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“Hoy elijo unirme a todo lo que antes le tenía miedo”

Cuerpo & Alma
“Hoy elijo unirme a todo lo que antes le tenía miedo”

Graciela Garandán cuenta cómo pudo resignificar el dolor de su cáncer y renovar lazos que la ayudaron a salir adelante

mayo 20, 2016

 

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Por Dolores de Arteaga

Ni bien entra a un lugar, la energía cambia. Desparrama alegría. Risotadas. Habla fuerte. Histriónica por donde la mires. Es que un simple encuentro con “Gra”, como la llamamos los que la conocemos hace tiempo, te cambia el día. Es como un “pum para arriba”.

Se las presento formalmente. Se llama Graciela Garandán, tiene 50 años, dos hijas mellizas de 23 y hace 24 años que está casada con Miguel Novino, el papá de sus hijas. Hace dos años un carcinoma la vino a visitar. Ella me explica que siempre supo, desde el momento en que le dieron el diagnóstico, que “él” se iba a retirar, ya que la sola idea de vivir con un extraño le daba mucho pánico.

Al día de hoy Gra continúa haciéndose controles médicos cada seis meses. “Quince  días antes le digo a todo el mundo que me faltan solo 15 y me pongo como loca. ¡Es mentira que no te ponés nerviosa!”, me cuenta haciendo el típico gesto de “no”.

 

Dolores: ¿Cómo fue tu reacción cuando tuviste que hacer tuya la palabra cáncer?

Graciela Garandán: Luego de varias idas y vueltas, finalmente me operaron. Me sacaron un carcinoma de 1 centímetro con 15 milímetros que estaba encapsulado. Desperté de la anestesia, me contaron lo que tenía, miré a mi marido, a mis dos hijas, a mis dos mejores amigas, sabiendo que ya todos sabían, y lloré preguntándome: “¿Qué más viene ahora?”. Ya la palabra “cáncer” me daba miedo. Es una palabra que te paraliza.  Yo después de este proceso aprendí a tenerle respeto, pero no miedo. Yo digo “tuve cáncer”. Y me gusta decirlo. Mucha gente asocia la palabra “cáncer” a la muerte, y para mí hoy día el cáncer es vida… Si la sabés vivir y la querés vivir.

D: ¿Y cómo siguió todo luego de la operación?

GG: Cuando volví a mi casa reuní a mis hijas y a mi marido y les dije que yo quería ser la reina del casa, que los necesitaba a todos, que de ninguna manera quería irme a hacer tratamientos al exterior. No quería moverme de mi casa. Solo quería familia y amigos.

Mi marido siempre acompañándome, me aguantaba cuando lloraba. A las 9 de la mañana me despertaba con el desayuno, me hacía el almuerzo, él me cocinaba todo. Era como un sticker, nunca se despegó. De hecho en la radioterapia, que fue lo último del tratamiento, cuando me llamaban por el parlante decían: “Graciela y el Abrojo” (risas).

D: La primera quimio…

GG: Cuando me hice la primera quimio había una cama y le dije a mi marido que no se pusiera nervioso y a la nurse también. Les expliqué que yo iba a llamar a mis ángeles y que me iba a dormir; y así fue, esa hora me dormí, así que pasé lo más bien.

D: Cuando llegó el momento de la caída del pelo…

GG: Ya en la segunda quimio me pasó que cuando me fui a peinar y me quedé con un mechón de pelo en la mano, pensé: “Me llegó la hora”; le pedí a mi marido que me llevara hasta lo de Fabián Sciutto, la peluquería donde me conocen de toda una vida, y me fui a pelar. Es tortuoso el deterioro, prefiero ir por lo sano y listo.

Fabián me contuvo mucho. Me ató el pelo, me empezó a pasar la máquina y cuando llegó al último pedazo de cuero cabelludo, dio vuelta la silla, me abrazó y me dijo: “Esto va a pasar a ser una anécdota.” En ese momento entra mi marido a la peluquería, me ve por el espejo pelada y me dice delante de toda la peluquería: “Pensar que nunca te dejé cortar el pelo.¡no sabía que eras tan, pero tan linda! Agarro la cola de pelo y se fue.” A partir de ahí, en casa, pasé a ser la cabeza de kiwi, todos pasaban y me tocaban la cabeza; pasé a ser el chiche de la casa (risas).

D: Optaste por pañuelo.

GG: Sí. La primera vez que me lo puse les mandé fotos a mis amigas que me decían que estaba divina y así fue mi debut. Llené mis aros de dijes y distraje a la gente para que me vieran los dijes y no la cara, porque se te caen las cejas, las pestañas… Pero es tanto lo que deseás que todo termine, que lo del pelo, las cejas y las pestañas no me molestó tanto.

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D: ¿En algún momento tuviste miedo a morirte?

GG: Sí, cuando no sabía lo que era la quimioterapia. Además, tengo diabetes, entonces no sabía cómo iba a reaccionar mi cuerpo. La suma, para mí, altera el producto. El tema es que no hay que dejar que te altere.

D: ¿Para qué sentís que tuviste que enfermarte?

GG: Para cambios. Para renovar lazos con mi familia, con mis hermanos. Para eliminar personas en mi vida.

Además, en este camino pude ayudar a muchos. Una vez estaba en el consultorio y el doctor que me atendía me hizo entrar porque quería que yo le explicara de qué se trataba la quimio a una chica divina de 28 años que era la primera vez que se la hacía. Le expliqué, me saqué el pañuelo y le dije: “Vas a quedar así, ¡y mira qué linda estoy!”

D: ¿Qué enseñanza te dejó la enfermedad?

GG: Desde el primer momento en que supe no dije “por qué a mí”, sino “para qué”, y le busqué una enseñanza. No me cambió mi esencia ni mi forma de ser, sino mi forma de ver. Miro por elevación cosas a las que antes le daba mucho más importancia. Me encanta estar al servicio. Lo primordial es saber que se puede salir adelante. Hoy elijo unirme a todo lo que antes le tenía miedo. Hoy ya no.

Contacto:
Graciela Garandán
Cel. 094 699 744
Mail: granaga@yahoo.com

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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