, estiramientos y con las que recién comienzan trabajamos en el piso con colchonetas. Para alinear las posturas se trabajan todos los grupos musculares; además se trabaja en la coordinación, el equilibrio y el sentido rítmico. Es mínimo dos veces por semana para lograr resultados y para empezar a incorporar lo que estamos haciendo y a sentir los beneficios a nivel físico y de cabeza. Cuando tu terminás la clase te sentís bien, te empezás a sentir mejor día a día.
Florencia: Yo considero que sí, empezando de a poco, siendo constantes y llevando una rutina de determinadas horas semanales. No estamos hablando de llegar a ser profesional, sino hacerlo por amor al arte y de expresar el cuerpo con la música. Si la persona hizo algunos años de niña, mejor aún; si no, hay que empezar de a poco.
LC: ¿Hay requerimientos específicos?
AC: Tener las ganas de sentirse bien, estar abierto a que te guste y entregarte. Hay gente con algunos problemitas que hasta les recomiendan el ballet. Siempre hay personas que tienen alguna dificultad, alguna lesión de columna o de rodilla y como son grupos reducidos, personalizados, siempre contemplamos los problemas.
F: En principio, si se está en condiciones físicas saludables no habría problemas. En Londres están dando clases a gente con Parkinson, obviamente está adaptado. Es impresionante, salen de las clases mucho más coordinados. Pero a mí me encanta que sea más que nada un tema de actitud. Incluso he invitado a gente que tiene cuerpos un poco más grandes, porque no lo veo como limitante eso del paradigma que la bailarina tiene que ser flaca y perfectita, ¡no! Nada que ver. Si uno ama la música y quiere expresarla, no importa el cuerpo, al revés, como que te llena el alma. No es sólo técnica, obviamente si uno la tiene ¡alucinante!
LC: ¿Se plantean objetivos?
AC: Más que nada son objetivos que los individualizo de acuerdo a cada una; no todas empiezan en el mismo nivel o si empiezan de cero no todas van evolucionando de la misma manera. Ahí está la habilidad del maestro en una clase que no son 20, estamos hablando de seis a ocho personas, es casi personalizado. A las que tienen facilidad les das la posibilidad de que sigan creciendo, avanzando, aún sin descuidar a aquellas que les cuesta más. El fin no es sacarlas bailarinas, sino que disfruten y que sepan que son muchos los beneficios que se obtienen. Igualmente se puede llegar a un nivel alto.
F: El objetivo es como personal, me parece que el ballet es una disciplina autodemandante, como que uno se va exigiendo y el profesor también tiene que ser exigente. Me gusta que se vaya notando el progreso, o sea hoy giré una vez, mañana dos, pasado tres y traspasado cuatro.
LC: ¿Qué le dirían a una mujer que tiene ganas de empezar?
AC: Yo estoy en esto hace 15 años, estudiando, explorando, investigando. Empezando ballet naturalmente te empezás a sentir bien y te empezás a cuidar porque te empezás a sentir mejor físicamente y anímicamente, entonces empezás a tener toda una vida más sana. Una cosa te lleva a la otra. Les aconsejo que siempre va a ser para bien, hay que hacerse un ratito para una.
F: Si una quiere hacerlo de verdad, es súper posible.
Contactos:
Ana Claudia Villamil: acvdanza@hotmail.com
Florencia Ferrari: florencia.ferrari37@gmail.com
Ana Claudia Villamil, cuando bailaba en el Sodre
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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