Disfrutar del agridulce gusto de la nostalgia
LC en Portones
Noche de la Nostalgia. Ruben Campero, sexólogo, disipó dudas instaladas en nuestro imaginario colectivo. Además, los elegidos en Portones para esa noche tan especial como controvertida
Por Dolores de Arteaga
Fotos: Olivia Pérez
A mediados de los ’80 surgieron las primeras fiestas nacidas para recordar y bailar los old hits de la música. Y como buenos gauchos, más vivos que bobos, comenzamos a sacar rédito de la fecha patria de la Declaratoria de la Independencia. Todos los 24 de agosto, desde hace 30 años, celebramos “la Noche de la Nostalgia”. Así somos los uruguayos.
Hoy La Noche de la Nostalgia es una marca nacional indiscutible. Quizás ya no se desempolvan discos como antes, pero es un día donde nuestros viejos amigos de la música se ponen sus mejores galas. Queen, Simon and Garfunkel, Cat Stevens, Barry Manilow, Bee Gees y Dire Straits resuenan en todos los boliches de Uruguay.
En definitiva. Una noche donde los uruguayos nos animamos a volar. A soñar. A jugar. ¿Culpas? ¡Ni hablar! “Porque es solo por hoy.” La música, el sexo, la explosión de sentidos están a la orden del día. Y ahí surgen mis preguntas: “¿Por qué solo esa noche en la que viajamos al pasado nos damos tantos permisos?”, “¿Todo tiempo pasado fue… más seguro?” Y la inevitable ecuación: “Nostalgia=pasado, pasado=seguridad…. ¿nostalgia=seguridad?”
Entrevisté a Ruben Campero (45), psicólogo con formación en Psicoanálisis y Sistémica, y sexólogo, quien cuenta con una sólida trayectoria en ambos campos.
Dolores: ¿Por qué la nostalgia, el pasado, nos da tanta seguridad?
Ruben Campero: La nostalgia tiene un sentimiento y por eso va tanto con el uruguayo. Tiene que ver con una mirada triste hacia el pasado, esta cosa inexorable que se perdió para siempre. Vos al mirar hipnóticamente al pasado de alguna forma congelás algo, entrás en una zona de confort donde te sentís totalmente pasional, emocional. Con lo que vivo hoy, con los vínculos nuevos, capaz las cosas no me salen tan bien. Está esa cosa de que “todo tiempo pasado fue mejor”, y el tiempo pasado es mejor porque fue idealizado y ya pasó, está guardado en una cajita de cristal y eso nunca se va a modificar. Esa es la magia que tiene la melancolía. Al vincularte con algo muerto nunca va a cambiar y va a ser un amor eterno. Eso nos habilita a sacar a luz aspectos que en definitiva están reprimidos a nivel sexual y emocional.
D: Entonces reafirmamos la idea de que en la Noche de la Nostalgia la gente se permite hacer aquello que otros días no…
RC: Lo que ya pasó me habilita a mí a sacar emociones gigantescas, porque estoy en un plano de idealización, y yo supongo que eso afecta a lo sexual. Entonces esa noche voy a tener relaciones sexuales de una manera excepcional, no como las tengo en lo cotidiano; las voy a tener con ciertas condiciones de este quiebre paradojal del tiempo por la nostalgia, que me va a habilitar a mí y me va a “desculpabilizar” para tener múltiples prácticas, aventuras, etcétera. Como un estado de excepción, como un espacio lúdico extraordinario que me habilita a jugar, ya que no lo hago o no estoy acostumbrado a hacerlo. Porque lo hago en estas 24 horas y después en la vida quizás soy un aburrido. Son momentos donde se suspenden ciertos valores morales.
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“Lo que ya pasó me habilita a mí a sacar emociones gigantescas, porque estoy en un plano de idealización”
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D: ¿No raya lo bizarro?
RC: Socialmente se piensa en esto como válvulas de escape, pero es alienación; lo que sucede es que tiene formato y olor a libertad.
D: En el imaginario colectivo existe la fantasía de que todos los días sean como un 24 de agosto…
RC: Es algo que emerge de la época actual, no es algo raro en esta época. Estamos en una cultura muy hedónica, muy vinculada con un “supuesto de obligación de ser” y no “deseo de placer”. Gente que está preocupada en cómo hacer rendir su vida y su existencia de placer, que no es lo mismo que tener una actitud abierta al placer, y eso es un problema serio de nuestra cultura actual.
D: ¿Por qué siempre los mismos rituales? Ropa interior roja, bombones con forma de corazón, entre otros.
RC: Tiene que ver con el erotismo, vos te excitás o sentís cosas no solamente por el frotamiento de la piel, básicamente lo que se estimula para el despliegue del erotismo son aspectos vinculares y psicológicos, y esos aspectos están dados por el simbolismo y la valorización que yo le doy a los actos. Entonces un bombón puede estar vinculado con el tema de agasajar.
D: ¿Existe lo afrodisíaco o es todo un mito?
RC: No está comprobado de que existan afrodisíacos, especialmente químicos. Generalmente tienen más un componente simbólico que material. Si te generan un plus de excitación es porque tu le das un valor simbólico. Es más lo que te dicen que son, que lo que en realidad son. Los afrodisíacos tienen muchos componentes fetichistas, porque yo les asigno un valor simbólico exaltado de que me van a provocar una excitación sexual importante o me van a aumentar el deseo sexual; y el objeto fetiche puede ser un fruto seco, un taco, cualquier cosa.
D: La ropa interior, por ejemplo, puede ser un objeto fetiche, entonces.
R: Sí. Tu cargás al objeto de valor, de hecho en Antropología se le llama “maná” a la carga simbólica que vos le das a los objetos. Entonces yo creo que los afrodisíacos y la ropa interior son decorados simbólicos, porque uno tiene que decorar la vida, sino la vida sería aparentemente llana; habría que ver la vida sin estas cosas con las que uno la decora. Es donde el erotismo y el deseo sexual cobran un valor simbólico más allá de la mera descarga fisiológica, le das otra complejidad a tu excitación sexual. El erotismo está definido como “aquello que está por venir”, lo que ya vino… Ya vino y pasó. Una vez que automáticamente lo hice, se está convirtiendo en pasado. Mientras yo te estoy seduciendo, te veo en ropa interior, te doy los frutos secos y te traigo los bombones y el vino. Todo está por venir, un encuentro maravillosamente orgásmico. Lo que está por venir es lo que alienta al ser humano, porque uno lo carga de cuentos, de narrativas, de fantasías. Tenía una amiga que siempre decía: “Tanta historia por cinco minutos de gloria” (risas).
D: Disfrazarnos o jugar a ser otros en los juegos sexuales, ¿tenemos necesidad de ver al otro como si fuera alguien distinto?
RC: Sí, claro; es un lindo y sano ejercicio. Si no, es pedirle mucho a una persona; es algo que falla en las parejas, hay que pensar variantes. Jugar a ser otro es importante porque aumenta mi repertorio erótico, a través de un personaje dejo fluir mi afán de dominio en un encuentro sexual. De alguna manera, tenemos una falsa idea entre persona y personaje, creemos que hay una esencia del ser y que todo lo demás son prótesis externas; sin embargo, el personaje erótico sale de mí, lo inventé yo.
Es juego, los niños juegan a ser otro. Y no pensamos que el niño tiene un trastorno en su personalidad; entonces, ¿por qué no podemos hacerlo los adultos cuando estamos jugando? Los mundos sexuales son muy variados y forman parte de la riqueza que podemos tener a nivel sexual. Pero insisto en que son juegos inocentes y divertidos, a los que les hemos puesto una carga que no tienen, creyendo que son peligrosos y generando culpa
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“Tu armás todo, pero el espíritu va a venir solo si quiere venir; uno solo puede crear las cosas para que el espíritu venga, pero no depende de ti que venga o no”
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D: Disfrutar la Noche la Nostalgia… ¿Cómo?
RC: No tener miedo de jugar con la ambivalencia de tus propios sentimientos, escuchar música, poder vivir sin miedo de lo agridulce. Que la Noche de la Nostalgia sea un momento de creación.
No quedar atrapados en que “todo tiempo pasado fue mejor”. Si creemos que esa noche es el único espacio para la descarga del disfrute y que al otro día vuelvo a la rutina aburrida, no aprendí nada de esa noche.
Pensar que somos personas ya grandes, que tenemos un cierto grado de madurez y que podemos “nostalgiar”. Bajar o manejar la ansiedad. Ir con la idea de pasarla bien. Yo tengo una metáfora para explicar esto: el erotismo es como un ritual. Tu armás todo, pero el espíritu va a venir solo si quiere venir; uno solo puede crear las cosas para que el espíritu venga, pero no depende de ti que venga o no. Es decir, yo puedo recibir las flores, ponerme la bombacha roja y tomarme el vino, pero capaz que el espíritu no viene y uno debe de quedarse tranquilo de que el ritual lo hizo. A no frustrarse, no es responsabilidad de uno. Quedarse con los espíritus más pequeños que seguramente vinieron, que fueron las flores, el vino, etcétera.
También podés jugar con juguetes sexuales. Pero hacelo para divertirte y no para pensar que sos un open minded porque te fuiste al Sex Shop. Porque después tengo el vibrador en la mano y no sé qué hacer. Esto no es como cantar el himno. Uno no puede tener relaciones sexuales en un lugar solemne, no tiene sentido, pierde la magia.
Contacto:
Ruben Campero
Mail Rucabal@vera.com.uy
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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