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Por siempre Chavo

Cuerpo & Alma
Por siempre Chavo

A continuación comparto junto a Daniel Morgan el más sentido homenaje a un grande que supo conquistar nuestros corazones y unir generaciones

diciembre 02, 2014

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Por Daniel Morgan

Cuando nos enteramos de la muerte de Roberto Gómez Bolaños, nos preguntamos acerca de si debemos lamentar la muerte de una persona o quizás algo más, algo que va más allá de su desaparición física.

Es lógico que nos llegue esa inquietud. Aquellos que han trascendido a su tiempo permanecen de una manera u otra en el recuerdo o, quizás más aún, en la mente colectiva de una sociedad.

¿Y qué es lo que nos deja el Chavo?

Por ejemplo: hoy por hoy, son pocas las películas o series que podemos ver y disfrutar, sentados frente a la televisión, juntos, padres e hijos.

O ¿es posible hacer reír a la audiencia, sin recurrir a procacidades u otras cosas por el estilo?

¿Otra época?

A quienes tenemos más años de los que nos gustaría confesar, nos seduce la idea de que así fue; otra época mejor que la que estamos viviendo. La época de Quino, de Decalegrón y de varias otras expresiones artísticas que, en definitiva, agregaban algo más que el simple pasatiempo del que disfrutábamos.

Pero también en esa época, estaban los héroes imposibles: los cowboys del Lejano Oeste, los Superman o los Batman, o tantos otros que reunían en una sola persona todas las virtudes que, con suerte, los seres humanos podían considerarse afortunados si poseían uno solo de esos dones. Eran ricos, inteligentes, atractivos, generosos y eran inmunes a los sinsabores que todos los mortales sufrimos.

El Chavo era otra cosa. Un antihéroe.

Y ese personaje a través de su humildad, de su sencillez y de su profundo sentido humano se nos acercó mucho más que todos los ídolos de barro.

La vecindad estaba integrada por nuestros propios vecinos: podíamos reconocer en cada personaje a alguien que, como el irascible Don Ramón, o como la pícara Chilindrina o, en definitiva, con los defectos y virtudes de Doña Florinda, del Señor Barriga, de Quico , del Profesor Jirafales o de la Bruja del 71.

El Chavo no era lindo, no era rico, no era inteligente. Su mundo era el mundo de los desplazados, ese mundo que está allí frente a nosotros y que también encierra a personas iguales al Chavo, para que algún día, les brindemos todo el cariño que todos, absolutamente todos, tenemos y teníamos por el Chavo del 8.

 

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Por Dolores de Arteaga

Méjico y el mundo lo lloran. Es que la noticia de su muerte, a sus 85 años, no nos podía resultar indiferente. Roberto Gómez Bolaños nos supo robar sonrisas, carcajadas, y por qué no, alguna que otra lágrima. Es que tanto el Chavo del 8 como el Chapulín Colorado fueron personajes entrañables. Inolvidables. Personajes que escondían cierta tristeza y vulnerabilidad. Daban ganas de abrazarlo, protegerlo. Irradiaban sentimientos nobles. Inocencia. Bondad. Amor. Así eran los personajes de ese actor mejicano que nos cautivó desde un primer momento.

A pesar de ser muy conocido en nuestras tierras como actor, también fue director de cine, guionista de telenovelas y de obras de teatro. Con la ternura del Chavo y la perspicacia del Chapulín, trascendió fronteras y generaciones.

Desde 1971, cuando se emitió el primer episodio de El Chavo, hasta hoy día, es considerado el programa más exitoso en la historia de la televisión latinoamericana. Y tanto El Chavo como El Chapulín Colorado son todavía dos de los programas más vistos en Méjico, Argentina, Venezuela, Perú y Guatemala.

Sus frases fueron y permanecen célebres. Por sencillas y por sabias. Será por eso, desde un primer momento empatizamos con ellas y las repetimos sin parar. “Fue sin querer queriendo”; “No contaban con mi astucia”, “Lo sospeché desde un principio”; “Se aprovechan de mi nobleza”; “La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”… fueron algunas de sus tantas genialidades.

Entre el Vascolet y los bizcochos de la tarde, después de cada jornada escolar, me sentaba con mis hermanos a deleitarme con alguno de sus personajes. Aunque mi favorito era el Chavo, el Chapulín también me resultaba irresistible. De a momentos, una misma pregunta reincidía en mí. Me preguntaba por qué detrás del Chavo del 8 se encontraba un ser humano adulto, y no un niño. Pensaba cuánto más fácil hubiera sido que ambos papeles de niños los hubiera interpretado un niño. Y ni hablar cuando lo veía en alguna que otra entrevista sin el vestuario ni el maquillaje característico. Ahí el impacto era total. Me terminaba de dar cuenta que era un adulto. Ahora puedo llegar a entender que nadie hubiera sido capaz de interpretar mejor ambos papeles como el mismísimo Chespirito. Sin esfuerzo. Porque era un eterno niño. Un niño grande. Un grande que nunca dejó de ser niño. Por eso hoy, todos los adultos que lo pudimos disfrutar en la década del ’70, podemos decirle un gracias gigante.

Un gracias pero no un adiós. Porque las grandes personalidades nunca mueren. Sus personajes permanecerán por siempre en nuestros corazones. ¡GRACIAS CHESPIRITO!

 

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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