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Una historia contada en trazos

Por amor al arte
Una historia contada en trazos

María Lucía Calvo, Malu, y sus mujeres de trazo negro y fluido

febrero 11, 2015

 

 

Por Dolores de Arteaga

María Lucía Calvo, más conocida como Malu, es el fiel reflejo de sus mujeres. Me refiero a las tantas mujeres que esta artista ha ido dibujando desde que falleció su querido papá, en el 2006: “Es que el arte explotó cuando falleció papá, el dolor lo tenía que sacar por algún lado. Mi papá marcó una presencia fuerte, nos cocinaba todos los días con mucho amor.” A partir de ese acontecimiento tan doloroso fue cuando las mujeres de trazo negro empezaron a salir. Al principio con una línea más insegura. Trazos cortos. Como que el lápiz iba aprendiendo su camino. Respetando los tiempos de esta incipiente artista. Y, poco a poco, su mano empezó a deslizarse con una naturalidad increíble. Sin pensar.

Es hija de padres artistas, madre uruguaya y padre español. Cursó toda la primaria en España, de donde conserva recuerdos entrañables: “En los cumpleaños infantiles, en España, se usaba bailar flamenco después de soplar las velitas. Llevábamos un bolso con toda la vestimenta para cambiarnos. Escuchabas la música flamenca y no podías dejar de moverte. Y cuando volví a Montevideo, en el primer cumpleaños que fui, después de cortar la torta se terminó todo. No entendía nada. Pensé: ‘¡Qué aburridos los cumpleaños uruguayos!’”

Desde chica el arte formó parte de su cotidianeidad: “Mamá toda la vida pintó. La sensibilidad y la creatividad fluían en ella. No tenía límite en cuanto a soportes, intervenía piedras y todo lo que caía en sus manos. Tallaba. Hacía escultura en cerámica autofraguante. Oleos. Acuarelas. Siempre mutando. Pintaba ropa… Ahora, en su última etapa, está haciendo joyería”, comenta Malu con gran orgullo. En cuanto a su papá, parece que tenía el don de la palabra escrita. Una persona muy interesante: “Contaba todo tipo de historias. Había vivido los últimos años de la Segunda Guerra Mundial y también la Guerra Civil. Tenía gran sentido del humor, se reía de sí mismo.” Siempre iba por más, buscaba fuentes de inspiración por todos lados. Amaba la literatura, con ansias de conocer diferentes artistas. “Vivir en ese entorno preparó la tierra para que la semillita pudiera crecer”, aclara la artista.

Malu, además de dibujar y de escribir textos cortos de vez en cuando, es traductora de inglés y Licenciada en Comunicación. Casada desde hace 14 años y con dos hijos, Paz (11) y Manuel (6), hoy Malu reparte su tiempo entre la pintura y su familia: “Ser mamá fue de las experiencias más movilizadoras desde todo punto de vista, te lo digo desde un lugar de total felicidad, pero de cambio de vida y de experiencias fuertes. Ellos son parte del hecho de sentirme realizada. Mi vida pasa por mi familia, son mi camino.”

 

 

 

Dolores: Tu obra empezó a hacerse pública a partir de pintar el mural que ocultaba la reforma de un supermercado reconocido de Uruguay…

Malu: Sí. Es que se dio con tanta naturalidad… Me gustó la pared para pintar y le pregunté al arquitecto a cargo de la obra si lo podía hacer. Cuando le dije que era para un proyecto de arte callejero me dijo enseguida que sí. Estas fueron sus palabras: “Estas cosas hay que apoyarlas, vamos con la cultura.” Un divino. Una vez finalizada la obra se llevó los chapones a otra en Colonia (risas). No me acuerdo el nombre del arquitecto, pero la verdad es que fue todo gracias a él.

D: ¿Fuiste a algún taller para formarte?

M: No, lo mío es intuitivo, atrevimiento puro. Mi madre siempre me dijo : “Por favor no aprendas nada, no sabés lo difícil que es tener tu propia línea. Yo veo esas líneas y ya sé que son tuyas.”

D: Dibujar….

M: Te digo algo que escribí una vez: “Yo dibujo como los pájaros, que dibujan en el aire, en la eterna búsqueda de las alas.” Es el arte por la alegría del arte, sacar el alma, desbordarte de alguna manera.

D: ¿Por qué siempre trazo negro sobre papel blanco?

M: Viste que en la vida de hoy no hay mucho tiempo. Lo instantáneo del marcador en un papel no lo lográs en un lienzo, no lo tenés en otro formato. La línea negra sobre un papel es mi vida, yo tengo tiempo para dibujar así y no lo tengo para que se seque el lienzo, soy de la generación del ctrl Z, del fotoshop, de hacer dos carreras al mismo tiempo. Nunca tiempo para nada, tengo cinco minutos y ahí dibujo. Está tan integrado el dibujar a mi ser, que yo puedo estar charlando contigo, dibujando sin parar y la conversación fluye, y no es que yo esté ensimismada en mi silencio. Dibujar es como un gesto más en mi vida.

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“La vida es desestabilizadora, hay mucha injusticia, violencia, intolerancia, yo lo que trato es de generar imágenes que conmuevan desde el lado positivo, gestos fluidos, armonía de trazos y honestidad”

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D: Las mujeres que dibujás me hacen acordar a ti. 

M: La gente que me conoce me dice: “Malu, ¿te das cuenta que te dibujás a ti misma?, ¿que sos tú?” Y es lógico, porque uno se desborda. Mi manera de dibujar y mi forma de hacer arte es súper natural, nada es forzado, es como un gesto que me fluye. Me gusta no tener límite de formato, rayar lo que sea sin planificar. Igual me largo en paredes de nueve metros. Creo que mis dibujos son como una pelea interna conmigo misma para generar un estado de armonía. Estar en paz es como la meta en mi vida, y eso se logra paso a paso. La vida es desestabilizadora, hay mucha injusticia, violencia, intolerancia, yo lo que trato es de generar imágenes que conmuevan desde el lado positivo, gestos fluidos, armonía de trazos y honestidad.

D: ¿Cómo es Malu?

M: Es sencilla, natural, es un poco como su dibujo, fluye. Me gusta intervenir en los lugares que estoy o que me guste estar. De alguna manera me hago sentir, desde ir a una reunión de amigas y llevar unos brownies, hasta un regalito hecho por mí para cada una; lo hago como gesto, pero no me gusta llamar la atención. ¡Pero no me hagan enojar! Me encanta la armonía, no sé vivir en conflicto, me marchito (risas). Me gusta la risa. Soy conciliadora; como todas las mujeres y como la luna, tenemos nuestras fases de luz y de sombra. Trato de hacer el trabajo de conocerme a mí, y trato de prevenir situaciones que me hagan mal.

Viste que te bautizan de alguna manera. María Lucía es mi nombre, pero cuando uno va creciendo se transforma en uno mismo. Y Malu soy yo. Malu también es la firma de mis obras. Como es algo que me sale tan del alma, me sale esa forma de firmar; le pasa a muchos artistas que no pueden firmar con su nombre real. Mi firma es como parte de mis dibujos.

D: ¿Todos los días dibujás?

M: Trato de ser como un poco soldadito, me lo tomo como una disciplina que me hace bien, como un canal por el que salen misterios, silencios. Todos los días trato de hacer algo, como rayar una servilleta, que esté entrenado ese gesto para que no se inhiba nunca, porque me hace tan bien… A mí me gusta trabajar mi línea, estar siempre con ella a flor de piel, para que ella misma sea un gesto, para que fluya, para entrenar la creatividad. Siempre tengo ganas de dibujar, como que tiene que salir porque me quema. El artista tiene eso, no se aburre nunca, podes estar solo con tu alma en un dialogo intenso, profundo, es algo interminable.

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“Uno tiene que ser consciente de la intolerancia que tiene dentro”

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D: ¿Qué te inspira?

M: Todo. Es una manera de mantenerte alerta en la vida. Conmoverte de tal forma que te haga producir algo y que en definitiva quieras compartir. Las personas, por ejemplo, me inspiran en estos días de comunicación y de contacto; todo el tiempo te están avisando que es el cumpleaños de Fulano, y me gusta pensar en esa persona, hacerle un dibujo en su honor. La maternidad o un dolor que esté sintiendo también me inspira. Los sentimientos me inspiran mucho, soy una persona súper emocional, muy sensible; mi padre me decía “lágrima floja”, porque lloro de alegría o de tristeza, pero mis lágrimas dicen mucho.

D: ¿Alguna vez le pintaste lágrimas a tus mujeres?

M: Sí, vas a ver que algunos dibujos tienen lágrimas.

D: ¿Sabés si son niñas o adultas?

M: No lo sé. Lo que sí sé es que le llegan a todo el mundo.

D: A simple vista las mujeres se parecen entre ellas. ¿En qué parte de estas mujeres ves reflejado tu estado emocional? 

M: En los ojos, las miradas. A veces tienen ojos más reflexivos, más ausentes, y otras veces están como enojados. Son ojos expresivos. Siempre arranco a dibujar ojos y no sé por qué. Me pasa de que empiezo a dibujar y nunca se cómo va a terminar. A veces me doy cuenta que apreto mucho el lápiz, o que uso más el negro. Las emociones van saliendo y uno no es tan consciente. Cuando sé que mis hijos están sufriendo por algo la impotencia también me mueve…

D: ¿Qué es lo que más te sensibiliza como ser humano?

M: La intolerancia me parece de una magnitud de violencia increíble; uno tiene que ser consciente de la intolerancia que tiene dentro.

D: ¿En qué etapa de tu proceso artístico estás?

M: Estoy profundizando. Cuando uno llega a esa pureza de línea de trazo quiere complejizarlo un poquito y ver cómo queda el dialogo con otras técnicas, no solo líneas. Estoy probando hacer collages. Ahora encontré la madera, que es mi elemento, me encantan los materiales nobles.

D: Previo a Navidad habías hecho pesebres impresionantes en madera…

M: Sí, los hice para esas fechas. Pero mi arte no es tan sacro, tengo una espiritualidad abierta. Pero también creo que hay una etapa de búsqueda por ese lado. La fuente del arte tiene una raíz muy profunda en el arte sacro, en lo espiritual, y creo que también hay que pasar por ahí. A veces me encuentro haciéndoles alas a las mujeres, me salen…

D: ¿Comercializás tus dibujos?

M: Dibujo desde un lugar de humildad, es algo que me hace feliz a mí y que no tiene pretensiones. Si se da, bienvenido sea, pero no estoy saliendo a buscar nada. Es el gesto de compartirlo y eso me lo permiten las redes sociales. Valoro que la gente me felicite, que me diga que le gusta lo que hago. Me pasó de una chica que vio un dibujo mío en Instagram y me preguntó si se podía tatuar uno de los dibujos; obviamente le dije que sí (risas).

D: Para terminar…

M: Tomo una de mis escrituras: “Si viste algo en mi dibujo y si mis líneas llamaron tu atención, entonces ya hay historia entre nosotras, una historia contada en trazos, nadie en el medio, de corazón a corazón, simplemente la alegría del arte.”

 

Contacto:
María Lucía Malu Calvo
Cel.: 099 601 011
malu.calvo.mattos@gmail.com

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Malu pintando un mural

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Su hija Paz, frente a uno de sus tantos murales

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Malu también dejó estampado su sello en un baño de su casa…

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Acerca del autor

Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!

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