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Desde Claudia con humor

Cuerpo & Alma
Desde Claudia con humor

La autora de Ser feliz a los 40 (Primer manual de autoengaño para la mujer moderna) y Enfermos de Modernidad nos invita a reírnos de nosotras mismas como una efectiva vía a la hora de exorcizar dramas, ya sea reales o imaginarios

diciembre 04, 2013

Yo voy a ser como Greta Garbo, que se retiró cuando sintió que ya no estaba más para la pantalla; cuando no esté más para hablar, cuando no esté contenta, o cuando realmente esté enferma me retiraré,  porque uno a los 80 años ya no es más hipocondríaco: ya  está enfermo, dice Claudia Panno, la escritora argentina que con su humor exorciza el miedo a las enfermedades y satiriza sobre la vida de la mujer de 40 años.

Su libro Ser feliz a los 40 la dio a conocer en los medios, y hace poco publicó Enfermos de Modernidad. Hace humor porque cree que siempre hay que transformar los dramas y miserias para poder soportar la realidad, según cuenta al presentarse, y explica que su familia está compuesta por un papá que ya no está, una mamá y tres hermanos con quienes no tiene contacto por problemas de herencia –algo que tratará en su próximo trabajo, con humor, por supuesto-.

Sobre ella, su obra y el particular estilo que encontró para transformar las cosas que la atemorizan en el día a día, conversé con Claudia, una mujer que me hizo reír mucho con su verborragia y su particular lectura de los grandes cuestionamientos existenciales del ser humano. Nos reunimos en la Estación Borges, en el barrio de Olivos, Buenos Aires, y charlamos varios capuchinos  de por medio.

La Citadina: ¿Qué tipo de infancia tuviste?

Claudia Panno: La mitad muy feliz, la otra mitad muy sufrida, porque apareció la hipocondría. Por eso hice Enfermos de Modernidad donde hay todo un capítulo sobre quien cree que siempre está enfermo y vive el periplo que yo sigo haciendo de visitar guardias médicas. Tengo 20 años de psicoanálisis pero tampoco se va con eso; sí te permite seguir con tu vida pero los miedos continúan, es una tortura.

LC: ¿Cómo eras de niña?

CP: Tenía esa misma ambigüedad, era muy feliz  pero vivía muy agobiada por los miedos. De chica le tenía miedo a la rabia, un tema que después se erradicó. Si un perro o un gato de la calle me rasguñaba, después había que hacer todo el tour de buscar ese gato callejero, llevarlo al instituto antirrábico, ponerlo en observación y después al pobre animal no lo íbamos a buscar así que lo sacrificaban. Y yo me salvaba.

LC: ¿Dónde te parece que está la raíz de todos tus miedos?

CP: En el psicoanálisis les echamos la culpa a los padres, así que te diría que ellos son los responsables. A mi mamá le decía “Ay, me duele la panza” y ya estaba en el médico. Ahora a los niños les duele todo el tiempo la panza, la garganta, las piernas  y uno dice “No es nada, ya se te va a pasar”. Y mi papá también colaboraba en todo esto, porque era un ejecutivo, un hombre muy ocupado, pero también muy miedoso y se la pasaba en el médico.

Otra conclusión psicoanalítica a la que llegué fue que, como nunca me morí de todas esas cosas, adquirí una cierta inmortalidad. Y a mí me pasa una cosa así, de hecho yo no me quiero morir y te diría que la forma que encontré para incorporar todos estos temas fue el humor. Aunque nunca me río mientras me está pasando algo. Cuando voy a ver doctores, soy muy seria. No saben que escribo humor, no les cuento porque siempre digo que un doctor cuando te pregunta “¿A qué te dedicás?” es porque te tiene que operar y se está fijando cuántos días vas a estar internada.

Las personas que sufren de hipocondría son personas muy obsesivas, y las personas obsesivas, como yo, son las personas que no pueden ver que haya una revista fuera de un revistero, una toalla en el piso, un cuadro torcido. Entonces yo a esa gente le digo “Probá con tener hijos o mascotas” y vas a ver cómo te quedan las toallas en el inodoro, las revistas en la cabeza y un gran cuadro depresivo… Ahí se acomoda todo.

LC: ¿Cómo llegaste al humor?

CP: Cuando estaba en el colegio, a mi mamá la llamaron para decirle que “la nena escribía, que tenía algo para el lado de  la literatura”  y mi mamá dijo “bueno, muy bien: profesorado de inglés”. Y ahí empecé el profesorado de inglés. No nos entendíamos con mi mamá, yo le decía “Quiero aprender a dibujar” y me mandaba a cerámica; “Quiero ser escritora” y me mandaba a inglés. Al final, siempre estaba haciendo cosas contra natura, di clases de inglés cuando ni siquiera había ido a colegio bilingüe. Finalmente el inglés lo olvidé, casi no lo hablo. Por otro lado,  siempre fui a talleres y estuve en la parte cultural, pero profesionalmente me dedico  a la escritura desde hace siete años.

Además de ser profesora de inglés, estudié para correctora literaria, pero corregir libros de otros es un suicidio literario. Y creo que para ser escritor, no hay que estudiar nada, hay que leer y yo soy autodidacta en esto. Mis libros son ensayos y tienen investigación, hay trabajo de campo, hay entrevistas, hay muchas lecturas y serias. Con todo ese conocimiento trato de hacer humor.

LC: ¿Qué riqueza encontrás en la psicología femenina?

CP: Las mujeres tienen gran poder de observación, de auto-reflexión y de autocrítica. Me parece que son inteligentes porque saben desenvolverse, y está  claro que cada vez ocupan puestos de mayor jerarquía; hay mujeres aviadoras, otras astronautas. Eso por ahí las dificulta en el tema de conseguir parejas, que es todo un tema para las mujeres tan exitosas, que ganan más que los hombres, algo que tradicionalmente no fue así. Por todo eso es rico el universo femenino.

LC: ¿Qué te llevó a escribir Ser Feliz a los 40?

Un poco atravesar esa edad. El humor siempre es exageración. Justo estaba  empezando  los 40 cuando lo escribí. Pasé por esto de preguntarme qué quiero ser en la vida, experimenté un montón de cambios, empecé a leer un montón de bibliografía sobre esa década y me di cuenta que era muy rica la vida a los 40, entonces me interesó el tema y creí que yo podía aportar lo mío, con mi acidez.

LC: Tú mencionás en tu libro que la mujer vive los 40 como una hecatombe. ¿Cómo es esa hecatombe? 

CP: Lo digo por todos los cambios que llegan con los 40, cambios físicos, o vinculados a la salud. Hay mujeres a las que se les despierta el hipotiroidismo, hay cambios estéticos también, entran en juego las cirugías y la pregunta “¿me dejo envejecer naturalmente o me hago cirugías toda la vida?” Porque no parás, por eso hay un apartado que se llama “Locas por las cirugías” donde hablo de esa gente que consume todo el tiempo, que no puede parar de hacerse retoques. También aparecen vocaciones dormidas vinculadas a lo artístico, que como la mujer tuvo que salir a trabajar nunca pudo realizar; otra gente empieza a estudiar a esa edad. La mujer de 40 empieza a hacer cursos, talleres, porque buscan su camino, su entretenimiento, su diversión, cuando hasta allí estuvo muy abocada a los chicos, al marido, a la casa, a las obligaciones.

LC: ¿Qué necesita una mujer para ser feliz a los 40?

CP: Un montón de cosas, un combo. Vamos a empezar por lo más superficial: sentirse bien con el cuerpo, porque uno cuando tiene 20 dice “El lunes empiezo el gimnasio” y no empieza un pepino. Y ahora no sólo hay que empezar sino que no hay que dejarlo.

Hay que tratar de sentirse bien también y para eso hay que comer sano. Una a los 40 ya está re podrida de hacer dietas, que te inflás y te desinflás como la bicicleta. El dilema es el mismo que en la vejez, hay que pensar si una se deja envejecer naturalmente o no. Y yo digo, en mi caso, me transformo en una Alfonsina Storni, ahora entiendo por qué se suicidó pobre mujer, yo también me miro en el espejo y me quiero matar, o si no hago cosas como consumir, consumir y consumir, y es un viaje de ida, porque es mucho más fácil, acortás caminos y termina siendo más barato, porque el botox y el ácido hialurónico salen carísimos. Me refiero a todos los métodos que hay para hacerse tratamientos. En mi libro les cuento a las señoras, los pro y los contra de cada uno.

El amor es otra cosa que tiene que estar. Si una está casada, no sé cómo se hace pero hay que buscar situaciones para renovar la pasión, o renovar el amor en el matrimonio. Si se divorcia, ya le digo que se va a poner más linda y más joven, seguro. Pero luego del duelo. Ahí  empieza la búsqueda por sentirse plena, a lo mejor se hace algún retoquecito y  sale al mercado y que sea lo que Dios quiera porque hay mucha competencia.

Lo espiritual se busca también a los 40. Está quien quiere hacer ayuda comunitaria, ayudar en algún comedor, y empieza a tener un poco más en cuenta al prójimo, las que empiezan con la huerta en la casa, el típico viaje a la India que en realidad las hace caminar una semana en patas y después volver y comerse a la misma vaca a la que antes le hacían reverencias.

LC: ¿Por qué utilizaste la palabra “autoengaño” en el subtítulo? 

CP: Es que es difícil ser feliz, y a los 40 un poquitito más. Entonces hay como que mentirse un poquito “Bueno, yo con esto encontré la felicidad”. Tengo amigas que se hacen cirugías todo el tiempo y que van al cirujano y dicen “Ay, qué feliz que soy…”

LC: En pocas palabras, ¿de qué trata Enfermos de Modernidad?

CP: De todos los miedos y fobias modernas, como por ejemplo, el ataque de pánico que puede provocarle a alguien salir a la calle sin celular. Yo digo que eso es peor que salir a la calle desnudo, porque si salís desnudo seguís viaje pero si salís sin celular, volvés a tu casa a buscarlo. Hablo sobre las adicciones modernas que no son a sustancias narcóticas pero sí al café, la comida chatarra, la imagen, la fama. Otro miedo moderno es el miedo al éxito, antes era miedo al fracaso. Siempre lo que cuento termina bien y con esperanza. Animo a asimilar esas fobias, esos miedos, a contarlos y compartirlos. A diferencia de los libros de autoayuda que te proponen pensar en positivo, yo les digo que piensen en negativo. El fóbico piensa: “Me voy a morir, me voy a morir”. ¡Y nunca se muere! En cambio, al que piensa todo en positivo,  le va para el traste.

LC: ¿Un mensaje para las mujeres uruguayas? 

CP: Que lean el libro de los 40, las que tienen esa edad, y las que no, que también lo lean para irse preparando o burlando de todo lo que les va a pasar.

 

En pocas palabras:

¿Qué es lo mejor de ser mujer? Las mujeres tenemos mejor humor que los hombres, nos reímos más de nosotras mismas.

¿Una web? www.mimamanomemimo.blogspot.com

¿Lo mejor y lo peor de Buenos Aires? Lo peor: el tránsito. Lo mejor: toda la vida cultural.

¿Tu programa preferido? Ver Stand up. Ir a ver colegas al teatro, ir a ver humor.

¿Una revista? “La mujer de mi vida” (es argentina), “Zona liberada: humor adictivo”, “Barcelona”.

¿Una heroína? Frida Kalho.

¿Tu próximo libro?Estoy escribiendo sobre la vida matrimonial. Posiblemente se llame  “Matrimonio manicomio”.

¿Un consejo para la mujer de 40? A la casada: que busque aparte del marido y de los hijos un proyecto personal. A la soltera: que busque el amor. A la viuda: que vuelva a buscar el amor, cursos, talleres, algo que la satisfaga. A la divorciada: que empiece a divertirse. A la sin hijos: si es por decisión, la felicito. A la que no puede tener: que insista o adopte, hoy hay varias maneras.

 

Contacto:
Claudia Panno
claudiapanno@yahoo.com.ar

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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