“Pura poesía visual”
Por amor al arte
En un café de Caballito, Buenos Aires, me encontré con Lupe Marin, quien durante una hora y media me contó sobre su trayectoria en el mundo de la pintura
“Pura poesía visual… Considero que en su obra el vacío es un texto en silencio”. Así describió el artista plástico argentino, Luis Felipe Noé, la obra de Guadalupe Marin, más conocida como Lupe, chilena e hija de padres argentinos. Observadora y detallista al extremo, se puede pasar desde la mañana hasta la noche pintando con un pequeño pincel. El hecho de haber nacido con el ojo izquierdo ciego, nunca fue un impedimento para desarrollar sus dos pasiones: la pintura y la escultura.
Su infancia tuvo lugar en Cuernavaca, “una ciudad pequeña en ese momento, un lugar hermoso”. Sus clases de Bellas Artes y su cercana amistad con el hijo de Vicente Gandía, artista plástico español, naturalizado mexicano, fueron sus primeros roces con las artes. Llegada su adolescencia y con el traslado de su familia a Buenos Aires, Lupe comenzó a frecuentar el taller de la ceramista y escultora Marta Kers, quien fue una persona muy importante en su formación artística. “Fue el placer total experimentar junto a ella; me enseñó a mirar qué es lo más importante”.
Para los que no la conocen, les presento a esta mujer, que con sus 42 años de vida y una sensibilidad especial, tiene una larga y bien merecida trayectoria en el mundo de las artes.
Dolores: Contame un poco cómo nació tu gusto por la pintura y la escultura…
Lupe Marin: Me crié en Cuernavaca, México. Iba a una escuela, El Ilnamiqui, que era parte de las llamadas escuelas de tipo activo; no era una escuela estándar, sino que contemplaba todo el desarrollo artístico y daba mucha importancia a la ciencia. Lo bueno de esa escuela es que uno convivía con gente de diferentes estratos socioeconómicos, desde el príncipe de Saboya hasta los hijos de la gente que laburaba en el mercado central; también chicos con retraso, autismo, ciegos, sordos…Todo era muy real, natural, humano.
En esa escuela me hice muy amiga de Antonio Gandía, hijo del pintor Vicente Gandía. Iba mucho a su casa y me crié en ese universo. El papá de mi amigo era una persona muy generosa, nos daba elementos para trabajar, y se copaba con lo que yo hacía. Yo no era una niña particularmente habilidosa con el dibujo, pero era muy libre con lo que hacía, aceptaba bien las críticas porque no tenía problemas de autoestima.
Además concurría a un espacio en Cuernavaca donde hacía ballet. Me encantaba llegar un rato antes del comienzo para observar una clase de arte que trabajaba con modelo vivo. Empecé a llevar un cuaderno chiquito para dibujar los cuerpos, y, el maestro, que era increíble, se quedaba con mis dibujos y me preguntaba por qué hacía ballet en vez de pintura…
D: Ese espacio en Cuernavaca fue una influencia importante para ti…
LM: En mi identidad sí. Todo ese espacio de Cuernavaca tuvo mucho peso en la concepción mía de lo que se podía hacer con el cuerpo de uno y el de los otros, con la observación de los otros. Lo que más me interesa en el trabajo es el otro, me gusta saber lo que le pasa, lo que siente, los movimientos de su pensamiento… Eso es lo que pinto.
D: ¿Cómo hacés para pintar en 3D siendo ciega de un ojo?
LM: Nací con el ojo izquierdo ciego, es genético, no tiene solución, y esto produce en la visión la ausencia de la tercera dimensión. Yo veo todo el tiempo plano, como un collage, como que todo se junta. El proceso de aprendizaje en el campo de la plástica comenzó a través de la escultura, y creo que me ubicó y me dio un criterio con respecto al volumen y los modos de comprenderlo, para poder insinuarlo luego en el campo de la pintura. Desde el inicio yo trabajo con el lienzo en blanco, dibujo sobre él y después lo cubro, en forma milimétrica, en su totalidad. Esto es la manera para mí de construir el volumen real, está ahí la estructura y puedo armarlo; es una reconstrucción de lo que veo.
D: ¿Trabajás con modelo vivo?
LM: Sí, y la persona con la que trabajo es siempre alguien a la que elijo especialmente, a quien quiero pintar porque me produce algo, porque veo en ella algo que me atrae profundamente, que lo siento como personal. Me gusta trabajar sobre lo que me producen las personas, sobre ese asombro que se acerca y se aleja de mi. La elección no la baso en algo exclusivamente físico. Trabajar con modelo vivo es una situación muy original, donde hay una persona que permite que la observes, es un acto de generosidad.
D: ¿Cómo encarás ese tipo de trabajo? No debe ser fácil…
LM: En los momentos que estoy armando la estructura necesito que la persona esté estática, y por momentos me gusta que me hable, que me cuente algo, ya que un cuadro es todo lo que ocurre, todos los pensamientos que pasan por la cabeza de esa persona. Todo eso tiene que estar en el cuadro, y eso es lo que lo hace más rico. Lo que a mí más me interesa es que se pueda ver en el cuadro al otro, a ese que yo quise hacer.
Después está lo que uno quiere contar con ese retrato. Elijo un tema y hablo por medio de los retratos. Ahora estoy con el tema de la pulsión.
D: Desde el 30 de abril hasta el 29 de mayo tiene lugar tu nueva muestra, Pulsión, en Elsi del Río. ¿Qué me decís de esta exposición?
LM: Te voy a leer algo que es mío y que estuvo presente todo el tiempo cuando armé cada uno de los cuadros y la exposición: “Pulsión: el instante en que la raíz de una identidad se hace presente.”
Hay dibujos con lápiz sobre papel, un par de acuarelas y óleo sobre telas. Para mí fue toda una decisión hacer el tema de dibujos con lápiz sobre tela, enmarcarlos y ponerlos en la exposición, porque los dibujos que elegí tienen que ver con el comienzo de mi trabajo con la pulsión. Todos los dibujos son animales: hay un pájaro, pero la mayoría son perros. Tienen que ver con momentos muy específicos, es el instante preciso donde algo sucede, por ejemplo cuando el perro ladra, o cuando está mirando algo fijo. La reiteración del ladrido me permite armar el dibujo, tiene que ver con la memoria. Lo que ocurre en la mirada del animal también es importante…
D: ¿Cuántos cuadros tenés en esta muestra?
LM: No me acuerdo (risas). Dejame pensar… nueve cuadros, nueve dibujos y dos acuarelas. Hay cuadros nuevos y otros de hace tiempo.
Cuando llega el momento de seleccionar obras para alguna muestra, muchas veces termino eligiendo más pinturas de mujeres que de hombres. Pero me da un tremendo placer también pintar varones… ¡Personas! En Pulsión hay varias pinturas de mi hija.
D: Da la impresión que las personas retratadas están suspendidas en el aire…
LM: Hay un texto de uno de los catálogos que hizo Luis Felipe “Yuyo” Noé, titulado “La poesía visual de Lupe Marin”, que habla justamente de eso, de ese tema del fondo. Ese tema desencadenó en mi cierta conciencia de lo que mis retratos pueden llegar a producir en el otro, en el que observa esa ausencia de fondo, esa ausencia que para mi está llena de todo lo que sostiene al retratado y de lo que me sostiene a mi frente a él, frente a ese encuentro único y original que desencadena la obra en los demás.
D: ¿Qué técnicas usás?
LM: Trabajo con óleos sobre telas.
D: Además de la pintura y la escultura, ¿qué más hacés?
LM: Lo que más me interesa y que más hago es la pintura, la cual intercalo con la escultura; pero también trabajo en fotografía y armo videos para obras de teatro y animación en general. Hice videos para Shangai y hago muchos personales; todos son sobre cosas que ocurren alrededor de pequeñas historias. Soy muy multimedia. También me gusta la ilustración.
D: ¿Cuánto tiempo te lleva armar una muestra como la actual?
LM: En realidad lo que me lleva más tiempo es sentir lo que quiero decir en forma completa. Obras tengo muchísimas, pero obras que tengan una lógica y que creo que debo mostrar… Esa lógica es difícil. Es lograr una armonía. Igualmente los galeristas deciden con el artista qué es lo que se va a mostrar. Con Fernando Entin, director de Elsi del Río, trabajo con total libertad; es una persona muy sensible, siempre atento a lo que ocurre, y que se conmueve con el arte.
D: ¿Cómo te organizás para pintar?
LM: La realidad es que tengo una hija y una pareja (está casada con el actor argentino Leo Sbaraglia) con la que viajamos mucho. Mi hija Julia es una nena muy comprensiva de la situación y se adapta desde que es un bebé. Antes de tenerla pintaba durante todo el día y mi pareja siempre trató de respetarme ese espacio.
La fecha de la muestra que está teniendo lugar ahora, Pulsión, está marcada desde noviembre del año pasado; a pesar de que faltaban meses, para mí era mañana. Así que tuve que hablar con mi pareja, porque desde el momento en que la fecha está marcada me dedico por entero a preparar la muestra, trabajo desde que me levanto hasta que me acuesto, y entremedio me ocupo de mi hija. Es algo muy decidido a nivel familiar; todo gira en torno a ello y lo respetan mucho.
Contacto:
Lupe Marin
ELSI DEL RIO
Humboldt 1510 – Palermo Hollywood – Buenos Aires, Argentina
info@elsidelrio.com.ar
www.elsidelrio.com.ar
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Acerca del autor
Me llamo Dolores de Arteaga y soy del 70. Amo la vida, con sus dulzuras y sus sinsabores, con mi pasado y mi presente. Tengo un largo camino recorrido como mujer y como ser humano, con todo lo que estas palabras implican. Fui niña y adolescente. Soy hija y madre, mujer de mi marido y amiga. ¿Mi marido? Mi pilar, el compañero que elegí desde que lo conocí, que nunca me cortó las alas para volar. ¿Mis hijos? Son lo más importante y fuerte que me pasó desde que nací. ¿Mis amigas? Son del alma, fueron mi propia elección, son mi otro yo, ven la vida con mis mismos lentes. sobremi Fui maestra, dueña de una tienda de segunda mano y ahora soy bloggera. Siempre digo que mis ciclos duran diez años; me gustan los cambios, reinventarme cada tanto. Me parece que las mutaciones forman parte del movimiento y de la riqueza de la vida. A partir de los 40 sentí que estaba empezando la otra mitad de mi existencia y se me despertaron gustos e intereses que quizás estaban dormidos. Me siento más entusiasta ahora que a los 20. Se preguntarán “¿qué se le dio por hacer un blog?”. Tengo intereses de todo tipo. Considero que leer es uno de los placeres de la vida, que el arte nos estimula los sentidos y que viajar nos enriquece el intelecto y el alma. Siempre me gustó descubrir la otra cara de las ciudades, hacer hallazgos donde no es fácil identificar a primera vista, descubrir y redescubrir lugares, conocer a la gente, estudiar la naturaleza humana en sus diferentes realidades, hurgar un libro hasta el cansancio, improvisar críticas de cine de lo más personales con amigas, salirme del clásico circuito pautado por unos pocos y estar pendiente de qué se puede hacer acá, allá o donde fuere. Pero sobre todo, me gusta reírme, y si es a carcajadas, mejor todavía. También soy una máquina de registrar datos. Siento un disfrute especial cuando lo hago. Mis amigas me llaman las “páginas amarillas”. Y hasta acá llegué para no aburrirlos hablándoles de mi. ¡Entren a descubrir el blog! ¡Para mí es un verdadero disfrute hacerlo!
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