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“Si uno se diera cuenta del potencial infinito que hay dentro de uno, que somos el mar en una gota y no una gota en el mar”

Por amor al arte
“Si uno se diera cuenta del potencial infinito que hay dentro de uno, que somos el mar en una gota y no una gota en el mar”

Entrevista a la artista plástica Pato Gil Villalobos, en su atelier de José Ignacio.

marzo 14, 2014

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Dedicada durante 14 años a su empresa de marketing Pato Gil & Asociados, ejecutiva por donde se la mirara, Pato Gil Villalobos en 2001 sintió la necesidad de hacer un cambio drástico. Aprender a meditar, contactarse con la naturaleza californiana y vivir en un ashram, fueron los pasos necesarios para que esta mujer de 46 años, Cabra de fuego en el Horóscopo Chino, llegara a convertirse en la gran artista que es hoy.

Con una sonrisa como pintada en su cara recibe a la gente que pasa a visitar su atelier en la entrada de José Ignacio. “Soy una persona libre, alegre, liviana, como flotante en mi mundo rosa”, así se define a si misma y así se la ve…

Dolores: ¿Cuándo y cómo empezaste a pintar?

Pato Gil Villalobos: Empecé en el 2001. Un día le pedí a mi hermana Rocío, artista plástica, que me introduzca en el mundo de la pintura. Pasamos por un art store a comprar materiales y ella me dijo: “Elegí el color que más te guste” y agarré el turquesa. Lo primero que pinté fue una mujer que tenía un espermatozoide que venía del cielo (risas). Pero no conforme con el resultado, le dije: “Yo quiero pintar algo en grande, ¿qué te parece si pinto las puertas del garaje de casa?” En ese momento yo vivía en La Jolla, en San Diego, California, en un lugar espectacular estilo José Ignacio. Y al día siguiente salí en todos los diarios de Estados Unidos… ¡Fue impresionante! Pinté durante seis horas y  me dio la sensación de haber estado sólo una. Yo estaba pasando una etapa de mucha angustia y me di cuenta que eso era lo mío, fue una especie de terapia.

D: Cuando agarrás el pincel…

PGV: No tengo ni idea lo que voy a pintar cuando veo una tela en blanco. Bueno, alguna vez digo: “Quiero pintar un elefante, qué ganas que tengo…”, pero cuando llego a la tela blanca no sé si voy a pintar el elefante, porque hay una teoría en el arte dharmico que es el tema de dejar fluir, es como el pujo, como dar a luz. Puede ser que empiece pintando el elefante,  pero ya esa mente es pasado, entonces puede suceder que se me ocurra pintar una cebra al lado del elefante, y que después se transforme en un festín de corazones… Cuando uno empieza a pintar con una idea predeterminada, al principio puede ser copado, pero a la larga te resulta tedioso porque ya le mente te dio una orden, ya no es más fluido.

En Oriente y en India dicen que las obras de arte más elevadas se logran cuando se equilibran todos los colores, fijate en el arco iris. Entonces no es tan fácil pintar con todos los colores en una obra, en ese caos feliz…

D: Dónde nace la inspiración de tus cuadros…

PGV: India tuvo mucha influencia en mi, no hay colores como los que ves ahí. Yo fui en realidad a meditar antes que a pintar, y ahí descubrí que la paz estaba dentro de uno mismo.

D: ¿Qué es el arte?

PGV: El arte es la vida misma, es el arte de ser feliz “no matter what”, es la expresión única e irrepetible de cada uno plasmada en lo que se ve, es poder transformar los venenos en miel. El arte está adentro de uno, como la magia está adentro, como el amor está adentro,  entonces primero hay que darse cuenta, trabajar para ello y tomarse el tiempo precioso que uno tiene. Si uno se diera cuenta del potencial infinito que hay dentro de uno,  que somos el mar en una gota y no una gota en el mar, únicos e irrepetibles… Si uno hace las cosas con amor, pasión y dedicación va creyendo en lo que quiere ser. Lo más copado es darse cuenta que ya sos especial, y así como un pino es diferente a un roble o a un ciprés, cada ser humano tiene su función y hay que lograr darse cuenta. Yo, sin ir más lejos, descubrí que mi función es el arte dharmico, que no se aprende, más bien se descubre, está adentro.

D: ¿Que significa una obra de arte para ti?

PGV: Es un amigo eterno, que no habla, te escucha, te recibe en tu casa, te acompaña, te sonríe, te alegra tu ambiente. Cada obra tiene lo suyo, cada uno la percibe de una forma diferente,  y creo que eso es lo más importante a tener en cuenta a la hora de comprar una obra de arte, más allá de lo que diga un crítico…

D: ¿Cómo interpretás una obra?

PGV: Si me encanta o no me encanta, si me enamora o no me enamora, si me moviliza o no me moviliza, si me hace vibrar, me da piel de gallina o no me provoca nada…

D: ¿Hacés cuadros a pedido?

PGV: Es lo que te decía, disfruto pintando sin saber lo que me va a salir, pero si me hacen encargues yo trabajo con la energía de las personas. Conozco a la persona, charlo un rato,  le pregunto qué colores le gustan. En base a eso yo puedo armar una obra, pero no lo puedo hacer si me pedís dos delfines con un árbol, porque es algo más estructurado.

D: ¿De niña pintabas?

PGV: Sí, dibujos y collages, todo muy colorinchudo. Pasaba mucho tiempo sola por ser hija única y siempre dibujaba mis agendas. Pero no me incentivaban el arte…

Tuve una infancia bastante difícil con padres separados, pero por suerte y gracias a Dios reivindico la infelicidad de mi infancia con la felicidad de ahora. Además está comprobado científicamente cómo influencia el entorno en las células del cuerpo, y yo vivo en este paraíso que es José Ignacio, donde nada está contaminado.

D: ¿Armás colecciones con tus cuadros?

PGV: Sí, cuando hice la web y un catálogo para Shangai me tuve que ir ordenando y categoricé los cuadros en colecciones: Amor real, que son reyes y reinas besándose y son furor; Somos uno, que son todos los animales mezclados con humanos, entre otras.

D: ¿Hasta dónde llega tu obra?

PGV: Pasa gente de todos lados a ver mis obras. Vendí cuadros a  gente de Arabia Saudita, Estados Unidos, Inglaterra, Marruecos, Portugal. También a argentinos y a gente de Uruguay. ¡Que los uruguayos me compren me deja chocha! ¡Soy fan de Uruguay!

Expuse en Nueva York, en Time Square, en el 2009; y en Shangai en una galería de uruguayos. Ahora mis cuadros están empezando a venderse por todo el mundo.

D: Tenés un taller en la chacra donde vivís…

PGV: Todos los días está abierto, yo no tengo porqué estar, pagás 500 pesos y pintás lo que querés. Es arte dharmico, libre, no te dirigen: te dan una paleta de pintor, los moldes que elijas y te llevás lo que pintás. Va gente de todas las edades, desde niños hasta mayores. Los días feos se llena. Te dan un capuccino, una pizza del horno de barro…Otra opción es cuando se forman grupos que dirijo yo misma, duran cinco horas y doy todo el material. En realidad yo no tengo “alumnos”, porque yo nunca aprendí, soy autodidacta en el arte y en todo…

D: Contame alguna anécdota del atelier…

PGV: Hace un tiempo vino un holandés y me preguntó por un cuadro de la colección  Amor Real y le pregunté si ya tenía o si iba a encontrar a su reina, a lo que me respondió que su mujer había muerto de cáncer hacía dos años pero que dentro de dos horas se iba a casar en la playa y le quería regalar el cuadro a su mujer; y ella se enamoró tanto del cuadro que mandó a todas sus amigas al atelier. Un día volvió el holandés con su nueva mujer y me propusieron llevar mi marca a Ibiza donde ellos tienen muchas tiendas.

D: ¿Qué artista plástico te gusta?

PGV: Lo que más me gusta de los artistas son las experiencias de vida, no tanto los cuadros en sí. Cuando fui a Casapueblo y conocí la vida de Páez Vilaró, me fascinó. Romero Britto, pintor y escultor brasilero, me gusta muchísimo y lo conocí hace poco. Muchos brasileros que pasaban por mi atelier me decían que mis obras eran como las de Britto y ahí empecé a investigar y ver quién era… ¡Y me encantó! Su arte es digital, muy alegre y con mucha frescura. De Britto tomé la idea de aplicar el arte en cosas, es decir interviniendo y haciendo líneas de objetos. De Hundertwasser, artista austríaco multifacético, también me gusta su historia de vida, cruzó océanos y dormitó en la selva.

D: Pareciera que no sos de investigar las obras de otros artistas…

PGV: Por lo que veo soy bastante “ombliguista”, porque no me nutro de otros artistas. Mi entusiasmo pasa por hacer lo mío y no por mirar lo que hacen los otros. Hay gente que dice que mi forma de pintar les hace acordar a Picasso, por todas las caras raras…

D: ¿En qué creés?

PGV: Creo en el amor, en un dios como energía creadora del universo y que está dentro de uno. Nosotros somos pequeños dioses o divinas presencias en acción.

D: ¿Alguna vez hiciste terapia?

PGV: ¡Toda mi vida! Además fui a un spiritual community en San Francisco que fue espectacular, ahí hice unos  seminarios desde la meditación. Después estuve viviendo en un ashram en la India.

D: Tengo entendido que te casaste con vos misma…

PGV: Sí, me casé conmigo misma. Un verano tuve un programa de televisión en Argentina y justo corté la relación con una pareja, entonces en un determinado momento le dije al camarógrafo: “Prendé la cámara que me quiero casar conmigo.” Finalmente el camarógrafo me dijo: “Bueno, te considero casada con vos misma.” Pusimos: “All you need is love” y tiré el ramo… Eso fue el 22 de enero de 2001 y el 22 de enero de 2002 conocí a Flavio, mi actual pareja, ¡muy fuerte! Me pareció copado casarme conmigo antes de volver a elegir un hombre, es decir amarme y respetarme para toda la vida, decirme la verdad aunque duela, aceptarme como soy, valorarme.

D: Trabajás con algunas marcas…

PGV: Me parece bueno apoyar a las marcas que hacen algo con el arte. Cuando me contratan con ese fin hago cuatro obras y dejo que la gente que asiste al evento las termine, eso sí me gusta. Todo depende de la marca que me contrate. Ahora, por ejemplo,  estoy muy contenta porque para el Día de la Mujer voy a trabajar con Dove Uruguay. Me di cuenta que si me quiero dedicar al arte tengo que poder venderlo, porque si no puedo, tengo que tener otro trabajo.

D: ¿Donás parte de tus obras?

PGV: Dono mucho, por ejemplo: a la Fundación Alejandra Forlán, a Make a Wish (Buenos Aires), al Hospital Gutiérrez (Buenos Aires), al Hospital  San Carlos. Me encanta la idea que cuando un niño se va a sacar sangre se entretenga con mi arte.

Contacto:
Pato Gil Villalobos
099 255 033
patogilvillalobos@gmail.com
patogilvillalobos.com

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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