“Aprendí a levantarme sin refunfuñar”
Cuerpo & Alma
Karin González, gerenta de la posada Afrika, en Buzios, nos cuenta cómo dejó atrás su ajetreada vida en Buenos Aires
Por Dolores de Arteaga
Hace más de cuatro años que la argentina Karin González vive en Buzios. Hastiada del ritmo de Buenos Aires, decidió darle un giro total a su vida. Persiguiendo un sueño que arrastraba de sus épocas de estudiante. “Cuando cursaba la carrera venía a Buzios a trabajar en un restorán en la playa durante la temporada alta. Lo hice durante varios años. Ya ahí fantaseaba con vivir en un lugar con mar, una geografía tan diferente a la de Buenos Aires”, comenta Karin.
“Libre, imposible de sosegar, hago lo que quiero y cuando quiero, y voy detrás de mis sueños”, así se define Karin, reconociendo que muchas veces esa filosofía de vida le juega malas pasadas. Mamá de Tobías (Tobi, 16) y Lucía (Lula, 14), está divorciada del papá de los mismos. Abogada de profesión, trabajó durante un tiempo en un estudio reconocido de la capital argentina, al cual renunció para dedicarse al diseño de trajes de baño. Cuando estaba en plena vorágine, el día menos esperado, recibió un llamado que le cambió su destino en un plis-plas. El ex marido de una amiga necesitaba una persona de confianza para gerenciar su posada en Buzios: “Lo hablé con mis hijos, nos vinimos, y acá nos quedamos (risas).”
Hoy Karin está a cargo de Afrika Pousada, un paraíso en pleno Buzios: “Mi trabajo es hacer que funcione todo, administrar la Posada. El trabajo me gusta. Aprendí a levantarme sin refunfuñar.” Vive en una linda casa a tres cuadras de la posada y a una y media de la playa. Sus hijos van a un colegio privado hasta el mediodía. “Están en la gloria”, comenta acerca de ellos. Ambos hijos hicieron un curso de chef básico: “Acá hay mucha gastronomía. Que hicieran ese curso fue una de las mejores inversiones, porque ahora cocinan ellos”, dice Karin.
Dolores: Pasar de una gran ciudad a un pueblo. Dejar los afectos. ¿Cómo lo viviste?
Karin Gonzalez: Dejar la familia y amigos, el desarraigo, duele mucho. Mis amigas son todo, y las veces que han venido a visitarme fue un placer, como si se cortara el tiempo.
D: ¿Cómo fue el cambio para tus dos hijos, preadolescentes en aquél momento?
KG: La verdad es que lo chicos se adaptaron bien. Siempre estuvieron contentos. En Buenos Aires es muy difícil la vida de un adolescente, acá vivo relajada porque se manejan solos. Es que acá es más fácil que aprendan a vivir solos. Y que ellos vean que uno puede ir detrás de sus sueños, como el que yo seguí, es el legado que me interesa dejar a mis hijos. Te diría que no me importa si tienen una carrera universitaria, sino que encuentren lo que les guste hacer y que vivan de eso; para mí, ese es el secreto de la felicidad.
Tobi se hizo un grupo de amigos muy grande y muy fuerte, y Lula también, pero a ella le gusta mucho la ciudad. A veces nos vamos a Río a ver movimiento, a alguno de sus shopping, damos vueltas. Buzios originariamente era un pueblo de pescadores, entonces no hay edificios, es un lugar muy tranquilo donde no encontrás mucho movimiento. Los fines de semana Tobías se reúne en la casa de los amigos y juegan hasta altas horas de la noche al Wii o a la Play. Tienen más tiempo libre que en Buenos Aires, hay un tiempo que no hacen nada y me gusta, no me copa que estén enchufados con actividades las 24 horas del día.
D: Seguiste tu sueño, siempre en busca de la naturaleza…
KG: Sí, siempre. Me puedo ir a vivir a cualquier lado, pero que tenga mar. Si Buenos Aires tuviera mar, hubiese sido lo ideal.
D: ¿Qué hacés un día tipo?
KG: Me levanto bastante temprano. Los chicos entran al colegio a las 7.15 y yo me organizo dependiendo de cómo esté la Posada. Si está llena, desayuno allá y, si hay poca gente, desayuno en mi casa y me quedo hasta las 14 horas haciendo toda la parte administrativa desde ahí; pero todos los días paso por la Posada y hago un chequeo general. A la noche paso por el restorán también. Tengo el celular prendido las 24 horas. Hay muchos argentinos trabajando en la Posada. Buzios es la colonia más grande de argentinos en todo Brasil, me lo dijeron en el Consulado. ¡Algo hay que vienen tantos argentinos!
D: ¿Y después de trabajar qué hacés?
KG: Me doy una vuelta por el Centro. A veces voy a la casa de una amiga a mirar una peli y algunos jueves a un Happy Hour. Hay épocas que voy al gimnasio. Los años previos a venirme acá tuve una vida muy agitada y muy movilizadora: mi divorcio, la enfermedad de mi ex marido, que tuvo cáncer. Cuando vine a Buzios encontré paz, que era lo que necesitaba.
D: Y ahora, ¿cada tanto extrañás Buenos Aires?
KG: Y sí, extraño un poco. Cada tanto me voy de visita a Buenos Aires, ya que necesito una dosis de smog (risas).
D: Hay muchas posadas en Buzios. ¿Qué tiene Afrika Pousada de diferente para ofrecer?
KG: En primer lugar, la arquitectura y el lugar donde está ubicada. No la ves desde la calle porque está construida dentro de un morro, rodeada de vegetación, palmeras, árboles, plantas de maracuyá, de bananas, de mango, de flores. Está como rodeada de una mini selva. El dueño ha traído varias cosas de diferentes partes del mundo, y en cuanto entrás te das cuenta que toda la decoración tiene que ver con África.
Y lo segundo que recalco es la atención que hay acá, y eso es lo que a mí más me interesa; que se queden con ganas de volver. Cuando llegan los huéspedes, los atiendo yo y me interesa que se manejen como en su casa, libremente. Los tratamos con el nombre de pila, una atención bien personalizada. La posada es mi lugar, mi segunda casa, y me gusta mucho lo que hago.
D: Buzios en una palabra…
KG: Libertad.
D: Y en pocas palabras…
KG: Naturaleza al mil por mil. Verde, mar, animales, aire puro, pajaritos cantando y mariposas volando.
D: Un imperdible en Buzios…
KG: Los atardeceres.
D: ¿Qué enseñanza te dejaron estos años viviendo en Buzios?
KG: En primer lugar, me dejó una gran tranquilidad salir de la vorágine de la ciudad. Estar aquí me hace trabajar mucho la paciencia, que es una característica que no tengo. Justo vine a un lugar que lo que más hay que tener es paciencia. Aquí todo es muy lento y yo quiero todo ahora. En Buzios todo es cerveza, caipirinha y samba; todo es con su tiempo y tranquilidad. Llevo una vida alucinante, me voy caminando al Banco por la playa, y eso es todo lo que me deja el contacto con la naturaleza. Lo demás, son detalles…
D: Alguna reflexión final…
KG: En este momento estoy bien. Tengo un lindo laburo, un jefe bárbaro en un lugar soñado, mis hijos están sanos, y todo lo demás lo veré con el tiempo. No me proyecto mucho en el futuro. Logré mi sueño, no puedo pedir más. Soy una afortunada de la vida.
Contacto:
Mail pkaringonzalez@gmail.com
www.afrika.com.br
Fotos: Fernando Venegas
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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