“Bienvenido el uruguayo que en general no llega a Pérez Castellano”
Por amor al arte
Entre libros, esculturas, objetos en extinción y obras de Daniel Barbeito. Así fue la charla con el librero Gerardo Beyhaut, quien lleva adelante Moebius Libros
Por Dolores de Arteaga
Enclavada en una de las peatonales más pintorescas de Montevideo, Pérez Castellano, y al resguardo de varias palmeras, encontré a Moebius, una librería que me invitó a entrar. Su fachada ya me resultó amigable. De un color rojo vibrante y con un eslogan en el cartel que decía: “Objetos en extinción”, ya todo me hablaba de algo más que una simple venta de libros. El número de calle era una obra de arte en sí misma. Me aguardaba una experiencia distinta.
Adentro me encontré con uno de sus dueños, Gerardo Beyhaut (47), librero y escultor en madera. Estuve charlando con él y me contó que desde hace siete años es dueño de Moebius, pero que desde hace dos está asociado a Daniel Barbeito (55), artista plástico de Colonia del Sacramento. Con esa explosiva mezcla de arte entendí cómo lograron ese concepto de librería-arte, que indudablemente les debe de haber brotado de una forma totalmente natural. Así nació Moebius, esa librería que me atrapó durante más de dos horas.
Gerardo es divorciado y papá de dos varones, Guzmán (12) y Bernabé (6). Daniel tiene hijos grandes, Manuela y Tomás, de más de 30. Desde hace unos treinta años vive de su arte. Básicamente se ha desarrollado en Colonia, porque es de allá. Parte de su obra está en José Ignacio, en la Galería los Caracoles. También ha expuesto en Italia. “Actualmente Montevideo está descubriendo a Barbeito y viceversa, con mucho éxito”, concluye Gerardo con mucho orgullo. Orgullo que se adivina en la librería, donde el artista coloniense se luce en sus paredes.
Gerardo se pierde en sus recuerdos: “Yo fui cerrajero en Punta del Este y gastaba buena parte de mis ingresos en libros. Era tan buen cliente en una librería que terminé trabajando en la misma. Ese fue mi primer trabajo en contacto con libros. Luego trabajé años en librerías de Punta del Este, porque siempre necesitaban gente joven y que leyera. Con el tiempo me independicé y puse mi librería en Maldonado; pero por avatares de la vida terminé con mi librería en Montevideo.”
Gerardo y Daniel ya se conocían. Eran grandes amigos. Gerardo era cliente de él: “Le compré obras, después lo conocí y pegamos onda. Barbeito es un hombre encantador. Noté que sus cuadros, entre las estanterías de mi casa, eran los más lindos que podía poner. Y ahí surgió la idea, al ver las estanterías de mi casa intercaladas con el arte de Daniel, me dije: ‘Qué linda librería se lograría intercalando libros con la obra de él’. Lo hablamos, vimos números, buscamos cómo hacerlo y llevamos el proyecto adelante. Es que es una pintura que combina mucho con los libros, los jerarquiza y la pintura se ve jerarquizada por los libros también. No se contraponen, sino que se complementan maravillosamente.”
Secadores de pelo con base, figuras coleccionables, revistas de los ’60 y obras talladas por la mano de Gerardo comulgan a la perfección a lo largo y ancho del local. Todo armoniza en la estética creada por Gerardo, quien aclara: “No me interesan tanto las antigüedades, sino las cosas en desuso. Artículos de los años ’50, ’60 y ’70 son los que más me interesan.” Ante mi duda de si todo está a la venta o es decorativo, me responde: “Son adornos y tienen precio. Hay solo dos cosas que no se venden: un reloj de péndulo y yo (risas). Lo demás, ¡todo!” Y yo le recordé que tampoco se vendía la mesa de ajedrez, porque no hubo forma de convencerlo para que me la vendiera…
Al parecer, el multifacético Gerardo empezó a tallar por casualidad. Un día un carpintero estaba tirando barrotes de madera, los juntó y empezó con la talla por hobby: “Una vez me salió un muñeco y me lo imaginé en un juego de ajedrez como alfil con onda medieval. Y seguí tallando esos muñecos por un tiempo; mis amigos me gastaban que siempre hacía lo mismo. Entonces los empecé a tallar a ellos. Y ahí no paré más. De 1996 a 1997 tallé casi a diario, pero nunca fui a clase.”
Pero Gerardo siente que la palabra “artista” le queda grande. Prefiere quedarse en su rol de librero. Él es quien se encarga de seleccionar los libros que encontramos en Moebius: “Tenemos libros nuevos, usados y artículos en desuso. Una parte está guiada por el público, de quien aprendo mucho. Trabajo más con turistas que con gente uruguaya. Hago la temporada de Cruceros que es intensa en Pérez Castellano, es la subida de paseo y de paseantes. Básicamente, me desarrollé como librero trabajando para turistas, no sabría cómo enfocarme en una librería en Pocitos o en Punta Carretas, ya que no sé que compra el montevideano en general; tendría que aprender de cero. Pero bienvenido el uruguayo que en general no llega a Pérez Castellano. Por eso, vendo muchos más libros sobre José Mujica que sobre Ludovica, el libro del horóscopo que es uno de los más vendidos en Uruguay. Mujica, Galeano y Benedetti, son los autores que más vendo.”
Gerardo me explica que Pérez Castellano fue elegida por él expresamente, porque es una calle muy particular: “Para el montevideano común la Ciudad Vieja termina en la Plaza Matriz. Y sobre el fondo, donde está Moebius, saben poco.” Una mezcla curiosa vive en la zona, según palabras de Beyhaut: “Muchos extranjeros: alemanes, americanos; jubilados; hay gente que está viviendo acá desde hace cuatro o cinco generaciones y convivimos todos. Están los borrachos habituales, la señora que va al Súper con el carrito, la niña que corre por la calle, está el ejecutivo que salió y viene a uno de los restoranes, etcétera. Es como una frontera y me apasiona Pérez Castellano. Por ejemplo, si la hacés de Norte a Sur tenés la Aduana a un lado y la rambla al otro, es una calle caleidoscópica que va cambiando; durante el invierno cerca de la rambla es inhóspito, pero te vas alejando y se va calmando. A mi entender, Pérez Castellano es una de las calles más interesantes de Montevideo. Por aquí pasa el mundo.”
¿Los libros preferidos de Gerardo? Dice que le costaría mucho elegir uno, pero me especifica que hay un libro del que no salís ileso, y es Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. También me comenta que un libro simpático es La conjura de los necios, de John Kennedy Toole. La ley de la Ferocidad y El origen de la tristeza, del argentino Pablo Ramos, según su parecer, son dos obras mayúsculas. El autor colombiano Álvaro Mutis le parece un pilar del lector, así como William Faulkner.
Como punto final, les dejo este recuerdo de Gerardo: “Un brasileño me dijo una vez que Uruguay no tiene ni oro ni petróleo, pero tiene libros y libreros” Y creo que no es poca cosa. Crucemos los dedos para que no los pierda por el camino.
Contacto:
Moebius Libros
Tel. (598-2) 915 36 18
Dir. Peatonal Pérez Castellano 1432
Mail moebiuslibros@gmail.com
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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